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Coronavirus

Aislamiento social ha salvado a 8 millones de personas

El aislamiento social es la única medida efectiva contra el coronavirus. Un estudio revela que este ha salvado la vida de 8 millones de personas en el mundo

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La única vacuna efectiva que por el momento ha jugado un extraordinario papel contra el coronavirus ha sido la del aislamiento social, aseguraron expertos de varios países que colaboraron en la publicación de un estudio donde se asegura que el aislamiento social ha salvado ocho millones de vidas en el mundo.

Un modelo SIR (con casos Susceptibles, Infectados y Recuperados) desarrollado por el profesor David I. Ketcheson y que ha tenido en cuenta las muertes diarias contabilizadas en cada país, con el estudio de los datos poblacionales de las Naciones Unidas llegó a dicha conclusión.

Ya desde 1918 se conocía de la eficacia del aislamiento social; pero cuando en el mes de enero se puso en cuarentena a la provincia de Wuhan por la COVID-19, se comenzaron a sentar las bases de un método que por el momento es lo único que puede contener a cualquier virus.

Según el estudio, las medidas de aislamiento social impuestas en Wuhan y adoptadas en el resto de los países del planeta aunque no tan eficazmente como se quisiera, han permitido salvar la vida de 7,9 millones de personas; de ellas, la mayoría (7,2 millones) en China.

En España, dice el informe, se han salvado 73 mil, y advierte que se puede perder todo lo ganado si no se actúa con cautela al levantar el confinamiento.

Según las estimaciones de un análisis realizado por expertos del proyecto internacional COVID Compass, coordinados por el español Carlos Duarte desde la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdullah (KAUST) en Arabia Saudita, el confinamiento de las personas en sus casas evitó el fallecimiento de 124 000 personas en Corea del Sur, 65 000 en Estados Unidos, 155 000 en Italia, 71 000 en Francia y 30 000 tanto en Alemania como en Reino Unido.

Las cifras para otros países son mucho menores, pero también significativas.

En el caso de Estados Unidos, las decisiones de sus gobiernos estatales de cerrar escuelas, cancelar eventos públicos y confinar a las personas en sus hogares desde mediados de marzo salvó unas 65 mil vidas. Sin esas directivas, un mes más tarde el número de víctimas en este país rondaría las 100. 000, cuatro veces más de lo que ha sucedido.

Los resultados sobre tasas de mortalidad, período infeccioso medio y ritmo reproductivo de la infección se basan en multitud de artículos científicos, informes y bases de datos. Incluyen, por ejemplo, análisis de los pacientes del crucero Diamond Cruise (que estuvo casi un mes en cuarentena cerca de Tokio), registros del primer brote en Wuhan, la propagación del virus en países europeos y excesos de mortalidad detectados en España, Italia y Nueva York.

“A partir de la cifra de muertes reportadas, el modelo predice el número de nuevas infecciones y fallecimientos, pero también se incluyen de forma empírica los efectos de distintas intervenciones de confinamiento para ver cómo influyen sobre las tasas de mortalidad”, explica Duarte a SINC.

El modelo calcula esas tasas teniendo en cuenta las estimaciones actuales de mortalidad de personas infectadas, que actualmente es 0,006; es decir, que un 0,6 % de las personas contagiadas fallecen.

“Las vidas que se han salvado se podrían perder más adelante de no mediar soluciones, como terapias efectivas o estrategias de salida inteligentes que reduzcan la tasa de mortalidad”, dice Carlos Duarte.

“Estamos trabajando en el desarrollo de este y otros modelos para su publicación en revistas científicas”, apunta Duarte, “pero ya permiten calcular el número de vidas que se han salvado (o muertes evitadas) hasta la fecha gracias a las medidas de confinamiento en relación a nuestra predicción de mortalidad y a lo que hubiera ocurrido si no se hubieran adoptado”.

“Sin embargo, subraya el experto, hay que tener en cuenta que esas vidas que se han salvado se podrían perder más adelante de no mediar soluciones, como terapias efectivas o estrategias de salida inteligentes que reduzcan la tasa de mortalidad”.

El profesor Ketcheson coincide: “Debemos ser cautelosos. Aplanar la curva reduce en gran medida la propagación del virus a corto plazo, pero también conduce a una epidemia más prolongada, con un número similar de personas posiblemente infectadas al final. A menos que desarrollemos rápidamente estrategias inteligentes a largo plazo y un tratamiento más efectivo para los casos graves de COVID-19, es posible que solo hayamos pospuesto muchas de estas muertes”.

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