Auge de tiendas en MLC preocupa a espirituanos

Parece mentira, pero 30 años después, los alimentos no están sembrados en las tierras de Sancti Spíritus, sino tras vidrieras de tiendas en MLC. Sí, en dólares. La gente está preocupada.

El diario Escambray, órgano del Partido Comunista de Cuba en la provincia de Sancti Spíritus, anda ocupadito y preocupadito esta semana para convencer al pueblo de esa provincia de que no habrá dolarización de la econonomía; que no se incrementarán las tiendas en MLC en el territorio; que la reunificación monetaria será gradual; y que, llegado el día “cero”, no habrá escándalo, nadie quedará desamparado y habrá un regreso a la normalidad, aunque presumimos esa “normalidad” no se acerque siquiera a la llamada “época de los rusos”.

Los espirituanos si tuvieran la posibilidad de exigirlo, pedirían que en verdad se multiplicaran los panes y los peces y que se vendieran en moneda nacional, a un precio que sus bolsillos pudieran permitirse comprarlos, pero nunca en dólares.

Ahora mismo, pescado o peces, lo que hay es mucha tenca y claria. En cuanto a los panes… el déficit con la harina es significativo. Eso sí, en las tiendas en MLC hay galletas y palitroque. Además de panetela. Todo de importación. O casi todo.

Bajo el título en el oficialista Escambray de “Todas las shoppings en Sancti Spíritus no venderán en dólares“, la sucursal Cimex y la división de Tiendas Caribe salieron a desmentir el rumor in crescendo que existe dentro de la población de que llegará el fatídico día en que no habrán tiendas que operen en CUP.

Días antes en el mismo periódico, el siempre fiel Enrique Ojito insistía en más o menos lo mismo: que el dólar no se entronizará en la economía cubana.

En buena lid, lo que necesita entronizarse en Cuba es el deseo de trabajar entre su gente; pero entre el descontento social, los años perdidos, la falta de libertades, el bloqueo interno y la parafernalia partidista ideológica socialista, lo que hay desde hace ya muchísimos años en Sancti Spíritus es unas ganas inmensas entre sus pobladores de irse del país. De emigrar.

Así pasaba, por ejemplo, en los años 90´. En pueblos como Guayos, Cabaiguán y Yaguajay, por solo mencionar tres ejemplos, la mayoría de sus residentes conocían de cerca y muy bien, las bondades del dinero sacado del trabajo en el campo.

Una realidad indiscutible es que en el territorio espirituano cada vez son menos frecuentes esos campos verdes sembrados. Parece difícil de creer pero allí también parece haberse pasado de “la producción de alimentos” a la “importación de alimentos”.

Buena parte de su población laboralmente activa se dedica a otras labores. El apego al trabajo en el campo y el trabajo en el campo como método de rédito parecen haberse desterrado de un territorio que, 30 años atrás, parecía tener sembrado en sus tierras todo el alimento que necesitaba.

Ahora, los alimentos están no sembrados, sino tras vidrieras. Y en moneda libremente convertible.

Ariel P.

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