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Cuba

A darle agua al dominó este fin de año

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Sobre la mesa 55 fichas y se armó: los cubanos disfrutarán dando agua al dominó este fin de año

¿Cuál es el deporte nacional de Cuba? Seguro te viene a la cabeza, inmediatamente, el béisbol. Y ¿por qué no el dominó? Estas fechas son las mejores para demostrar nuestro amor por el entretenimiento de mesa. Amén de que en la mayoría de los barrios haya una mesa de dominó permanente, en fin de año toda Cuba se convierte en una caja de 55 piezas de madera o plástico, con sus respectivos puntos encima.

Los que llevan años jugando dominó sí apoyarán mi propuesta de convertirlo en el deporte del pueblo. Dariel y sus amigos, por ejemplo. “No puede faltarnos en ninguna reunión. Las duplas están establecidas desde siempre, pues jugamos los amigos de toda la vida. Para mí, es una manera de expresar mi personalidad, la única constante a pesar de mi estado de ánimo. Si me siento bien, celebramos con una partida; de pasarla mal, con una data lo olvido todo”. La foto a continuación lo demuestra. Durante el huracán Irma, cuando el mar se adueñó de la parte baja de La Habana y el agua la cubrió hasta casi un metro de alto, los jóvenes encontraron un portal donde celebrar su peña.

Aunque una en un millón, Zoe no conoce mucho al respecto. Ella y su abuela se entretenían “con las fichas cuando era chica, pero ya de grande no las volví a tocar. Escasamente sé poner una detrás de otra”, me explica. Tal vez es ese el motivo por el cual no entiende mi pulso constante con El Negro, una guerra encarnizada para demostrar quién es el mejor.

Así, la confianza en la pareja de juego, la incertidumbre vivida cuando esta mete la pata y la sensación de poder que nos invade cuando pasamos al contrario son ajenas para ella, una en un millón. Para el cubano promedio no. Sin importar la edad ni la clase social. Irán está al tanto de eso. Cada tarde, sale de su casa acompañado por su bastón; cinco cuadras después está en el parque Mariana Grajales. En una de las esquinas, el grupo de ancianos tiene su mesa todo el año. Las citas se celebran, hasta cierto punto, “a modo de terapia contra la soledad. De ese modo nos hacemos compañía entre todos”, enfatiza.

El dominó potencia la atención –para estar todo el tiempo a la caza de un forro-, además de fortalecernos los brazos cuando damos agua al final de la partida. Llegó para quedarse. Está tanto o más democratizado que la pelota, y para colmo los jugadores nos decepcionan menos.

Los nacidos en la isla sufrimos y gozamos el dominó. Cada cubano pierde peso cuando suelta “la caja de láguer”, aprendemos historia -“cuartel convertido en escuela”-, nos comemos un “dulce” o conocemos las bajas de una batalla donde “cinco mil y más murieron”. Claro está, nada de eso se compara a la vergüenza de bajar la cabeza, con el consiguiente nudo en la garganta, para decir “no llevo”, justo cuando sabemos que el contrario se pega. Si tenemos aún la gorda, la decepción es peor.

Texto y fotos: María Carla Prieto


 

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