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Cuba

SE PERMUTA funeraria por estar al lado de cabaret

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Autoridades de la provincia de Camagüey pudieran estar ahora mismo escuchando ofertas, para lograr lo que a todas luces urge como necesario: mudar la funeraria de la ciudad. O tal vez mudar al cabaret que le han puesto al lado.

Con el título de “UN CABARÉ CASI AL LADO DE LA FUNERARIA CONVIERTE A CAMAGÜEY EN CAPITAL CUBANA DEL ABSURDO Y LA FALTA DE RESPETO“, La Hora de Cuba en su página de Facebook nos trae esta historia que, en honor a la verdad, no es primera vez que la hemos escuchado.

Pero no porque esta historia u otras similares en Cuba se conozcan y se divulguen, resultan aburridas. Mucho menos nos sorprenden. A fin de cuentas para que se venda, en lugar de flores, bocaditos de carne de puerco y ron en un cementerio, o que  un cabaret como el Alkázar sea situado al lado de la funeraria La Caridad, solo se precisan varias cosas:

  • la necesidad de darle opciones a los jóvenes para que se diviertan.
  • la existencia de un local vacío presto a ser reacondicionado; si es más céntrico mejor.
  • que quien determine poner al lado de la funeraria el cabaret no tenga dos dedos de frente.
  • que su familia se encuentre sana y no dispuesta a morirse en los próximos 40 años.

Es probable que algún sesudo diga: “Vamos, no es que está al lado; hay un local de por medio”. Puede que otro incluso aporte la idea de conseguir, como si fuera para un estudio de grabación musical, paneles para absorver el ruido. Porque si se trata de ofrecer soluciones y justificaciones tras la chapuza cometida, hay que reconocer que “los cubanos” no somos segundos de nadie.

En la imagen nocturna, se ven las luces del cabaré Alkázar, inaugurado hace unos meses, y hoy el más popular de Camagüey. Solo con un local de por medio, debajo del cartel blanco que la luz no deja leer, está la funeraria La Caridad, la única activa en la ciudad.

Al cabaré llegan todas las noches cientos de personas en busca de música, fiesta y diversión, y la encuentran. En la funeraria, mientras, decenas de familiares y amigos tristes se reúnen para despedirse por última vez de sus seres queridos fallecidos, buscando un ambiente de seriedad y luto que, al menos en las noches de cabaré, no encuentran.

Es que las puertas del cabaré y de la funeraria quedan a pocos metros una de otra, y la música se filtra claramente, contaminando los últimos minutos de dolor y despedida en los salones de la antigua funeraria La Caridad, con las más bailables y festivas salsas, pops y reguetones del momento. Basta sentarse unos minutos en cualquier parte del interior de la funeraria, para sentir el ritmo de la música del cabaré.

El nombre de los funcionarios y especialistas que idearon, autorizaron y mal-insonorizaron el cabaré Alkazar, debe ser recogido para los anales cubanos del absurdo y la falta de respeto. Cualquier “premio” es poco para quienes han hecho que ese viejo chiste cubano sobre la construcción de un cabaré al lado de una funeraria, se haya hecho realidad en Camagüey.

Y es que cuando Gabriel García Márquez hablaba del “Macondo Latinoamericano”, o años antes nuestro Alejo Carpentier hablaba de “Lo Real Maravilloso del Mundo Americano”, cosas similares a estas ya conocían estos dos grandes escritores de hispanoamérica y de la literatura universal.

Es que la historia se repite. Una y otra vez. ¿O acaso olvidamos que hace tan solo un par de meses en el cementerio Tomás Acea de la ciudad de Cienfuegos se vendieron bocaditos de carne de puerco y ron en una actividad de Comunales con el objetivo de cumplir el plan de ingresos en moneda nacional?

 

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