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Coronavirus Cuba

Cubanos visualizan un futuro incierto tras la pandemia

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El coronavirus ligado a la falta de suministros ha sumido en la desesperanza a cubanos que temen por un futuro incierto

Cuando ya los cubanos confiaban en que la pandemia por el coronavirus estaba a punto de ser controlada, la confirmación de nuevos casos debido a eventos de contagio masivo han vuelto a preocupar a una buena parte de los habitantes de la isla, sobre todo de La Habana, donde se reportan la mayoría de los contagios del COVID-19. Un futuro incierto parece avecinarse.

Sin embargo, en honor a la verdad, las autoridades sanitarias han podido detener en cierta medida la expansión del coronavirus por el país, por lo que ya muchos empiezan a pensar cómo sería Cuba en un escenario post-Covid y la imagen que les asalta la mente no es realmente muy halagüeña.

“Parece que podremos vencer el coronavirus y empezar a convivir con la enfermedad como tantos otros países. Pero lo más preocupante ahora es la crisis económica que al parecer nos viene encima. Las colas para comprar cualquier cosa son inmensas y no quiero ver lo que pueda venir. El propio gobierno ha insinuado que pueden llegar más problemas económicos aunque no hayan querido llamar las cosas por su nombre y mencionar la palabra crisis. De todos modos todo indica que para allá vamos. Lo peor es que entramos en la pandemia del coronavirus en medio de otra crisis y ahora vendrá una más grave. Ya en la calle muchos mencionan la palabra Período Especial y para los cubanos esa es una mención que asusta”, dijo a Cubacomenta una maestra de primaria mientras pedía su turno en una larga fila para comprar productos de aseo en el Vedado habanero.

Esta reportera visitó varios establecimientos durante este viernes para conocer las impresiones de los cubanos sobre la etapa que podría vivir Cuba tras la pandemia. La opinión generalizada gira en torno al temor que la mayoría muestra sobre el agravamiento de una crisis económica que en mayor o menor dimensión nunca ha dejado de nublar el cielo cubano. Un futuro incierto les asusta más.

Miguel Reyes es un estudiante universitario que se ha “echado la casa sobre las espaldas” porque comparte su hogar con su abuela, de 70 años, que padece diabetes e hipertensión arterial, por lo que se ubica entre las personas más vulnerables por la enfermedad. El joven sale dos o tres veces por semana para comprar insumos básicos, especialmente alimentos.

Expresa, entre bromas, que ha pasado la mayor parte de la cuarentena en colas para comprar pollo, atún o algún otro alimento. Cuenta con los dedos las horas que ha pasado en las colas. Se sorprende cuando recuerda que estuvo en una inmensa fila desde las 5:00 a.m hasta las 12:00 del mediodía para comprar un nailon de pollo tras presentar su carnet de identidad a un policía que vigilaba la entrada a la tienda. “Fueron casi ocho horas. Nunca en mi vida había pasado por esto. En la cola las personas ni hablaban del coronavirus, sino de un nuevo Período Especial, una época que no viví pero que no quisiera que volviera a este país”, añade.

“¿Has pensado cómo sería Cuba después del coronavirus?”, le pregunto. El joven se encoge de hombros y mira a la distancia. “Todo indica que vamos de cabeza para una situación económica grave. Y lo lamento no por mí, sino por mi abuela que ha vivido toda su vida de crisis en crisis. Si tuviera con quien dejarla me iría a probar suerte en otro país aunque no pudiera terminar la carrera. Lo hiciera además para poder entregarle una mejor vida aunque no pudiera acompañarla”, admite en voz baja el muchacho mientras una leve tristeza se le asoma en los ojos que borra inmediatamente.

“Tengo que seguir luchando. No hay de otra”, remata y se despide. “ Hoy tengo que comprar malanga pero no hay en ningún sitio. No sé cómo la voy a inventar, de lo contrario tendré que conformarme con plátano aunque el gastroenterólogo se los quitó a mi abuela debido a su gastritis”.

“Cuba no aguanta otra crisis”

Desde temprano en la tienda Galerías Paseo se agolpan cientos de personas en busca de productos que cubran sus necesidades mínimas. Tanto de aseo como de alimentación. Una señora de unos 50 años espera a su hija para que puedan comprar mayor cantidad de alimentos ya que han sido racionados -al parecer- por la falta de disponibilidad y de recursos monetarios para comprarlos por parte del gobierno.

La señora, que prefiere no divulgar su nombre, menciona ante todo las trabas impuestas para el sector privado que han impedido desarrollar la economía y la falta de confianza de los inversores extranjeros en las instituciones cubanas. “Si hubieran dado más libertad a los negocios por cuenta propia la crisis que vivimos y que se nos avecina no fuera tan fuerte. Existirían otras formas de sufragar las necesidades del pueblo en una alianza que no existe aún. El propio Miguel Díaz-Canel ha tenido que reconocer la importancia del sector privado, pero lo ha hecho ya cuando el problema se nos viene encima y nadie pueda imaginar sus verdaderas proporciones. Espero para el bien de este país que dejen el miedo histórico a los cuentapropistas y busquen la mejor solución. Porque los que saldrán más dañados serán los cubanos comunes y corrientes. Cuba no aguanta otra crisis”, asegura.

A su lado un hombre la mira con cierto recelo, balbucea algunas frases y se aleja. Ella lo observa con desconsuelo y señala: “Después de esta pandemia también tenemos que dejar definitivamente a un lado el temor a expresarnos libremente. Para que un país funcione todo el mundo tiene que hablar porque nadie, ni los dirigentes, tienen la verdad absoluta”.

“Yo solo quiero echar para adelante”

En una tienda dedicada a vender productos de aseo en la barriada del Vedado, en Plaza de la Revolución, las personas llegaron desde temprano para adquirir pasta dental y jabones. Pero no saben si cuando les toque el turno podrán alcanzar. En la cola se ve a personas de diferentes rangos de edad, incluso mayores de 60 y 70 años, a pesar de los continuos llamados a que se queden en casa por pertenecer al grupo de “los vulnerables”.

Me le acerco a una señora de unos 77 años que lleva unas jabas en la mano. Me cuenta que no puede pagar el precio de la pasta dental en el mercado negro, que ha “llegado a costar un tubo hasta 10 CUC”.

“ Quisiera ser optimista pero veo el futuro bastante incierto para Cuba después de la pandemia. La economía tocó fondo y nadie ha explicado de forma lógica como saldremos de ahí. Solo he escuchado discursos que se parecen a los mismos que he venido escuchando hace años. He oído que piden desatar las fuerzas productivas para llevar más alimentos al pueblo pero no dicen cómo lo harán. A mí a estas alturas no me queda otra que resignarme y ver como mi familia me ayuda, que casi toda vive en Estados Unidos. Pero hay otras personas que pueden vérselas más negras que yo. existe una falsa creencia de que todos los cubanos reciben remesas. Y eso no es cierto”, aclara la señora.

La mayoría de los cubanos esperan que en algún momento Cuba pueda salir del abismo histórico en que se ha sumergido. Muchos coinciden en el daño del embargo estadounidense, pero opinan que también ha sido una excusa bajo la cual se ha ocultado la mala administración del país.

“Los cubanos nos merecemos un mejor futuro, por tanto que hemos resistido y luchado para sobrevivir. Los discursos, como todos sabemos a estas alturas, no cubren las necesidades básicas. Es cierto que hemos sabido enfrentar el coronavirus gracias al tesón de los médicos; pero cuando esto pase, ¿cómo será este país”, se pregunta un hombre de unos 63 años que luchó en la guerra de Angola y me enseña unas cicatrices dejadas por la explosión de una mina que le impactó cerca. “Me le escapé a la muerte”, sonríe.

Jesús, como se hace llamar, deposita sus esperanzas en la apertura para que los cubanos de todas partes del mundo puedan invertir en la isla y que “las inversiones no sean filtradas por una connotación ideológica, un filtro que ya sabemos todo el daño que la ha hecho al país. Yo solo quiero echar para adelante con el concurso de todos los cubanos decentes que trabajan y quieren un país próspero, vivan en Estados Unidos, La Habana, España o en cualquier otro lugar. Si siguen las trabas que frenan las libertades individuales no avanzaremos y la crisis económica que se avecina nos ahogará por completo”.

Texto y fotos: Lucía Paz

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