Cuba: activistas ambientalistas no se frenan ante negativas gubernamentales

Texto y fotos: Vladia Rosa García

Por la calle Obispo caminaron los activistas ambientalistas. Otros cubanos se fueron incorporando a la marcha. Pese a las negativas gubernamentales, la iniciativa no se frenó

El trayecto se caminó a pie. Cero carros, guaguas o cualquier otro vehículo que contamine el ambiente. La convocatoria oficial obtuvo respuesta negativa por parte del Estado; como alternativa, ellos decidieron marchar. El objetivo era concientizar a los ciudadanos a favor del clima, pero al parecer la palabra “huelga” en el llamamiento creó muchos ruidos en el sistema.

El pequeño grupo partió desde el Parque de la Fraternidad por la significación de la ceiba allí sembrada. El suelo donde descansa el árbol está compuesto por tierra de distintos países del continente americano, inclusive de los Estados Unidos. La meta, entonces, sería en el Emboque de Luz, desde donde parte la lanchita de Regla, otro punto contaminado de la ciudad.

Todo Obispo fue testigo de la iniciativa. “Por el recorrido se nos sumaron varias personas interesadas en nuestra labor. Avanzaron una parte del recorrido con nosotros y nos ayudaron a llevar los carteles y la bandera diseñada con el árbol de la vida”, comentó Darcy Borrero, activista participante y periodista independiente.

Cuba tiene suficientes motivos para salir a las calles en tales circunstancias. El cambio climático provoca pérdidas millonarias al país en caso de huracanes o eventos meteorológicos similares como el reciente tornado que afectó a La Habana. La recurrente sequía de los campos cubanos impide el correcto crecimiento del ganado y la migración desde las zonas rurales por falta de agua. Aun así, quienes impidieron la huelga obviaron estos datos.

La perseverancia y rebeldía del equipo se encargó del trabajo educativo, las intromisiones de los espectadores favorecieron la labor y dieron más crédito a lo que se realizaba. “Conquistamos la atención de los ciudadanos, los orientamos a favor de nuestra causa y explicamos que las actividades forman parte de un movimiento internacional que en esas horas protestaban a favor del clima”, continúa Darcy.

La ruta los topó con personajes inciertos. A su lado estuvo un recolector de plástico que dedica su vida al reciclaje por las calles de la Habana Vieja. Una señora, vestida de verde, confirmó todo lo manifestado por los activistas y sorprendentemente al despedirse reveló ser ingeniera forestal. Casi al final del recorrido aparecieron estudiantes de Gastronomía  que no dudaron en enarbolar la bandera portada por el grupo y dejar constancia del momento en una fotografía.

Forma parte del pequeño frente, Mateo, estudiante noruego aún con poco dominio del español interesado en la causa ambientalista y manifestante en su país a favor del clima. Para él la diferencia con respecto a experiencias anteriores es notable. ¿Por qué tan pocas personas se unen a la marcha?, se pregunta. En su país eventos como estos tienen miles de protestantes y una cobertura extraordinaria por los medios, teniendo en cuenta que Noruega es de los naciones cabecera de la lista en la libertad de prensa en el mundo.

A la par que ocurría la marcha, las redes sociales estallaban en inconformidades por la negativa del gobierno. Algunos comentarios apuntaban al llamamiento de una huelga, asegurando que en el contexto actual de Cuba esa palabra tenía varias interpretaciones negativas; otros, conmovidos con la disposición de aquellos que no dudaron en demostrar su apoyo a un problema que tanto nos afecta.

La vigente Constitución de la República plantea en el capítulo tres, artículo 16, que el Estado “promueve la protección y conservación del medio ambiente y el enfrentamiento al cambio climático, que amenaza la sobrevivencia de la especie humana, sobre la base del reconocimiento de responsabilidades comunes”. Sin embargo, se frenan iniciativas de la ciudadanía que persiguen el mismo objetivo recogido en la Carta Magna.