Antiguos vecinos de 15 y E se quedan sin sus casas de toda la vida

Desde 2010 los vecinos de 15 y E comenzaron a ser evacuados. “El edificio no podía ser reparado”, les dijeron. Una cuadrilla de albañiles levanta hoy cómodas casas para “misteriosos inquilinos”

El edificio está en la intersección de las calles 15 y E, en el municipio Plaza de la Revolución. No tiene pérdida. En él, Vivi crió a sus hijos y nietos hasta que pudo.

“La construcción es de los años 20 o 30 del siglo pasado. Aquí vivíamos  unas 10 familias. Como en 2010, se empezaron a evacuar las primeras, pues el inmueble estaba en pésimo estado constructivo”.

Gradualmente, los núcleos fueron enviados a albergues, tal fue el caso de El Moro. Con su mujer y sus hijos, fue a parar al hogar de tránsito sito en la calle A, entre 17 y 19. “Mientras estuvimos ahí, la privacidad no existía, siempre en contacto con extraños. Mi marido, como te puedes imaginar, extremó la vigilancia con la niña”, nos cuenta Aimeé.

Vivi fue la última en salir. Llegó a estar sola en el edificio, pues toda la otra superficie se vino abajo. Su casita, como de muñecas, se sostenía por milagro de algún santo.

Pareciera esta una historia de tantas. Vecinos de años, habitando un lugar en ruinas y que, eventualmente, terminan perdiendo el contacto. Nuestros representantes administrativos no lo quisieron así.

Hace ya un año, se reconstruye el lugar con fines habitables. Cuando en 2008 los verdaderos propietarios se acercaron a la dirección municipal de vivienda, los peloteos comenzaron: “nos encargamos tres vecinas de hacer todos los trámites. Fuimos  hasta Planificación Física y, según ellos, las condiciones del suelo no hacían viable mantener la construcción. Por ese motivo no reparaban, pues se iba a caer de igual forma: lo mejor en ese caso era abandonar”, explica la señora.

Ahora, los inconformes vecinos ven cómo, luego de cinco prudenciales años, una cuadrilla de albañiles tiene en avanzado estado de rehabilitación las casas que, tiempo atrás, abandonaron sin otro remedio. “Los obreros tienen prohibido hablar del tema, tal vez ni sepan a quienes están destinadas”, nos cuenta el Moro.

Sin perder tiempo, comenzaron a rehacer las visitas a los organismos estatales para reclamar la injusticia. “Al tener asignados ya nuevos hogares, perdimos el derecho a reclamar por el nuevo destino del espacio. Eso nos han dicho en todos lados”, explican.

Enrique, custodio de las obras, avala el reclamo: “No sé para quienes son, pero sí deben ser para algunos “pinchos”, pues se están instalando calentadores de agua, encimeras de mármol y demás comodidades”, afirma.

Rosaura, quien también vivía en esa dirección, explica el motivo –obvio- de la molestia: “Poca gente se quedó en el municipio. Los demás, nos conformamos con un apartamento de cartón tabla en lo último de Marianao o La Lisa. Por eso no podemos aguantarles el engaño”.

Seis de las familias en cuestión ya lo decidieron: “Estamos buscando las soluciones por las vías pertinentes. Iremos a donde tengamos y les escribiremos a todos los dirigentes habidos y por haber. De no aclararse la situación, para el fin de las obras vengo a ocupar mi casa”, concluyen.

Texto y foto: María Carla Prieto