Cuba
Bares privados en Cuba: ¿una opción para todos?
Por Lucía Jerez
La mayoría de los bares privados tienen carta de bebidas cubanas e importadas, y cócteles. Sin embargo, los precios no están al alcance de todos y dejan de ser una opción de ocio asequible para muchos
La recreación debe estar en correspondencia con la afinidad y preferencias de cada quien, pero además, con su estatus económico.
En La Habana, por ejemplo, la apertura al sector cuentapropista incluyó en algunos casos el otorgamiento de licencias de bares, o sea, la autorización legal que permite vender bebidas alcohólicas en un negocio determinado. Así, la capital ha experimentado un crecimiento de este tipo de lugares, nunca antes visto después del triunfo revolucionario, lo cual ha nutrido también su vida nocturna. Desde entonces se han vuelto puntos para concertar citas, celebrar cumpleaños, promocionar bebidas, aerolíneas extranjeras y otros tipos de eventos, que hacen a mucha gente preguntarse si eso está sucediendo en Cuba.
Estos espacios no solo ingresan a los dueños e inversionistas grandes sumas de dinero al mes, también un por ciento considerable de sus ventas va a parar en forma de impuestos a las arcas del Estado.
“A mí me encantan. Todos están bonitos, bien decorados, pero no puedo ir con frecuencia porque los precios son muy altos, algunos te cobran hasta el diez por ciento de la cuenta y aún soy estudiante. Mis padres me ayudan, pero son profesionales los dos y no pueden pagarme este tipo de ocio”, dijo Lisandra, estudiante de Ingeniería Química.
Christian Núñez se graduó de Cibernética hace algunos años y tampoco puede visitar con asiduidad estos bares. “Creo que si he ido a tres, han sido muchos. La cerveza, por ejemplo, cuesta de 2.50 a 2.75 CUC, casi 75 pesos: más del doble de lo que vale en los comercios estatales”.
La mayoría de estos puntos nocturnos tienen una variada carta de bebidas cubanas e importadas, y cócteles que se elaboran en el propio lugar, donde la cerveza nacional suele ser el producto alcohólico menos costoso. Aun así, su valor nunca está por debajo de 50 pesos cubanos.
“Yo voy porque me gustan y, además, tampoco hay muchas opciones más económicas, salvo las fiestas que se hacen por la Universidad que son muy esporádicas y a veces el local no es idóneo en cuanto a condiciones”, comentó Liddyn Herrera, quien cursa la carrera de Bioquímica.
Ciertamente las entidades estatales que podrían cumplir estas funciones, con precios más asequibles, no constituyen competencia para los negocios privados en cuanto a opciones de entretenimiento. Excepto en pocos casos, el gobierno del país no ha establecido como prioridad invertir en los tantos locales disponibles que posee para convertirlos en centros de este tipo, con ofertas que pueda pagar la mayoría de los cubanos, aquellos que viven de su trabajo.
“La Casa Balear, por ejemplo, era el lugar donde siempre iba durante mis años de Universidad. Es verdad que el precio de los tragos no excede los 10 pesos y las tapas o entrepanes que ofertan también son muy económicos, lo que sucede es que no tienen buena calidad”, explica Zulema Rodríguez.
A estos sitios suelen acudir quienes tienen un nivel de vida superior al de la media. Generalmente son asiduos los cuentapropistas, artistas, productores, turistas, personas que reciben remesas del exterior, o que pertenecen a un sector de la sociedad que no es precisamente el asalariado.
Los profesionales que los visitan son, en su mayoría, aquellos que muchas veces tienen a la par contratos con compañías independientes que les reportan un ingreso extra. Los lugares constituyen un reflejo de cuán invertida está la pirámide social en Cuba.