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Santiaguero quiere legalizar su moto; la burocracia se lo impide

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Lograr el certificado que atestigüe la importación legal de las partes y piezas de su moto, le ha costado a un santiaguero más que sangre, sudor y lágrimas.

El santiaguero Carlos Miguel Quintana Lago (calle E No. 52, entre 1ra. y 2da. reparto La Cuba, Palma Soriano) lleva ya un año esperando por los papeles de su moto.

Este cubano presentó su solicitud de legalización de vehículo de dos ruedas con la documentación correspondiente el 30 de mayo de 2019, y todavía no ha recibido respuesta. Sin la moto legalizada, no puede rodar en la provincia. Ahora, con toda su razón, se queja en el diario oficialista Juventud Rebelde.

El cubano importó desde República Dominicana partes y piezas para armar su moto. Las envío a través de Correos de Cuba. Todo legalizado y en regla.

Sin embargo, la Dirección de Transporte en Santiago de Cuba quiere que Quintana Lago demostrara que esto fue de esa manera y no de otra. Para ello le pidieron un certificado de que las piezas habían sido importadas tal y como él refiere.

Confiado en que con los reportes de aviso y comprobantes de pago de los bultos postales en moneda nacional y en CUC, así como la factura a su nombre de esos bultos bastarían para lograr el “certifico”, Quintana Lago no contó con el hecho de que a veces, en la finca de Bartolo, entiéndase Cuba, las cosas simples parecen complicarse por cosas más simples -o simplonas- aún.

Lograr el certifico que atestiguara la importación de República Dominicana de las partes y piezas de la moto, le ha costado a Quintana Lago más que sangre, sudor y lágrimas.



Un funcionario le dijo que los reportes de aviso y los comprobantes de pago de los bultos postales en moneda nacional y en CUC, así como la factura a su nombre de esos bultos no tenían validez. Tal afirmación no amilanó el espíritu de motorista de este santiaguero, así que se dirigió a la Aduana de Santiago de Cuba para solicitar el documento.

Eso fue el 24 de enero de 2020. Allí presentó la documentación y solicitó el papel, pero el programa nacional de la Aduana no le permitió acceder a definir claramente el contenido de los bultos, a pesar de que él tenía todos los códigos de cada envío. La computadora al parecer no tenía ese dato.

La solución estaría, pensaron los aduaneros santiagueros, en hacer la solicitud a la Aduana en La Habana.

Según le comentaron, realizar la búsqueda y enviar el certifico a Santiago demoraría cuando más 30 días.

Pasaron los 30 días y Quintana Lago volvió a acudir a la Aduana de Santiago de Cuba. Allí le dijeron que de La Habana no habían mandado ni certifico ni los buenos días.

Le sugirieron llamar por teléfono y el santiaguero sin moto se embarcó en una férrea tarea: lograr que le contestaran en la Oficina de Aduana Postal y Envío-Atención a la población.

Para sorpresa suya le contestaron y le aseguraron que ya el certifico mediante el cual él podía legalizar su moto, iba en camino.

Sin embargo, al parecer, el documento si venía, venía a pie y por los amarillos. Todavía debe andar caminando por la Carretera Central o pidiendo botella en la Autopista Nacional porque no ha llegado.

Ahora le argumentan que “todo se ha demorado por culpa de la covid-19”.

“Más fácil nos comunicamos con la estación orbital internacional en el cosmos que a través de un correo electrónico Habana–Santiago”, espeta Quintana Lago quien saca cuentas y apela a mencionar a su gobernante Díaz-Canel.

El pobre santiaguero no entiende como un simple PDF no llegue por correo electrónico en nueve meses de espera.

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