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Discapacitado en Cuba se queja; no le llega su pensión

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Un discapacitado cubano que trabajó, a pesar de sus enfermedades, durante varios años, decidió jubilarse y solicitar una pensión. Han pasado 2 años y está aún “en el papeleo”.

Un cubano, identificado como Ángel Montero Hernández, residente en el apartamento 22 del edificio A-13, en la zona 2 de Alamar, municipio capitalino de Habana del Este, escribió a la sección Acuse de Recibo en el diario oficialista Juventud Rebelde para narrar, no sin dolor, como una pensión solicitada por él sencillamente no le llega.

Y no es que no le llegue, es que ni siquiera se la han aprobado.

Ángel tiene 44 años y es impedido físico desde que nació. Posee una “parálisis cerebral infantil espástica, y pie equino en ambas extremidades”, explica la nota del periodista Pepe Alejandro, quien agrega:

“Se ha sometido a seis intervenciones quirúrgicas en el hospital ortopédico Frank País. Y ha logrado caminar, pero con limitaciones en la locomoción, que le impiden trasladarse sin ayuda a la mayoría de los lugares”.

Con ayuda de sus padres y hermana, Ángel logró estudiar, superarse y hasta se graduó de Licenciado en Informática con Título de Oro. Ya graduado, no sin sacrificios, trabajó mientras las fuerzas se lo permitieron. Ahora, con dificultades acrecentadas en su locomoción, por lo degenerativo de la enfermedad, con unos padres viejos que ya no pueden ayudarle económicamente como antes, Ángel solicitó le fuera concedida una pensión.

Hizo la solicitud desde finales del 2019.  Y entre una cosa y la otra, su hermana, encargada de realizar el papeleo burocrático, se encontró un año después, en septiembre del 2020, en ningún lado.

“Desde septiembre de 2020 y hasta la fecha, afirma, no se ha resuelto. En varias ocasiones la compañera Ana, de la filial del Inass, ha presentado la documentación en la comisión de peritaje médico, y se la han rechazado por razones absurdas, como que el cuño del resumen de historia clínica no está legible, cuando se lee perfectamente el nombre del médico y su firma. O que el certificado de diagnóstico con fecha de 17 de diciembre estaba vencido a inicios de enero del 2021. O que los cuños del certificado de diagnóstico no coinciden con los del resumen de historia clínica.

“Y siempre le habían esclarecido a mi hermana que el diagnóstico de enfermedad no debía ser del hospital, sino de su área de Salud; y además el contenido de mi enfermedad está bien detallado en ambos documentos.

“En medio de la situación epidemiológica que está atravesando La Habana, y los altos precios de muchos bienes y servicios, me siento sin respaldo económico para enfrentar esto. ¿Hasta cuándo seguiremos con las trabas y el burocratismo? Creo innecesario tanto papeleo cuando solo basta verme para confirmar mi cruda realidad”, concluye este cubano que lo único que pide es una pensión, debido a su enfermedad, y todo lo que recibe son evasivas.

Seguramente ahora, como casi siempre, se creará una comisión para analizar el tema de la pensión de Ángel. En menos de una semana se la otorgarán, y a los involucrados en el proceso de la demora durante tanto tiempo, les harán una amonestación privada o ante su colectivo laboral, que de escarmiento servirá bastante poco.

Así lo dicta la experiencia.

Si no, que le pregunten al propio Pepe Alejandro en el Juventud Rebelde.

Ariel P.

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