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Cuba

“Sin diálogo, ya no me queda mucho”

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El Ministerio de Cultura ha roto el diálogo con artistas cubanos. Desde La Habana una joven de 23 años dice que no hay solución: hay que irse del país.

Aliet dice que no sabe qué es una dictadura, pero sabe que en las dictaduras no hay diálogo.

Dice que no las ha vivido; al menos no una como la de Chile, con Pinochet; o Videla, en Argentina, porque algo así le contaron sus padres.

“Esto, sin embargo, con menos violencia, se me está pareciendo”, explica vía telefónica desde La Habana.

Aliet no es Aliet. Es tan solo un nombre que me he inventado para cubrir la verdadera identidad de una persona. Una persona que ayer me había dicho que tenía esperanzas en el diálogo porque “entonces, me quedan dos soluciones: o me lanzo para la calle a protestar o me voy del país”.

Aliet es Glenda Boza Ibarra. A Aliet le pasa lo mismo que a Yunior Aguilera. Aliet pudiera ser Claudia Calviño. Tres amigos de Facebook, los tres residentes en Cuba que, desde esta mañana, manifiestan sentirse decepcionados por los acontecimientos actuales en la isla.

Aliet en realidad tiene 23 años, y dice su madre que de todas sus amigas del aula, en la Universidad, solo dos quedan en Cuba. Algo similar me pasa a mí. De aquellos que estudiaron conmigo en la Facultad de Artes y Letras, en mi aula, del 90 al 95, solo quedan 4 en la isla. Y nos graduamos más de 40.

Aliet dice que no le queda mucho

“Puedo inventar”, explica, y me hace el cuento de su padre -amigo mío- que lleva más de 25 años robándole al Estado, porque el Estado le roba a él con el salario de porquería que le paga y porque de paso, le robó los sueños.

Para ella, que a pesar de su padre “ladrón” le enseñaron a andar con transparencias en la vida, la declaración del Ministerio de Cultura de Cuba, de rechazar el diálogo con los artistas cubanos, es una puñalada al corazón de la nación.

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Dice que ella cree que este no es el país del que alguna vez le hablaron en la escuela. Me dice que está cansada de hablar bajito. O de que si está en un parque Wifi, cada vez que me va a contar algo que ella sabe que puede buscarse un problema, tiene que ponerse a mirar para los lados para asegurarse que nadie la escucha.

Aliet dice que cuando comenzó a gestarse el movimiento de emprendedores en La Habana y ella conoció las historias de gente como las chicas de Clandestina, o la española de Negolution, ella pensó que sí, que podía quedarse en Cuba, luchar y echar palante pero que, ahora, no lo tiene tan claro.

“Esas son unas, entre mil”, agrega.

Aliet dice que va a irse. No tiene familiares fuera, pero no será la primera ni la última que lo hará. Y lo reafirma con una frase que duele a través del teléfono.

“Sin diálogo, ya no me queda mucho”.

Ariel P.



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