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Cuba

La añoranza: el otro plato fuerte de estas Navidades

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Quienes tenemos un ser querido lejos, no podemos evitar recordarlo mucho en estas Navidades

La nostalgia será también un plato fuerte invariable de estas Navidades. Hoy, cuando nos sentemos a la mesa, será imposible no contemplar los puestos vacíos. Lo más triste es pensar en el motivo: hay quienes no estarán porque la vida los hizo partir antes; otros no lo harán pues su remedio es amar desde lejos.

Quienes tenemos un ser querido en la distancia, no podemos evitar recordarlo en estas fechas. Involuntariamente, nuestro pensamiento viajará hasta donde habite, cuestionándonos si ya cenó, si se sentirá arropado en ese país extraño.

Entre mis recuerdos favoritos guardo los momentos en mi Cienfuegos natal, ante la enorme mesa de mis bisabuelos. ¡Eso sí era FAMILIA! La risa se hacía incontenible todo el tiempo. Durante el día, el dominó no paraba bajo la mata de mango; el ron iba y venía; nosotros éramos felices.

Mima –mi abuela- no abandonaba el fogón de leña ni un segundo. Como el conejo de Alicia, corría de un lado a otro reclamándole al tiempo su pasar veloz, y alegando estar atrasada con todo. Chicharrones, tostones y tamales eran sus “picaditos” estrella. El barrio entero pasaba a vernos y a echar una data. Migue y yo fuimos siempre la dupla invencible.

Siempre comíamos a la misma hora. Aunque la cena estaba lista desde poco más de las ocho, nuestro placer era esperar las 10 de la noche o más tarde, haciendo rabiar a la cocinera.

Nos sentábamos todos alrededor. Entre bromas y recuentos del día, comenzábamos a comer. Mi tío siempre llegaba tarde y despistado. Nos reíamos mucho de él. Cerca de las once la bebida empezaba a correr; ya para entonces, casi todos los nietos habíamos entregado el tradicional regalo a la bisabuela.

Más tarde fregábamos la losa al completo y, los más jóvenes, nos bañábamos en el patio para irnos a la discoteca del pueblo. Entonces te sentías parte de algo; ¡así la vida se te hacía tan llevadera!

Eso que más extraño de la Navidad, me provoca lágrimas ahora. Hoy, comeré sola con mis abuelas. Aun no sé cómo convencerlas –madre e hija cabezas duras- de ir a pasar esta fecha a casa de la otra. La mayor no quiere fiestas sin familia. ¿Cómo puedo explicarle que todos se han ido?

Hoy muchos harán lo mismo que yo. Sacarán del baúl los mejores chistes de quienes están ausentes, los recordarán llorando. Gracias a las bondades de la tecnología, realizarán continuas llamadas de WhatsApp, que serán recibidas con ojos vidriosos de felicidad, añoranza o envidia de la buena, de tu tamal en hojas sobre la mesa.

La cámara te regalará una imagen de tu hermano, prima, madre, intentando sin éxito replicar la Nochebuena cubana, a la cual le falta pavo, pero tiene muchísimo amor.

En ese momento te ocultará que no ha cenado, porque hoy la comida, sencillamente, no le pasa. Sonreirá entre extraños con los cuales no quiere festejar, pues no está en el patio de la abuela e intentará negarte que, la victoria en el dominó sin ti, no sabe igual.

María Carla Prieto



 


 

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