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Cuba

La agonía de ir a la bodega por los mandados

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Texto y foto: Lucía Jerez

Para muchos cubanos lo de ir a la bodega a buscar los pocos mandados significa largas filas, esperas y algún que otro enfado

Pese a lo insuficiente que resultan los alimentos de la canasta básica, con el tiempo molestan cada vez más la demora y la inestabilidad de estos insumos.

“Esos productos se supone que lleguen mensualmente, pero con seriedad y disciplina, porque es nuestra alimentación. El aceite, el azúcar, el pollo y otros, aparecen de manera intermitente.  Qué hace uno para subsistir”, se pregunta Palmira Otero.

Aun cuando estas “facilidades” que el gobierno de la isla proporciona no resuelven ni siquiera la mitad del problema, deberían ser un alivio. Lejos de eso, ir a recoger los mandados es otra agonía para los cubanos.

“Las colas que se hacen, imagínate. Claro, a medida que ellos se atrasan la gente se va desesperando y aumentan las necesidades. La fila es interminable y al final hay que ir a la tienda y comprar con divisa porque no te alcanza ni para empezar”, dijo Concha Caso.

Ernesto Figueras es profesor y desde que su mujer se fue a cumplir misión quedó al frente de su padre encamado y de su hija adolescente. “A nosotros las dos posticas de pollo que nos dan al mes se nos van en una comida y ajustándonos. El resto de los días hay que ir marchando entre huevo y alguna salchicha que compremos, o unas libritas de carne de cerdo. Ya eso último es en ocasiones especiales.”

Pollo por pescado

Paralelo a ello, el Estado asigna víveres bajo subsidio a personas que requieren un refuerzo en la nutrición. De ahí que las Oficinas del Registro de Consumidores, conocidas como Oficoda, se caractericen por el gentío abrumador que solicita tramitar su dieta médica.

Estas son para pacientes con diabetes mellitus, cáncer, úlceras gástricas o sida. De igual modo, se otorga a aquellos con elevados niveles de colesterol en sangre, ancianos enfermos, embarazadas y niños menores de siete años.

Según el padecimiento, reciben leche, carne de res, viandas y el utópico pescado que nunca sale del mar para entrar a las bodegas y siempre es sustituido por el ave, de ahí la popular expresión “vino pollo por pescado”.

No obstante, en estos casos, que evidentemente precisan de una atención diferenciada y de un estilo de vida ordenado y riguroso, también se pone de manifiesto los retrasos en los abastecimientos.

“Yo soy diabética y he tenido que regresar para mi casa sin la leche. Me han dado las 9 de la mañana esperándola. Luego de dos horas de pie comienzo a sentirme débil, porque debo desayunar nada más levantarme. Es que casi nunca tengo con qué”, comenta Nixi Domínguez.

“Padezco de diabetes y eso no tiene cura. De todos modos, cada año, tengo que renovar la dieta. Prácticamente me obligan a pincharme aunque me haya hecho los exámenes en el instituto. Luego camino quince cuadras hasta la Oficoda a mostrar el papel. Entonces, cuando llego a Línea y 4 no están los alimentos. Voy tres y cuatro veces y me vuelven a decir que no ha entrado” expresa Clara Figueras.

Omar Castillo se lamenta por lo irregular que es la entrega de las viandas. “Es verdad que no es nada y que siete libritas se van en un pestañeo, pero algo ayuda. Después vas al agro y por tres malanguitas te quieren cobrar diez pesos”.

“Cuando no están en la fecha correspondiente te la duplican para la próxima, pero esa no es la idea. Porque qué comemos durante las cuatro semanas que no te dan nada. Yo digo que es como si ellos supusieran que uno se las arregla para no morirse de hambre”, asegura Eloísa Carrillo.

Ismael Santos, bodeguero en la calle Figueroa, esquina Fe de Andrade, en el municipio Diez de Octubre, explica que tanto en la ciudad como en zonas de provincia el fenómeno está dado por la escasez de combustible que tiene el país, lo cual afecta al transporte que lleva los suministros a cada destino. Sin embargo, la mayoría de los pobladores que protestan ante tal inconsciencia alegan que la situación se manifiesta desde mucho antes que se anunciara la “coyuntura”.

“Donde vivo el pan es trasladado desde el centro de elaboración hasta el punto de venta con un carretón tirado por un caballo. Las moscas que pululan a su alrededor y la falta de higiene han sido motivo de varias quejas. Aun así, cuando para ello no es necesario el combustible, son frecuentes los episodios de tardanza”, señala Marielys Fonseca, residente en la provincia de Mayabeque.

 


 

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