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Cuba: La receta de la albóndiga apachurrada

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“En casi todos los casos se ofertan congeladas. Al llevarlas al extremo opuesto resultan aguachosas, sin plasticidad para su nueva compactación,” dice el diario de la Isla de la Juventud al analizar el caso de la albóndiga.

Una albóndiga de pescado que se vendió en la Isla de la Juventud convocó el esfuerzo culinario del diario Victoria, órgano del Partido Comunista de Cuba en el Municipio Especial, y como resultado se le ha dado al pueblo una receta o modos de cocinar la apachurrada albóndiga, como muestra inequívoca de que el periodismo debe estar al servicio del pueblo.

Bajo el título de La albóndiga y sus vueltas, el periodista pinero Wiltse Javier Peña Hijuelos deviene todo un gourmet, luego de su último trabajo en el que se reveló todo un estudioso de las colas en las tiendas cubanas y sus múltiples modos de revertir el nefasto proceso.

En esta ocasión, Wiltse nos trae un ejemplo de “la batalla por los alimentos que nos impone la COVID-19”, y menciona el caso de unas albóndigas que fueron “repartidas” en la Isla de la Juventud.

Dice el diario que se trata de “un nuevo producto para los pineros” y refiere que las mismas tienen una forma que él define como “tan arbitraria”.

“No parecen albóndigas, en buen castellano debían ser “bolitas”, resume.

Luego la define como “un recurso más, un cárnico, para enfrentar al desabastecimiento y complementar las opciones disponibles”, por lo que tenerlas en el refrigerador de la casa es “una carrera importante ganada”.

“¿Qué faltó en este propósito logrado a tiempo y bien intencionado?”, se pregunta Wiltsie y él mismo se responde.

“Justamente su forma.”

Según nos explica, a nosotros, que no vivimos en la Isla de la Juventud y por tanto no resultamos “beneficiados” con la entrega de la albóndiga de marras, “al freírlas, tal como vienen, quedan con un centro mal cocido que da una consistencia esponjosa y una impresión al paladar de que algo quedó crudo y no toda recibió la adecuada cocción.”

“Quizá se pensó que llegarían frías al comprador y este podría amasarlas y darles la forma conveniente, pero no sucede así. En casi todos los casos se ofertan congeladas. Al llevarlas al extremo opuesto resultan aguachosas, sin plasticidad para su nueva compactación.”

Todo este problema se hubiese resuelto, explica Wiltsie, “si se ofertaran como hamburguesas”.

“La forma aplastada y de poco grosor permite mejor entrada del calor,” nos señala el periodista.

“Resulta preferible que su oferta sea en forma de gruesas salchichas o salchichones, de modo que sea posible cortarlas en rodajas y faciliten que se puedan freír bien. Preparadas así resultan de buen sabor y textura,” añade más adelante.

Pero como ya el mal está hecho y la albóndiga no vino como debió venir, Wiltsie propone otra solución, o más bien una receta, comprobada por él mismo:

“Según cantidad de comensales, desmenuce parte de las albóndigas y dele un ligero hervor en una salsa de tomate condimentada. Déjelas refrescar y páselas por la batidora, agregando cualquier tipo de caldo o agua hervida, hasta darle la consistencia de pasta para untar”.

Para acompañarlas sugiere se empleen galletas, pan o tostadas. En el caso de las primeras, nos tememos que se deberá hacer tremenda cola.

por Roberto A.

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