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Cocina

Cuba: tiñen hasta granos de habichuelas para venderlos como frijoles

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Pedrito dice hoy haberse enterado que a una tía de su esposa en La Habana la embaucaron hace unos días con dos libras de frijoles colorados que compró “muy baratos”, a 35 pesos cada una, y que resultaron ser -¡escuchen esto!- granos de habichuelas teñidos.

Confieso que en días pasados vi algo parecido en Facebook pero pensé que se trataba de uno de esos “memes” o “bromas” que a cada rato se gastan los internautas entre tanto aburrimiento y recogimiento a causa de la covid-19.

Sin embargo, noto ahora con tristeza en la voz de este colaborador nuestro desde Cienfuegos, la preocupación por la desaparición de los frijoles y el auge en el precio que ya roza los 50 y 60 pesos en La Habana, y que ha llevado a no pocos, seguramente, a sacar a relucir toda su maldad e ingenio para convertir frijoles de un tipo en otro gracias a la técnica del teñido. Como si fuese cada uno de ellos Jack, el de los frijoles mágicos.

¿Con qué lo tiñen? Pues hasta con acuarela pudiera ser. Con tinte… ¿de pelo?, también; porque teñir es tan viejo como la sarna y yo, cubano, he visto usar rojo aseptil, mercurocromo, bijol, violetas gencianas y polvo de batería, para pintar de rojo, naranja, amarillo, violeta y negro, cualquier cosa que se necesite.

Compadre, ¡y yo que pensé que lo había visto todo en los 90´”, dice vía telefónica, desde Cienfuegos, Pedrito, que ya hace aproximadamente un mes o dos se quejaba del agua que venía “teñida” color chocolate por las tuberías del agua potable en la ciudad.

Precisamente al mencionar los 90´, me recordó Pedro como no pocos vendedores de maní ambulantes echaron mano a frijoles colorados para disfrazarlos de maní. Era la época en que una tableta de maní, de alto contenido calórico, era el sostén digestivo de no pocos pobres estudiantes universitarios, que consumían el producto para sobrevivir la falta de “grasa” y “proteína” en las escuelas.

Ahora, el que escasea es el frijol -entre otras muchas cosas- y no precisamente el maní, que sabe Dios si hasta también pase por el proceso de “teñido” y se convierta por obra y gracia en frijol en manos de un vendedor estafador, de los muchos que a menudo nos encontramos por la calle vendiéndonos cualquier cosa siempre que nos hace falta.

Pero, como el que inventó la ley inventó la trampa, dice Pedrito que por muy “inodoros” que luzcan por fuera los frijoles, basta una mordidita a un grano al azar para saber, por el sabor, si son frijoles o son granos de habichuelas teñidas lo que le estén vendiendo.

Por sí o por no, yo con mi pomito de agua encima; si se destiñen, ya sabré que son frijoles falsos“, aclara Pedro confiado en que el agua es capaz de sacarle el color a un grano ficticio.

Por suerte, le comento, que no hay modo de “disfrazar” el olor penetrante del café porque, de lo contrario, con lo caro que se ha vuelto, si existiese el modo de impregnarle el olor del café a un grano de frijol, no dude usted que alguien estuviese hasta sumido en la tarea, cuchillo en mano de hacerle una rajita al grano del frijol y teñirlo después de negro para hacerlo parecer un grano de café.

Sandro Nieto

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