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Cuba

Los estudiantes universitarios prefieren trabajar en negocios particulares

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Por Vladia Rosa García

Muchos estudiantes universitarios deben trabajar para ayudar en casa y darse sus gustos. Pero en Cuba optan, sin dudar, por los negocios privados

La vida del universitario cubano se desenvuelve entre gastos de comida, transporte, ropa, que en su mayoría no se ajustan a las posibilidades reales de las familias, sino que dependen de un esfuerzo extra por parte de los jóvenes. El empleo para quienes estudian está permitido, y muchos prefieren trabajar “por la izquierda”, o para particulares, antes que con el Estado.

Maricarmen tiene 19 años. Está en segundo de Lengua Inglesa y es de un poblado de la Isla de la Juventud. “Fui de las pocas que fue a la escuela en mi barrio. Allá todo el mundo se concentra en criar animales y cuidar las tierras”. En un principio no tenía claro qué iba a ser de su vida, pero necesitaba mejorar. Gracias a WhatsApp se dio a conocer como profesora particular de Inglés. De tres personas con las que inició las clases aumentó a dos grupos semanales, de seis alumnos cada uno. “Solo lo hago con conocidos o personas recomendadas por amigos porque no tengo licencia”.

Los jóvenes aseguran que emplearse con el gobierno tiene varias consecuencias negativas. Primero: la poca remuneración económica que reciben, nunca mayor de los 450 pesos; segundo, las dificultades para conseguir un puesto afín a tus habilidades debido a que siempre buscan personal de experiencia. También está la explotación, los de mayor práctica entregan todas las responsabilidades al novato y se quedan con el premio, sobre todo en esferas en las que se otorgan estímulos en CUC.

Como redactora de informaciones para la emisora Radio Reloj comenzó Karla su vínculo directo con el periodismo y el trabajo oficial. Su horario era de siete de la mañana a la una de la tarde, de lunes a sábados. Antes de la subida de salarios que tuvo este sector recientemente cobraba de 500 a 550 CUP mensuales, luego lo bajaron a 420 CUP. “Protesté y dijeron que la medida no dependía de ellos, que no podían hacer nada. Terminé mi contrato y no fui más. Fue injusto porque yo trabajaba del mismo modo y rigor que un empleado graduado”.

Saily cursa el quinto año en el Instituto Superior de Diseño. “Con los cuentapropistas he encontrado un espacio donde no hay límite para mi creatividad en función de sus peticiones. He creado imágenes, logos, ilustraciones, sellos representativos. La remuneración es alta porque es un mercado de competencia donde la inteligencia vale”.

En Marianao, Dagoberto es propietario de un café-restaurante. “La actualización de la página web del local la llevan dos alumnos de cuarto año de Comunicación Social. Tienen iniciativas y conocimientos sobre marketing, publicidad. Son de gran valor porque manejan la cara virtual de este establecimiento. Con satisfacción les pago 75 CUC a cada uno. Nadie de mi edad tiene preparación para esta tarea”.

En el 2009 se puso en vigor el Decreto Ley No. 268, el cual contempla en su capítulo dos que a los estudiantes incorporados se les reconocen todos los derechos de la legislación laboral, así como los estipendios y retribuciones que por demás conceptos reciban.

“No entiendo que ganan con permitir algo que no cumplen. Si todavía vas a la Facultad, en los lugares te pelotean, -ven mañana, te atenderemos- y así pasas meses esperando una respuesta. ¿Entonces, cómo sobrevives? Tienes que buscarte la vida de otra manera”, expone Raicel, de Historia del Arte.

Abel, por su parte, comenzó fregando de seis de la noche a once, en una paladar. Con los meses se convirtió en mesero y su sueldo aumentó de 50 CUP a 5 CUC diarios. “Termino muerto, y lo peor es levantarse temprano para ir para la escuela por la mañana al otro día”. Pero gracias a esto puede asegurar lo básico y darse gustos que ni imaginaba.

Poder continuar sus carreras

En un artículo publicado en la prensa oficialista, directivos de la Educación Superior reconocían que las necesidades monetarias son la causa fundamental de esta situación:  “Lo hacen para disponer de los recursos materiales primarios para poder continuar sus carreras”.

El trabajo con el turismo sigue siendo una opción viable. Melissa, de Filosofía, es dependienta durante sus tardes de un stand en la feria de la Avenida del Puerto. “Antes, con los cruceros, esto no paraba. Comerciaba cuadros, prendas de vestir tejidas, sombreros, bolsos. Hubo días que me llevé cerca de 100 CUC por comisión en las ventas. Los días malos, de 30 a 50; ahora todos son penosos. Estos viajes terminaron y con ellos la buena racha. A veces no almuerzo y me llevo el CUC para poder llegar a casa.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas, datos de 2016 y 2017 confirmaban la existencia de más de mil jóvenes trabajadores, con edades entre las edades 17 y 29 años. Durante este mismo período, el número de cuentapropistas creció de 522 855 a 535 560 y de ellos el 32 por ciento eran jóvenes.

Eduardo se dedica a la artesanía desde su cuarto de la beca. Realiza pulsos, aretes, collares o cualquier objeto de metal, madera e hilo que le permita su imaginación. Luego las vende en las ferias a un costo mínimo, pero por cantidades. “Los materiales los consigo baratos en mi pueblo y a veces hasta gratis, el dinero solo lo gasto en las herramientas. A lo mejor me juego mucho, y no es la mejor opción, pero desde que hago esto puedo pensar un poquito más en mí.”

 


 

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