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Cuba

Cuba: continúan las colas para comprar alimentos

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La necesidad obliga a los cubanos a perder todo rasgo de cordura y respeto. No siempre pasa, pero sucede; y todo aquel que alguna vez ha visto su refrigerador y el viandero vacíos y ha salido a la calle a conseguir algo y lo ha encontrado, en ocasiones ha tenido que hacer una cola. Como una de estas dos. O alguna peor.

Quien no tiene un amigo que trabaje de almacenero o administrador en algún lugar donde se expenda al público productos alimenticios, sale a la calle desorientado a deambular por los alrededores de “esos lugares” en espera del anuncio.

“Pollo”, “Huevo”, “Picadillo”, “Sardina en Lata”

En los llamados agromercados sucede similar. Quizás peor. En tiendas como Carlos III al menos quienes trabajan vinculados al despacho saben que “algo” viene, y saben en ocasiones “qué” traen. En los agros no. O muchas veces no.

Pero si aparece la cebolla, o el ají; o el boniato o la yuca, en cuestiones de segundos, a lo sumo cinco minutos, un enjambre de cubanos apertrechados de jabas ya están situados en el lugar de la cola que le corresponde.

Conmigo vienen dos,” se anuncian aunque sea mentira. Ese dos luego puede convertirse en tres, o en cuatro. Y si “el de atrás” deja que en lugar de los dos anunciados, sean tres y cuatro los que venían con el de “alante”, lo hace confiado en que él alcanzará; pero si se huele que no lo hará lanza un “procura que yo alcance, mi hermano(a)“; pero cuando todo se acaba mucho más adelante expresan resignados: “yo sabía que esta cola era por gusto“. Entonces llegan las especulaciones. Muchas veces con justeza.

En ese momento todos aseguran – aunque no lo vieron – que la administradora apartó diez cajas para sus amigos. De igual modo, esta dejó que las dependientas apartaran cinco cada una. Nadie sabe cuántas cajas vinieron, pero todos sospechan que si alguien no se quedó sin nada, es cualquiera de los que trabaja “dentro”.

De igual modo, todos saben que es una especie de “cofradía”. Los administradores del agro, le apartan la vianda a la que trabaja en la tienda de enfrente. Esta, le aparta par de paquetes de picadillo. Y dos más, si acaso uno, a la que trabaja en la farmacia, que a su vez le aparta las medicinas “en falta” al del agro y a la de la tienda.

Son las colas, ese fenómeno que engendra la escasez y la pobreza económica. O la incertidumbre por “no alcanzar lo que sacaron”. Donde la gente se faja, y se pelea.

Roberto A.

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