Cuba
Cubanos fundan taller independiente de artes para niños
Grabado, pintura, cerámica, fotografía, dibujos animados, o mosaicos: todo esto ofrece un taller independiente de artes para niños
El nombre me pareció poco convencional. Tu taller me parecía una muestra de vagancia de dos pintores, pero cuando 10 minutos después me referí al proyecto como “Mi taller”, lo comprendí todo.
“El cerebro te juega una mala pasada, y casi siempre la gente cambia el posesivo a primera persona. Es esa precisamente la intención, que las personas se adueñen de la idea y la defiendan como si fuese de su propiedad”, me explicó uno de los profesores.
El proceso a continuación fue bellísimo. Durante toda la tarde, los niños y yo pintamos sobre papel reciclado. De esa manera construimos dos horas mágicas.
Malcom Baró y Naidel Herrera son compinches en Tu taller. Egresados del Colegio de San Alejandro, los jóvenes crearon hace dos años este proyecto, cuya finalidad es dar a los pequeños las herramientas propias de las artes visuales, a la par de potenciar en ellos la socialización y las ventajas del trabajo en equipo.
“Hasta ese momento nunca habíamos trabajado con niños, mas los primeros resultados me fueron mostrando las múltiples posibilidades creativas y la posibilidad de volar que te dan. Ahora es un placer”.
El proyecto hace coincidir varias manifestaciones artísticas, con la idea de experimentar la visualidad desde todos los puntos de vista: “No queremos convertir a nadie en artista, pues esa figura no se fabrica. Simplemente, les estamos dando elementos motivacionales, los cuales nosotros mismos echamos en falta durante la formación académica”, acotó Herrera.
Como todos los comienzos, los artistas no la tuvieron fácil: “Empezamos trabajando en la Casa de Cultura de Playa, pero los directivos de allí necesitaban el espacio y nos sacaron con excusas baratas. Luego de eso nos decepcionamos un poco y nos separamos del trabajo, pero la belleza de la labor con los infantes nos hizo volver”, afirma Baró.
Luego de sumarse a varios proyectos sin éxito, buscaron un lugar para establecer su idea soñada: “No nos gustaban esos grupos porque en ellos las artes visuales siempre estaban relegadas y nosotros queríamos hacerla el centro alrededor del cual girara el quehacer. En este sentido tenemos los talleres de grabado, pintura, cerámica, fotografía, dibujos animados, mosaicos”.
Naidel juega un papel primordial en esta parte. Su formación en una escuela de artesanías le permite rescatar hoy, a través de los niños, sus habilidades en técnicas como la alambrería y el repujado: “Aquí intentamos darle una vuelta a estos oficios, que son tradicionales en América Latina. De esa idea nacieron el taller de lámparas y el de plastilina casera, buscando siempre el divertimento en el proceso”.
A la par, los jóvenes mantienen una activa labor como pintores. En este ámbito, Malcom va rumbo a la abstracción. Lo supo a partir de las clases de la profesora Rocío García, de una marcada influencia en la vida artística de ambos: “A partir de ella pudimos canalizar el proceso de entenderse y expresar las ideas de la manera más interesante o más personal. En ese momento se pintaba con el corazón, pues los materiales de la escuela muchas veces se agotaban, por lo que debíamos usar tintes, aceites de linaza, las sábanas de la casa y a trabajar”.
García les dio libertad de creación que intentan llevar a su taller cada día: “Las ideas van saliendo de ellos mismos. Por ejemplo, tenemos una niña que hizo una súper Luna y fuimos buscando como variarla de soporte. Finalmente, la imprimimos en una almohada mediante un grabado. Así, vamos reinterpretando técnicas propias de la academia”, declara Herrera.
La salida de la academia
“San Alejandro fue una gran sombrilla. Una vez fuera, nos tomamos tiempo para encauzarnos artísticamente: Naidel se fue a trabajar a un almacén y yo hice hasta de guía de turismo en el Bosque de La Habana. Lo bueno de esa etapa fue tener la libertad de pintar lo que queríamos, pues el dinero lo obteníamos por otro lado”.
“En cuanto a la pincha, soy de contar historias, me gusta mucho tener una idea que comunique dentro del cuadro. Mis referentes visuales son Matisse, Rocío García y Carlos Quintana. Tengo marcadas influencias expresionistas, aunque creo ser un poco más romántico, quizás melancólico”, refiere Baró.
Naidel no se aleja mucho de la tendencia: “Me considero un artista en formación. Me planteo todo desde lo formal, pues como soy demasiado visual, busco ante todo asociar la imagen, aun cuando lo principal para mí también sea contar una historia. Mis ideales son los pintores costumbristas. Edward Hopper el principal, pues plasmó la realidad americana de manera tan especial, que muchas de sus escenas fueron copiadas posteriormente en el cine. Su lenguaje visual es muy sutil, con vestigios de expresionismo controlado y eso me enamora. Es mi mito”.
Bajo estas premisas, los resultados no se han hecho esperar. La acogida y el apoyo brindado por los padres del grupo, los hicieron crear nuevos talleres para acoger a más de 60 infantes.
“En estos momentos estamos desarrollando un taller de pintura con plastilina. Quisimos realizar un homenaje a René Portocarrero y su manera de pintar La Habana. Tenemos pensado abrir un curso de mobiliario de cartón, pero nos es difícil encontrar los pliegos. También repetiremos los talleres de éxito, como el de historietas, fotografía, el de calado, aunque buscando cambiar el contenido del proceso creativo”.
“Buscamos ampliar la matrícula creando otros talleres, pero también eventos que llamen la atención sobre el espacio para convertirlo en un lugar de confluencia para aquellos que tienen sensibilidad por el arte. Les brindaremos un espacio a quienes comienzan a hacer carrera y a los recién graduados de Historia del Arte, capaces de generar una crítica inteligente”, define Naidel.
Los talleres
“Tenemos clases regulares separadas por grupos etarios durante dos horas. Estos son los sábados y domingos a partir de las 10 de la mañana. Además abriremos un curso de dibujo natural y creativo, con una duración de tres meses y los materiales incluidos. El curso de Fotografía y Apreciación fotográfica también comenzará próximamente”, concluye.
La tarde vuelve a llenarse de niños. Me miran de soslayo, preguntándose quién es la nueva. No puedo permanecer más tiempo y me despido de todos. Casi al salir, la pequeña mano de Lorena me detiene. Traía, además de su enorme sonrisa, el boceto de su SuperLuna.
Texto y fotos: María Carla Prieto