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Un cubano fue “figura clave” en aterrizaje de Apolo 11 en la Luna

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De Apolo 11 se han escrito decenas de artículos. Todos recuerdan nombres como Buzz Aldrin y sobre todo, Neil Armstrong; pero detrás de esos rostros visibles, detrás del éxito de la misión más famosa en la historia espacial de los EE.UU., hay toda “una legión de ingenieros, matemáticos” y también, un inmigrante cubano.

Miguel “Chichi” Hernández fue “figura clave” en aterrizaje de Apolo 11 en la Luna, reveló el periodista Rick Jervis en un artículo escrito para Yahoo News.

Apolo 11, la misión lunar que puso a los EE.UU. un paso adelante de los rusos en la llamada carrera espacial, contó con la inestimable ayuda de este cubano que se convirtió en ingeniero de la NASA luego de salir de Cuba apenas un par de años después de que los llamados “barbudos” llegaran al poder.

Cuenta Jervis que Miguel era primo hermano de su madre, y era dentro de la familia una especie de “leyenda viviente que trabajaba para la NASA, almorzaba con astronautas y se reunía con presidentes.”

El periodista revela que mucho tiempo después fue que se percató de que su tío había sido una pieza fundamental en todo el engranaje tecnológico que permitió que los astronautas estadounidenses de la Apolo 11 llegaran y pusieran un pie en la Luna.

De Apolo 11 se han escrito decenas de artículos. Cuando se menciona esta histórica misión que tuvo lugar hace 50 años, nombres como Buzz Aldrin y sobre todo, Neil Armstrong, son los que acuden a nuestra mente.

Pero tal y como refleja en su nota Jarvis, detrás de esos rostros visibles hay toda “una legión de ingenieros, matemáticos” y también, un inmigrante cubano.

Miguel reveló a “su sobrino” que nunca imaginó que algún día estaría involucrado en ese tipo de trabajo, pero sin embargo siempre le interesaron las estrellas.

Tenía 17 años cuando una réplica del Sputnik soviético, el primer satélite en orbitar la Tierra, llegó en un barco en el puerto de La Habana.

Huyó de Cuba un poco después. Estuvo en Miami y luego se fue para Nueva York con apenas $100 dólares en los bolsillos. No sabía inglés, y sobrevivió al frío con un abrigo que le regaló una tía el cual le quedaba dos tallas más grandes.

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