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Cuba

La doble ganancia de ser parqueador en La Habana

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Texto y foto: Vladia Rosa García

Los parqueadores están contratados para cuidar los carros estatales. Por la izquierda, se buscan un dinero extra

Ya es algo usual caminar por las vías exteriores a los parqueos estatales y encontrarlos abarrotadas de carros. La mayoría de estos vehículos carecen de un contrato para acceder al interior del estacionamiento; sin embargo, esto no significa que su seguridad no esté garantizada.

Doble empleo, así podríamos llamarle. Unos pagan el servicio previamente consensuado con el Estado que los acredita para disfrutar de una capacidad y la protección del transporte. Otros, impulsados por la necesidad, recurren a contratos externos exclusivamente con los parqueadores.

Lorenzo, quien realiza este oficio desde hace 10 años, asegura que es un trabajo difícil y para nada bien remunerado. “La nocturnidad complica las cosas. Aparecen los borrachos y te toca controlarlos, evitar que toquen los carros y estar pendiente de todo. También los muchachos cuando salen de las fiestas, les gusta lucirse, tirar piedras o husmear. Hay que estar preparado para cualquier situación”.

Aun así, además de los 15 automóviles de dentro, cuida 8 fuera. “Por cada uno gano 1 CUC diario”. A eso le suma los 400 pesos mensuales  y alcanza para vivir. “Algunos lo ven como una candela, pero yo no sé hacer otra cosa. Antes hacía guardia en una escuela e igual le hacía el favor a los vecinos para ganar el extra. Aquí me siento cómodo”, agrega.

Muchos de estas áreas se encuentran en entre calles o zonas de difícil acceso. La única queja de quienes ejercen como parqueador radica en la escasa iluminación de los estacionamientos. “La mayoría cuenta con un foco. Vigilar así es bastante complejo, sin hablar de la poca iluminación de las carreteras”, expone Alberto. Él labora en un emplazamiento ubicado en la Víbora.

Los trabajadores explican que cuando el local está lleno recurren a otros guardias de confianza. “Cuatro ojos ven más que dos. Si hay carros modernos es mejor precaver antes que lamentar. Eso los clientes lo agradecen y mientras mejor servicio, mayor es la ganancia y las personas interesadas. Este es el sustento de mi familia, tengo que cuidarlo”, aclara Raidel.

Ulises maneja el Lada de la empresa en la que labora. A veces lo saca en las noches para resolver problemas. Si es muy tarde recurre a sitios con dichas características. “En primera instancia no confiaba mucho, y pasaba dos o tres veces en la madrugada. Luego me di cuenta que está bien organizado. El compañero se sabe hasta las chapas, conoce a cada uno  y no deja que nadie ajeno se acerque”.

Otros, aunque no utilizan dicha prestación a tiempo completo, cuando han tenido que hacerlo les ha resultado provechoso. “Tuve mi garaje inundado dos semanas. Un socio me llevó hasta donde le vigilaban su carro y allí durmió el mío 15 días. La verdad en ese período todo transcurrió de lo mejor. Le pagué 20 CUC en agradecimiento. No me quejo”, declara Félix, chofer particular.

Hay quienes recurren a los parqueadores porque viven en edificios y se les dificulta un espacio donde guardar el auto. “Antes ni dormía, pasaba la noche vigilando que no se lo robaran”. Hace un año probó y constató que al menos garantizan seguridad. “Además, trabajan 24 horas”, concluye Walter.

“La búsqueda”, le dicen los cubanos a actividades de este tipo. Un servicio en los límites de la ilegalidad pero que no causa daños, sino beneficios a la población y sobre todo a los choferes.

 


 

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