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Cuba

Claria, el alimento más abundante en la Isla de la Juventud

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“En la pescadería no se vende otra cosa. En cualquier casa de la Isla de la Juventud encuentras un paquete en el congelador”

Quien la ve en los estanques o alguna vez se la encontró desandando por tierra sería incapaz de imaginarse que para muchos cubanos constituye un plato socorrido. La claria, “el pez raro con bigotes”, como muchos le dicen, se ha convertido en uno de los platos principales en el municipio especial Isla de la Juventud.

“En la pescadería no se vende otra cosa. Una vez al mes entra bonito y para comprarlo te ponen límites, hasta dos por persona. Pero la claria es libre. En cualquier casa encuentras un paquete en el congelador. Cuando se pierden los alimentos del mercado o de las tiendas, puedes ir confiado a comprar tu claria. Esa no defrauda”, comenta Ernesto.

Los filetes limpios, cortados y sin espinas, cuestan 20 pesos la libra. “Empanizados es como mejor se comen”, declara Lianet. “Así se le elimina un poco el sabor fuerte que tiene, que en ocasiones repugna; de lo contrario se pone en ajo desde el día antes y se lo puedes dar a quien sea que no distingue qué tipo de carne está masticando”.

También se come en salsa o en trozos pequeños, como mejor le parezca a los cocineros. Según Daisy, “no todo el mundo lo sabe preparar. Cada uno tiene su librito en la cocina y la claria necesita dedicación, si no se hace así no hay Dios que se la meta en la boca”.

Otra manera de encontrarla es en estuches de picadillo, a 10 pesos. “Como son tan baratos te permiten asegurar más de una comida”, opina Diego. “A veces uno anda como loco buscando qué llevar a la mesa, y al menos a mí eso me ha salvado en los peores momentos”.

Aunque esta forma de presentación es menos aceptada como plato fuerte, le han destinado otras funciones dentro del arte culinario. “Los días de fiesta lo pongo con galletas para picar. A falta de jamón y queso, crudo de pescado como ‘saladito’. Todo el mundo se lo come sin protestar mientras se da unos tragos”, manifiesta Sandra.

Incluso los negocios privados de la zona suelen ofertar claria. “Para nosotros conseguirla se hace muy fácil y así cuidamos de que en la carta nunca escaseen los alimentos del mar”, explica una trabajadora del restaurante Isla del Tesoro.

Las leyendas populares siempre situaron a esta especie de agua dulce como algo negativo. “Si lo metes entero en el refrigerador, te lo deja vacío”, cuentan algunos, y que le tienen miedo aún pasado por grasa caliente. Sin embargo, la mayoría agradece que en situaciones de aprieto al menos se puede contar con un trozo de este pez para la cena.

Texto y foto: Vladia Rosa García


 

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