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El cuentapropismo es bueno, dicen ahora en Cuba

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El cuentapropismo, visto hasta hace muy poco en Cuba por el oficialismo como algo negativo, al parecer es bueno, genera empleos y riqueza.

Dice y se pregunta a su vez, el periodista espirituano Enrique Ojito, reconocido en Sancti Spíritus y en toda Cuba por ser siempre fiel e incondicional a todo lo que diga el sistema, que en cuanto al tema del cuentapropismo en Cuba “paulatinamente ha ido disipándose la aversión”, porque claro, aunque aún sigue siendo “manifestación concreta de la propiedad privada”, ahora está “favorecido por una nueva política de ampliación y perfeccionamiento, aprobada por el Consejo de Ministros”.

¡Qué bárbaro! Bastaría solo ese párrafo introductorio del artículo en Escambray para cuestionarse lo que viene detrás en su totalidad. Es más que evidente que a Ojito, como buen militante del Partido Comunista de Cuba que es, y fiel seguidor del hombre que más hizo por estigmatizar la propiedad privada en Cuba, Fidel Castro, los cuentapropistas no le caen ni medianamente bien.

Pero claro, otros tiempos corren y es probable que si se revisan sus trabajos en el pasado reciente, se encuentren buen par de perlas -artículos- de Ojito, arremetiendo contra el cuentapropismo como “manifestación concreta de la propiedad privada”, tan contraria a los preceptos ideológicos del socialismo, y que socava intereses para la formación del Hombre Nuevo. ¡Vaya lata!

Ahora, como les han enseñado a la mayoría de los periodistas oficialistas, que cuando quieren decir lo que sienten y llevan por dentro, Ojito cita “al pueblo” y dice que el pueblo ya no le tiene ojeriza al cuentapropismo.



¡Qué bárbaro! No por gusto Ojito es Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de la vida (2020) y Máster en Ciencias de la Comunicación; además de ganador de los más importantes concursos periodísticos del país.

Resulta ser que ahora es el pueblo quien ha comenzado a cambiar su mentalidad con relación a las formas no estatales de producción; y alega que este cambio en la mentalidad con relación al cuentapropismo, o como él lo llama “paulatina mutación”, “ha estado sustentada en blanco y negro en la Constitución de la República, los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, así como Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista”.

Luego, como buen periodista formado en el sistema, olvida mencionar que hay elementos de sobra que incitan a creer que una parte de los emigrantes cubanos que se marcharon de la isla y arriesgaron sus vidas en el mar o cruzando fronteras, lo hicieron porque el trabajo por cuenta propia les era prohibido.

Miles de cubanos vivieron con el cartelito de “macetas” puestos en sus frentes, tras encontrar formas de ingreso en modalidades de trabajo no estatales. A miles de ellos el gobierno, a través de sus órganos y organismos del orden y la justicia, persiguió, arrestó, condenó y hasta confiscó sus bienes, bajo figuras delictivas asociadas a su labor como “cuentapropistas”.

Sin embargo, Ojito no tiene reparos en darle el visto bueno a esta decisión del Estado, ahora, y dice que no es una “determinación episódica”.

“La decisión se articula a la estrategia fomentada por el Gobierno central con miras a sacar a flote la economía nacional, en ascuas por la crisis asociada a la pandemia de la COVID-19 y por el bloqueo de Estados Unidos, sismo de gran intensidad que sacude cada sector socioeconómico de Cuba”, señala.

Está más que claro: de no haberse vistos con la soga al cuello, jamás hubiesen aceptado las evidencias de la necesidad del trabajo de los cuentapropistas como generador de empleos y riquezas para los cubanos.

Ojito, aunque me resista a creerlo por lo diferentes que son, físicamente, se me parece muchísimo a un jefe que tuve, militante del PCC también, obediente como ninguno, que un día decía y defendía una cosa, y al otro, tras recibir las orientaciones pertinentes “de arriba”, defendía con más vehemencia lo contrario.

De gente así, de periodistas así como Ojito, está llena la República de Macondo.

Ariel P.

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