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Cuba

Souvenirs: “Ahora es un problema que un portatabacos tenga una bandera cubana”

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Los cuentapropistas que venden souvenirs están alarmados con las nuevas regulaciones del Ministerio cubano de Comercio Interior

Durante la pasada semana, el Ministerio de Comercio Interior de Cuba (MINCIN) decretaba en su página oficial que se eliminarán “paulatinamente de la red los objetos o souvenirs que denigran la imagen de los símbolos nacionales y la de los próceres y mártires, como animales, autos artesanales, abanicos, jabas, jolongos, delantales, entre otros”.

La regulación ocurre luego de que una comisión de inspectores nombrados por el propio ministerio detectara que en los establecimientos visitados se incumplía con la Ley 128, que es la Ley de los Símbolos Nacionales de la República de Cuba. A juzgar por el informe, la Bandera Nacional es el más empleado de forma indiscriminada, predominando el carácter comercial en la gestión de venta, tanto en el sistema estatal como en el no estatal.

“Ahora es un problema que un portatabacos tenga impresa una bandera cubana. Yo no sé la connotación que le darán los inspectores, ni las autoridades, pero como artesano, lo hago para identificar el objeto y para que quien se lo lleve a cualquier rincón del mundo, vaya con un símbolo de Cuba. En realidad no veo la ofensa”, cuenta Eddy Tabares, quien desde hace 10 años se dedica a trabajar la caña brava y la madera para elaborar souvenirs.

Aunque esta vez las autoridades han elegido el blanco de los puntos de venta, estatales o no, para inspeccionar el uso de los símbolos patrios, este fenómeno va más allá de las mesas de unos simples vendedores. La bandera cubana, las mulatas corpulentas, el Che Guevara y Fidel Castro están impresos en pullovers, bicitaxis, muros, y paredes, en cualquier tamaño y con distinto contenido simbólico en muchos casos.

“Cuando los inspectores se acercaron, yo enseguida me di cuenta que estaban mirando algo, porque ya uno los conoce, esta no es la primera vez que se lanzan. Entonces me preguntaron sobre unos pullovers que yo estaba vendiendo que tenían una bandera cubana. Me advirtieron que el símbolo patrio debía ir colocado en el frente o a un lado, no en la espalda. También nos dijeron en tono de amenaza que pronto vendrían nuevas regulaciones. Ahora tenemos miedo. A los clientes les gusta siempre llevarse el artículo con el sello de Cuba, es un elemento distintivo que no tiene por qué ser visto con otros ojos. Si nos prohíben la venta de ese tipo de objetos, la cosa se pondrá peor de lo que ya está”, dice Amarilis Fuentes, vendedora de la feria de artesanías de M y 23 en el Vedado capitalino.

La venta de souvenires y piezas representativas de la cultura cubana es un negocio antiguo al que se han dedicado muchos ciudadanos en la isla, motivados por el flujo de turismo que se percibía años atrás. Sobre todo en polos turísticos como La Habana y Varadero es muy común advertir puestos privados o del gobierno, donde se comercializan diversos elementos que remiten a Cuba. No obstante, con el descenso en la entrada de extranjeros al archipiélago, estos vendedores han visto también el declive en sus ganancias y, sobre todo, para los particulares, las nuevas noticias del MINCIN no traen buenos augurios.

“He estado pensando en vender lo que ya tengo aquí y no encargar nada más, hasta ver qué rumbo toma la historia. Este es un negocio muy competitivo porque hay muchas personas en él y los productos casi siempre son los mismos. No puedo correr el riesgo de que un día lleguen y lo decomisen todo. Ahora te pregunto, qué tiene de irrespetuoso un almendrón con una bandera cubana, un portatabacos con una foto de el Che, o un cocotaxi que diga Cuba”, se cuestiona Yoan Salgado, vendedor.

Una de las dependientas de la tienda de ARTEX en el Hotel Habana Libre explicó que también ellas recibieron la visita de algunos individuos con carpetas bajo el brazo que analizaron con detenimiento las confecciones y los artículos en venta. “No dijeron nada pero ya sabemos que vienen cambios. A nosotros como tal no nos afecta porque dependemos únicamente de una mercancía que nos suministran y la vendemos tal cual, no participamos del diseño ni invertimos recursos en ello. Los que están en desventaja son los cuentapropistas que terminan perdiendo mucho dinero. Lo cual es contradictorio porque son quienes más venden. Muy pocos turistas van a hacer compras a una tienda de ARTEX, al no ser que esté ubicada dentro del hotel, los productos son demasiado caros y las opciones menos”.

El sistema cubano no solo quita la posibilidad de escoger y de decidir, también limita la creación, la forma de expresión de los habitantes de la isla, la connotación auténtica que cada cual quiera conferirle a un símbolo patrio. “El gobierno se ha apropiado de todo lo tangible, de todo lo material que podía percibirse en este pedazo de tierra insular; también se ha apropiado de los símbolos. Los asocian con el sistema, los banalizan en actos ridículos y en mítines sin sentido y entonces sancionan a quien lleve una bandera cubana en el dorso de una camiseta”, asegura Iraldo Sánchez, profesor de Historia.

En mayo de 2016, cuando llegaba a Cuba el crucero Adonia, primer buque estadounidense en atracar en puerto cubano luego de 38 años, el mismo gobierno que hoy controla el uso de los símbolos y promete eliminar la venta de souvenires que “denigren símbolos nacionales”, organizó un espectáculo de exóticas bailarinas que con puros, botellas de ron y banderas le daban la bienvenida a los visitantes. Representaban entonces, supuestamente, la esencia de la mayor de las Antillas.

“Estuve allí, vivo por la Plaza Vieja y me llegué a la bahía aquel día. Era bochornosa la imagen de Cuba que se estaba vendiendo. Parecía que mujeres voluptuosas, alcohol y tabaco, mezclados con banderas cubanas, era lo único que podía mostrar y ofrecer esta isla”.

Texto y fotos: Lucía Jerez

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