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Cuba

Las guayaberas “cuestan un ojo y la mitad del otro”

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Hasta 40 CUC debes pagar si quieres lucir una tradicional guayabera cubana

Uno de los primeros regalos que se quieren llevar los extranjeros que visitan Cuba es una guayabera, la pieza de vestir más tradicional de la isla. Ron, tabaco, mulatas y esa camisa de estilo único confeccionada con pliegues y cuatro bolsillos son las características más comunes con las que se conoce el territorio. Pero el privilegio de lucir como un auténtico cubano se reduce a un número pequeño de personas dispuestas a pagar hasta 40 CUC por ellas.

“Pensé que todos las llevaban, en el mundo son famosas”, comenta una estudiante chilena.

En 2010  el país se enorgullecía de un nuevo local en La Habana Vieja capaz de crear 100 000 guayaberas en un turno de trabajo con el fin de, entre otras cosas, “potenciar su uso a nivel nacional”. Actualmente existe el Grupo Empresarial de la Industria Ligera con 307 fábricas, entre ellas se encuentran las encargadas de la producción de tejidos. Aun así, el pueblo no disfruta de los privilegios de estas inversiones económicas.

En las ferias artesanales se ven guayaberas o las que llevan los dependientes de los restaurantes privados. “Me encantan pero cuestan un ojo y la mitad del otro. Eso es para que lo compren los turistas que traen bastante dinero”, declara Sandra, mesera.

“Hay costureras que si le llevas la tela se atreven a hacerla. Igual te cobran caro, menos que en las tiendas, pero por encima de las posibilidades reales de la población. Debería haber un lugar donde las vendieran más baratas para nosotros, al final eso se hace aquí y nunca las he visto en las shopping normales, solo en los hoteles”, afirma Luisa.

Lázaro dice que sus padres pasaron sus cinco años de la Universidad ahorrando para hacerle ese regalo. “Siempre soñé con ponerme una el día de mi tesis, para verme importante, como los dirigentes en los grandes eventos. No es un gasto que pueda hacer todo el mundo, es de uso exclusivo para personas adineradas”.

“Llevo tres años trabajando aquí y nunca le he vendido a un cubano, ni mis compañeros tampoco. Es más ni las miran, ni preguntan el precio”, asegura Saida, quien vende en la feria de artesanías de 23 y M, en el Vedado. Ella las tiene a 35 CUC de todas las tallas, incluso en forma de vestido para mujeres.

María se ríe cuando recuerda el origen de la prenda. “Según cuentan fue la petición de un campesino para laborar cómodo en el campo. ¿Qué guajiro se puede comprar una? Parece un chiste. Dentro de poco la convierten en pieza museable. Eso no hay quien se lo compre”.

A la mayoría del personal del turismo se le asigna este vestuario para que atiendan al público. “Para ellos sí hay presupuesto. Así engañan a los turistas y piensan que todos nos ponemos la misma ropa”, reclama Roberto.

Igual sucede con los negocios particulares. “La presencia es lo primero. Como dice el refrán: vista hace fe. Por eso la usamos, para atraer a los clientes por el prestigio internacional que tiene”, nos precisa un dependiente de una paladar de la calle Obispo.

Hace meses Eusebio Leal le dedicaba un artículo a la guayabera y se refería a grandes personalidades que la habían llevado como Calixto García, Máximo Gómez o Benny Moré. “Al cubano le toca ponerse otra cosa, eso es para la gente de poder”, así piensa el viejo Armando.

Texto y fotos: Vladia Rosa García


 

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