Teléfonos celulares: un arma contra los atropellos en Cuba

La mejor arma de los activistas en sus encontronazos con la policía son los teléfonos celulares. En Cuba los agentes del orden le tienen pavor a los celulares encendidos.

A la policía de Cuba -y en general a todas las policías- la tecnología los lleva de la mano y corriendo. Los policías de Cuba no son muy diferentes a los  de otros países cuando ven que los están filmando; algo que es absolutamente legal en la isla. Sí, le tienen pánico a los teléfonos celulares.

No precisamente porque no sepan ellos andar en los “teléfonos inteligentes” o smartphones, sino porque los teléfonos celulares se han vuelto un arma indispensable en la lucha contra los atropellos.

Tres videos, grabados todos el día de ayer, muestran “el interés” de los agentes del orden en Cuba por los teléfonos celulares. No para aprender cómo se le debe hablar a Siri, sino para que sus propietarios no enseñen los atropellos que ellos, “la ley y el orden”, cometen a menudo; muchas veces por prepotencia, otras por baja cultura.

Hasta en materia de leyes y derechos los policías cubanos y los agentes de la Seguridad del Estado están perdidos en el mapa. Se preocupan porque los futuros detenidos tengan sus teléfonos apagados y que no estén transmitiendo una directa, porque se saben más que nada sin derechos para detenerlos o apresarlos y porque saben que con los celulares apagados o desconectados, pueden atropellar derechos a tutiplén sin ser expuestos ante la opinión pública. No es lo mismo dar un golpe, empujar, arrestar, mientras son grabados, que si no hay testimonio fotográfico o en audio de lo sucedido.

Los cubanos conocen de sobra que conviene tener en la mano una evidencia de sus encuentros con la policía, porque en materia de derechos estos caen en un embudo y ellos son la parte estrecha. Sin pruebas testimoniales, cualquier reclamación cae en un saco vacío, y los policías temen a los teléfonos celulares como si les estuviesen apuntando con un arma. Hace menos ruido, no provoca heridas, pero puede lastimarlos mucho y echar por tierra la impunidad con la que actúan (en Nueva York, por ejemplo, a raíz de los miles de atropellos policiales se ha desarrollado un movimiento denominado “Vigilantes de la polícía”. Los policías de Nueva York, les temen a estos Cop Watchers, que ya hasta tienen un documental sobre su labor en Netflix.)

Lo más triste de todo -se avizora- es que pronto en Cuba se darán cuenta que los teléfonos celulares son el arma que tiene a los oficiales del MININT y de la PNR contra la pared (un “aparato” con más filo y que “corta más duro” que un sable) y como tal buscarán el ardid legal para obligar a que o se apague el teléfono -que ya sabemos que suelen apagarle los datos en contubernio con ETECSA- o que el testimonio que se grabe no sea tenido en cuenta en un juicio.

Este “pedido” de apagar el celular antes que nada lo vivió ayer la periodista independiente cubana Luz Escobar. Lo vivió también el joven Héctor Luis Valdés Corcho; y otro identificado en Twitter como Je Suis Víctor (@PicadilloSoya).

Está claro que los agentes del régimen cubano le tienen tirria a los teléfonos celulares “inteligentes”. Gracias a ellos no pueden violar la ley así como así, como han sido entrenados y están acostumbrados a hacer.

En el video que apreciamos aquí encima, da más dolor ver esos tenis amarillos y las canillas del agente del orden, tanto como a él le molestaba que lo estuviesen grabando. En este otro aquí abajo, es más o menos lo mismo.

He sido interceptado por 2 oficiales de la policía política y uno de la seguridad del estado al salir de mi ksa, según ellos no puedo salir el día de hoy. Así se violan los #DDHH en #Cuba . pic.twitter.com/cepWfK0v1X

— Je Suis Victor (@PicadilloSoya) November 22, 2020

En cuanto al arresto de Luz Escobar, toda una veterana luchando contra estas imposiciones a apagar su teléfono, no fue tampoco diferente.

Luz se resistió además a la “invitación” a dialogar en una esquina, conocedora ella como pocos de cómo terminan esas invitaciones a conversar. Tras su reiteración de no apagar su teléfono y a conversar con quien no quería conversar, finalmente fue arrestada y liberada unas horas después.

Ariel P.

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