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Por Fernando Vargas

Hace algunos años, cuando el Internet era un sueño para casi todos los cubanos, empezaron a circular de flash en flash unos videos graciosos bajo el nombre de “Hola, soy Germán”. El youtuber chileno conectó con nuestros millennials, pues, aun con las enormes diferencias de contextos, se veían representados en aquellas historias sobre amigos, novias, familia o escuela. Ser como él resultaba entonces imposible, y para muchos todavía lo es; sin embargo, pese a las dificultades de conexión que aún persisten, varios jóvenes de la isla se las han agenciado, a golpe de voluntad y creatividad, para hacerse visibles en el ciberespacio.

Adriano López, de 20 años, es uno de los que ha conquistado el mundo digital hasta volverse líder de opinión entre sus coetáneos. Un día subió un video a su Facebook que resultó de gran atractivo para sus amigos y ahí se decidió a crear el canal ComePizzaOnline, que ya tiene más de 6000 seguidores. “La idea es hacer reír, hablar de cosas que le puedan suceder a cualquiera. Intento tocarlo todo desde una perspectiva general”, le explica a Cuballama el joven comediante, quien empezó a grabar con un celular amarrado a la ventana de su cuarto. Hoy dispone de una cámara semiprofesional y domina programas de edición audiovisual como Adobe Premiere.

Pero Adriano no ha sido el único. Otro de los jóvenes que ha logrado un reconocimiento que hasta le permite su sustento económico ha sido Fran Camallerys. Estudiaba Medicina, mas la dinámica de la carrera terminó por sobrecargarlo; empezó a ver enfermedades por todos lados y ahí descubrió que su vida iría por otro rumbo. Pasó varios cursos en la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana —academia privada que forma a fotógrafos y realizadores audiovisuales— y creyó que se dedicaría a cubrir fiestas de quince, bodas y bautizos, cuando el éxito de uno de sus videos le indicó un camino diferente: “Al empezar, pasé tres meses con 90 suscriptores, y me creé 10 cuentas para llegar a los 100. Al principio solo familiares y amigos me comentaban, hasta que hice un video sobre comida callejera que llegó al medio millón de visitas: de 500 seguidores, tuve más de 2000 en pocos días”.

Actualmente Camallerys Vlogs puede ostentar de casi 40 000 seguidores, y ello le ha posibilitado a su autor ser de los pocos youtubers que cobra por lo que hace mediante la plataforma —Youtube permite que algunos creadores de contenido trabajen para la compañía dejando que varias marcas inserten publicidad en sus materiales, siempre que tengan una cantidad considerable de suscriptores y el contenido sea atractivo para los anunciantes. Para lograrlo debió crearse una cuenta desde el exterior, pues intentó activar la opción de monetización desde la isla y nunca le respondieron.

Aunque vivir en Cuba es una limitante en muchos sentidos, Fran Camallerys apeló a sus buenas amistades para que le gestionaran el canal desde el exterior: les manda los videos, ellos los publican, y no accede desde el territorio nacional a ninguna de las opciones de administración. Además, se centra en generar crónicas de viaje, y lo complementa con un sitio web en el que vende recorridos por varios rincones cubanos.

“Me di cuenta de que los videos de temática turística me funcionaban mucho, pues no solo les interesaban a los extranjeros, sino a muchos cubanos que vivían fuera del país. También me ayudó ser la única persona desde aquí creando ese tipo de contenido. Me enfoqué en indagar qué extrañan los cubanos que están fuera. A nosotros nos gusta llegar a los extremos, por eso los temas más populares han sido mostrar algo muy barato, como sobrevivir un día en las calles de La Habana con 10 CUP, o lo contrario, visitar la piscina más cara.

“Con respecto a la monetización, funciona muy distinto en dependencia del país en el que estés. En Cuba no hay marcas que inviertan en Youtube, por tanto, crear videos para los cubanos residentes es una barrera, porque ese público no les genera nada. Por otro lado, debes tener una cuenta en un banco internacional. Mis amistades fuera de la isla me hicieron el favor de activarlo todo. Resultó complicado, pero lo más importante es mostrarle a la plataforma que le eres útil”.

Aunque Camallerys es de los pocos youtubers cubanos que logra monetizar, para muchos otros la red social se ha convertido en una puerta de oportunidades.

Evelyn Bestard es una de las chicas que usan la red social para dar a conocer su trabajo. Graduada de Ciencias de la Información en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, siempre tuvo inclinaciones hacia el arte, de ahí que su canal Miradas habaneras se proponga reseñar el quehacer cultural en la capital. Se enfoca, sobre todo, en dar a conocer a artistas noveles o independientes que tienen poco espacio en los medios tradicionales: “Youtube es la forma en que los jóvenes promocionamos nuestro trabajo. Muchas veces los medios de comunicación se enfocan en los artistas consagrados o en otros que han logrado grandes éxitos en muy poco tiempo; sin embargo, hay una gran diversidad de creadores que trabajan de forma independiente”.

El quehacer de Evelyn no ha pasado inadvertido: colaboró un tiempo con una aplicación móvil y actualmente canta en el grupo de música alternativa y fusión New World, gracias al cual ha logrado obtener los tan ponderados “papeles de artista”, necesarios aquí para realizar presentaciones públicas.

El espacio ha sido aprovechado, asimismo, por activistas para posicionar una temática en la agenda pública. Es el caso de Jhans Oscar, el único luchador por los derechos sexuales en Cuba que mantiene un espacio en Youtube con este asunto: “Creé mi canal por un grupo de problemas personales con respecto a entender mi sexualidad y cómo contársela a mi familia. Cuando comprendí que no tenía ninguna enfermedad, pensé usar mi experiencia para ayudar a otras personas. Siempre tuve interés por la actuación y se me daba muy bien hablar en público”.

El joven se dio a conocer en el mundo al documentar un experimento social en el que salió a la calle con un cartel que decía: “Soy gay. ¿Me das un abrazo?” A pesar de afrontar algunos problemas con la policía, el contenido se hizo viral, con muchas reacciones a favor y otras en contra. Actualmente su autor se desempeña como productor en una agencia de modelaje y trabaja para TropiCuba, un canal  que tiene ya varios patrocinadores, y en el que sube videos sobre la vida cotidiana en la isla.

Mantener un flujo de publicaciones constantes en un país cuya conectividad es costosa, lenta e inestable sigue siendo uno de los grandes retos para quienes pretenden dedicarse a esto. No obstante, han sido múltiples las estrategias seguidas por los jóvenes para lograr que su contenido sea publicado con cierta regularidad.

Paola Marrón, estudiante en el Instituto Superior de Arte, empezó con su hermano cumpliendo varios retos que les proponían los internautas y actualmente lleva el canal La Marrona. Diario de una artista. Se levanta sobre las 6:00 am para llegar a la zona wifi más cercana a su casa, cuando hay menos personas, lo cual le permite usar casi todo el ancho de banda y publicar sus videos en 20 minutos aproximadamente. Otros youtubers, como Jarol González, autor del canal de humor Jaryo Q’ vuelta, asegura que las salas de navegación son el mejor lugar para subir contenidos, y hasta él mismo se asombra de la rapidez de la conexión.

Lejos de verse mutuamente como competidores, muchos de estos jóvenes se han articulado para hacer trabajos en colectivo. Además de la experiencia de TropiCuba, hace dos años Edgardo Pérez y Leonardo Vargas, aficionados al cine sin estudios ni presupuesto, los reunieron para filmar la película Sangre cubana. El material, grabado con celulares y cámaras fotográficas compactas, tuvo muchas críticas por su realización, pero hoy están terminando su segunda obra. Si te ríes pierdes, con un poco más de presupuesto y el apoyo de la Fundación Ludwig y del director y actor Jorge Molina, vuelve a aglutinar a los youtubers para parodiar las clásicas películas de terror. El estreno se hará en la plataforma digital que les ha facilitado volverse figuras públicas.

El futuro de estos jóvenes en una nación que llegó bastante tarde al mundo digital es incierto, y muchas personas los siguen viendo como “muchachitos que pierden su tiempo y su dinero en Internet”. Algunos han logrado asumir lo que hacen como un trabajo; para otros, sigue siendo un pasatiempo. Sin embargo, deseos de hacer no faltan.

Germán Garmendia, el chileno que gracias a Youtube llegó al mítico Actors Studio, mostró al mundo hispánico qué tan lejos pueden catapultar las redes sociales a los que saben usarlas con constancia y creatividad. ¿Quién quita que mañana no veamos a alguno de nuestros millennials presentando un programa en horario estelar o recibiendo un Oscar?


 

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