Cuba
Las ambulancias en Cuba son pocas y tardan demasiado
27 horas han estado algunos en Cuba esperando por una ambulancia. El Sistema Integrado de Urgencias Médicas queda en entredicho
Antonio Núñez luchó en Playa Girón. Todavía tiene en el antebrazo derecho la cicatriz de una herida que se hizo con las púas oxidadas de una cerca cuando la invasión. A sus 82 años seguía siendo un tipo coherente. Reconocía que no estaba en la sociedad por la que había luchado, pero solía conformarse, hasta que un día una bacteria se ensañó con sus pulmones y le ocasionó derrame pleural. Padeció de un dolor agudo en el pecho, agravado por falta de aire, que hicieron a los médicos sospechar de un infarto.
“A las 11 de la mañana del 25 de noviembre llegamos al policlínico del pueblo. Lo asistieron, lo monitorearon y luego de múltiples llamadas para ver si había camas disponibles, hicieron el reporte para el hospital Calixto García, en La Habana. La ambulancia llegó al otro día a las 2 de la tarde a San Nicolás de Bari. Fueron 27 horas de angustia y desesperación”, cuenta con impotencia la hija de Antonio. “No se nos murió porque no estaba escrito”.
El Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM), siglas con las que son identificadas la mayoría de las ambulancias en Cuba, se creó en 1997 para con sus servicios mejorar la calidad de la atención al paciente. La prontitud y eficiencia ante una emergencia debiera ser su premisa.
La familia Núñez no es la única en la isla que ha sufrido, además de la enfermedad, la demora inexplicable de las ambulancias. La situación se pone peor cuando los convalecientes viven alejados de las ciudades o provincias donde radican los centros hacia los que son enviados.
“Muy pocos tienen el dinero para alquilar un carro a un chofer particular. Desde cualquier pueblo de Mayabeque, por ejemplo, te puede costar alrededor de 800 pesos viajar a la capital”, aclara Rosa Bermúdez. “También hay que tener en cuenta que existen enfermos, cuyo estado de salud exige un traslado en vehículos especializados, con camillas, oxígeno y un personal instruido”.
El doctor Emelio Cruz explica que durante sus jornadas en el Cuerpo de Guardia de San Nicolás de Bari (Mayabeque) ha experimentado episodios semejantes. “Es cierto que a veces las ambulancias tardan en llegar, lo mismo a los policlínicos que a los hospitales cuando dan de alta a algún paciente. Nosotros recibimos a un enfermo y procuramos mantener sobre él toda la atención requerida. Ahora, que el SIUM llegue a tiempo, no está en nuestras manos. Aunque impacienta ver a alguien desesperado y no poder hacer nada”.
Erick, ambulanciero con años de experiencia, alega que el problema radica en que los vehículos disponibles funcionando son escasos. “Si a eso le sumas las carencia de combustible que ha atravesado el país, la cosa se complica. Imagínate tú, lo mío es el timón”.
Naida vivía en San Lázaro y Espada, Centro Habana, y vio caer a la vecina desde el cuarto piso, víctima de un accidente. “Si sacas cuenta estábamos a unas cuadras del Hospital Ameijeiras y relativamente cerca del Calixto García. De que los hijos de la señora llamaron a que llegó el SIUM demoró casi cincuenta minutos. Ella murió, porque tal vez no iba a tener salvación de ninguna manera, pero es imperdonable una tardanza semejante por parte de un sistema que, supuestamente, atiende casos de emergencia”.
Texto y foto: Lucía Jerez