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Florida

Fernando Hidalgo: La muerte del humorista que parecía serio

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Fernando Hidalgo parecía un humorista demasiado serio. Ha fallecido un hombre que le abrió las puertas a cientos en Miami. A mí me dejó un consejo de oro.

Cuatro meses al lado de Fernando Hidalgo, ayudándole alguna que otra vez a preparar su show -si bien él tenía su asistente personal- me da en cierta medida el poder de decir algo sobre este hombre que ha fallecido hace apenas unas horas debido a complicaciones con el coronavirus.

Debo decir que en lo personal, Fernando Hidalgo, instantes antes de entrar a la cabina de radio de Mia1450, no era precisamente un humorista. Era un profesional.

Preparaba su programa con mucho celo. Le prestaba cada atención y detalle a lo que su asistente hacía en su computadora; alguna que otra vez conmigo detrás. No voy a decir que era “un amigo”, pero sin dudas era una persona que se veía como pez en el agua, micrófonos o cámara delante.

Parecía, además, vivir al margen de ciertos “desenfrenos” y de ciertas máscaras que se ponían otros para aparentar ser más anticomunistas que ninguno.

En una ocasión, a raíz del empleo en la web de la emisora de una palabra como “colectivo”, se desató un zafarrancho tal que dividió a los trabajadores. Unos pedían la cabeza del comunista que la había escrito; otros decían que no existía tal “comunismo” en el vocablo. El consejo de Fernando Hidalgo fue no hacer caso a esas “tonterías”.

Hidalgo fue, por un buen tiempo, el Rey de las Noches en la televisión de Miami. Cuando lo conocí ya no lo era, pero conservaba el nombre y las buenas maneras. Y conservaba, sobre todo, esa agilidad mental que acompañaba con una mirada mordaz que pretendía ser, quizás sin querer serlo, el mejor de todos allí dentro.

Fue un hombre que le abrió las puertas a muchos artistas en la ciudad de Miami. Todos, sin excepción, se lo agradecen y recuerdan.

A mí en lo particular, y discúlpenme la anécdota si les suena demasiado machista, me dejó una lección de oro. Sucedió así:

La secretaria de aquella emisora era una vieja metiche en todo lo que ella consideraba debía meter sus narices. Un día se encontraba molesta por algo que no se había publicado en la web y siempre que pasaba por delante de la mesa donde estábamos sentados Fernando y yo, y su asistente, cuyo nombre no recuerdo, la señora decía algo como “esta emisora está llena de comunistas”.

Yo sospechaba que era conmigo, pero pensaba que podía ser con Fernando, que si uno lo analizaba radialmente, no era uno de esos gatillos duros de la radio de Miami. Sus programas allí iban de otra cosa.

En un horario en el que se suponía que aquella mujer ya no tenía ni que estar por todo aquello, seguía ella con su cantaleta, y Fernando la miraba y seguía en lo suyo. Fernando, debió haber notado mi incomodidad más que evidente, y en una frase que aún recuerdo me dijo:

“Deja la vieja comem… esa. ¿Tú no ves que eso es una Presidente de Comité en Miami?”

De él puedo decir que aprendí a concentrarme en lo mío. En no hacerle demasiado caso a los criterios de los que opinan sin saber qué es el periodismo.

Hoy se marcha y deja una enorme estela de agradecimientos en Miami. Quizás el mío sea el más pequeño de todos; pero no el menos sincero.

Roberto A.

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