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“Sin huevos no hay desayuno”, una “telenovela” próxima a repetirse en Cuba

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El gerente de un hotel capitalino contó a un periodista de la Agencia Francesa de Prensa, (AFP) qué tuvo que hacer para tener listo el desayuno de unos turistas alojados en la instalación que él dirige. Sobre la mesa del desayuno no pudo poner un huevo, ni frito ni hervido, ni en revoltillo ni en tortilla, como consecuencia del desabastecimiento con este producto en la isla. De ser cierta esta información, estaríamos en presencia del primer capítulo de una telenovela que se transmitirá en la isla por segunda ocasión: “Sin huevos, no hay desayuno“.

Los que vivimos en carne propia y con conciencia para recordarlo a plenitud, los duros años del Periodo Especial, recordamos con especial nostalgia y dolor, aunque con agradecimiento también, las miles de muestras de altruismo que protagonizaron nuestros padres para dejar en la mesa, para nosotros, los más pequeños del hogar, el único huevo que quedaba, el único muslo de pollo, el único bistec o el último plátano. Era la época en que si uno les preguntaba por qué no comían con nosotros te decían “Ya yo comí; come tú“, con una sonrisa en los labios y el estómago vacío.

Fueron los 90´, los años que están a punto de volver. O que ya están volviendo.

En la isla ha escaseado en los últimos meses de todo. Escaseó la harina y el pan. Los huevos se han perdido por temporadas; y encontrar aceite en las tiendas es ya casi meritorio de ser nombrado uno de los doce trabajos de Heracles. El pollo llega y vuela. Y las frutas… están en el Caney.

Para colmo y dolor del gobierno, se han visto forzados a reducir en paginación y frecuencia las tiradas de los diarios oficialistas, lugar donde los más optimistas podían encontrar casi que a diario, lo mal que está el mundo allá afuera, y lo bien que lo estamos haciendo aquí dentro para no parecernos a ellos.

Se trata, dice AFP en su nota de un “desabastecimiento en Cuba” que, acrecentado por el “cerco de EE.UU., agitan fantasma del Periodo Especial“. La nota recuerda con tristeza el drástico deterioro que vivió Cuba cuando, en los inicios de la última década del Siglo pasado, en apenas unos años, todo el llamado Bloque Socialista de Europa del Este se vino abajo y la URSS, en apenas dos, se desmoronó como cake expuesto al sol de agosto.

(…) significó la pérdida brusca del 85% del comercio exterior, incluyendo combustibles y alimentos. Durante esa década, el país se paralizó, aparecieron enfermedades provocadas por la malnutrición y 45.000 cubanos protagonizaron la “Crisis de los Balseros”, un éxodo masivo en 1994,” explica la nota.

Las diferencias y similitudes pudieran ser apenas unas pocas. Si bien el país, ahora, no ha tenido una caída brusca en su PIB como sí ocurrió en los primeros tres años después de la caída de la URSS en los inicios de la década del 90´, la economía cubana está contraída, y desde hace ya un buen rato. El ansiado despegue tras las llamadas reformas económicas de Raúl Castro no ha llegado; es más, “el avión” ni siquiera ha tomado dos metros de altura del suelo; y el presidente Miguel “Díaz-Canel se encuentra decidido a viajar por toda la isla, a reunirse y “tocar con la mano los problemas”, como único método de intentar convencer al pueblo de que a la clase dirigente les interesa resolver la difícil situación que vive el pueblo cubano.

Este, fiel a su historia, es protagonista de acuerdo a la edad, de una vuelta o retroceso a un pasado muy reciente.

Los más ancianos se persignan. Muchos celebran y confían en que sus hijos y nietos desde el exterior terminen reclamándoles y que, durante el tiempo que el proceso dure, les envien el dinero necesario para la subsistencia. Los más jóvenes buscan las vías para abrirse el camino hacia parajes allende los mares. Unos en avión con destino fijo; otros con un destino fijo que precisa ser alcanzado luego de caminar por las selvas de otros once países.

Algunos van al Malecón, a ver qué pescan; a intentar sacar del agua lo que en la tierra no encuentran. Otros, cansados, se apoyan como ancianos en su vara y contemplan el horizonte. Todos asisten – o esperan asistir – a la telenovela de turno.

“Sin huevos no hay desayuno” o para decirlo mejor: “La que se avecina”.

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