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Cuba

Esteban Morales y la Revolución perdida

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Al parecer al destacado intelectual cubano Esteban Morales se le ha perdido “La Revolución”. Al menos esa del 59. Y la anda buscando.

Al parecer al destacado intelectual cubano Esteban Morales se le ha perdido “La Revolución”. Al menos esa del 59…

La divulgación del video del arresto del joven periodista y escritor Carlos Manuel Álvarez,  ha puesto al destacado profesor Esteban Morales en 3 y 2. Algo así como un rápido corredor en primera base, con un lanzador de 95 millas en el box y un catcher, como Ariel Pestano en sus buenos tiempos, en la receptoría. ¿Salgo o no salgo hacia segunda?

Y es que ver a unos policías -Seguridad del Estado- reprimir el derecho de un ciudadano sin causa pendiente ni delito alguno a que salga de su casa, es lo más cercano a una dictadura, aunque a Esteban -según su último post- parece que no le gusta que la llamen como tal.



Los franceses, tal vez, se ofenderían mucho si Esteban, toda una cátedra de conocimientos dentro de la isla, llamase Revolución a eso que en los últimos días se ha revelado ante algunos ojos -los de Esteban Morales incluidos- sin vendas ni tapujos. Es probable, pienso, que estar tanto tiempo encerrado -covid-19 y lectura de libros- le haya rebajado al destacado profesor el nivel de contacto con la realidad. Por más que le duela, y sin ánimos de exacerbar contradicciones, Esteban Morales parece ahora mismo una persona atrapada en el tiempo. Entre una Revolución que soñó y vivió; otra que le contaron que era y la que actualmente está percibiendo, gracias a la magia de las redes sociales, la tecnología y la fuerza bruta de no pocos agentes del orden en el país.

Lo más triste es que no es Esteban el único intelectual destacado -y revolucionario- que por estos días se ha quedado estupefacto oyendo y viendo “videos” similares, pero muy distintos a este último (el del arresto de Carlos Manuel). Morales, al igual que otros muchos estudiosos y académicos, ha visto botellazos y patadas en una puerta, falsos médicos, ácido derramado por debajo de una puerta, actos de repudios, un funcionario del Partido violentando a una periodista cubana que trabaja para AFP, a miles reunidos para una tángana en el Parque Trillo donde aparece, sin nasobuco, el dizque máximo dirigente de un país que, horas antes, llamaba al pueblo cubano a extremar las medidas de precaución y respetar el aislamiento social a fin de evitar la propagación del coronavirus.

De golpe y porrazo, en unos 15 días, a Morales la Revolución se le ha caído delante. El hombre, sabiéndose justo, pide que la levantemos y por respuesta recibe no pocas “sugerencias” de personas que, como él mismo dice, creen que por defender la Revolución se puede pasar por encima de las leyes.

No ha sido el único, repito. Hasta dos jóvenes como Yadira Lugo -pareja de Yoel, integrante del dúo Buena Fe- y Pedro Jorge Velázquez, un joven cubano “muy activo” en las redes defendiendo a “la Revolución”, se quedaron ayer sin respuestas ante lo que se está viendo, gracias al valor de no pocos activistas y de la tecnología. Ambos deben haber sentido la misma decepción que la tía de un internauta que ayer, explicaba en Facebook como la mujer lloró al ver esas imágenes tristes de un policía político reprimiendo sin argumentos la libertad de un ser humano y su derecho de caminar libremente por las calles, mientras su tío decía que ese video “estaba manipulado por la contrarrevolución”.

Es hora quizás de reconocer entonces que estos videos, sumados a la difamación de manera descarada, mediante manipulación de imágenes y alteración de discursos, en los reportajes de la Televisión Cubana para “defender la Revolución”, son más o menos parte del mismo plan macabro que, por ejemplo, nos dice que todos los cubanos están de acuerdo con las nuevas medidas, y que forma parte del discurso de mentiras y odios al que Morales, muy justamente se opone.

Lo único que no es mentira, es que Tony Castro se paseaba por el Mediterráneo hace unos años en un yate millonario y comía en carísimos restaurantes, mientras que Mariela Castro, que sí pudo casarse con un extranjero y no ser considerada “jinetera”, exhibía impúdicamente sus ganas de comer langosta. Mientras eso sucedía, el pueblo se alimentaba, si acaso, con croquetas, aunque la Revolución les prometió a todos que todos comerían lo mismo. Mariela Castro y Tony Castro incluidos.

Ambos ejemplos son, no traídos por los pelos, una muestra fehaciente de esa “otra Revolución” que al parecer Esteban Morales nunca había visto. O de aquella otra que de pronto, sin él darse cuenta, se desapareció.

Roberto A.

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