Espía René González brinda con mojito por “salida de Trump”

El espía René González brindó por “la derrota de Donald Trump” con un mojito parado al lado de su esposa Olga Salanueva y hasta algo “borrachín”.

El espía René González brindó por “la derrota de Donald Trump” con un mojito -o algo que se le parece- mientras le decía “adiós” a Donald Trump, parado al lado de su esposa Olga Salanueva.

Su celebración vino a través de Twitter; o sea, con acceso a Internet, una “herramienta tecnológica” a la que no tiene acceso la mayoría de los cubanos en la isla, y un gran porciento de los que la tienen, la tienen que pagar en “divisa”.

"Cuba" invicta pero en ruinas. Sabe usted quien fué Pirro?? Ha oido usted la frase "victoria pírrica?? Lea para ver si comprende. Abajo algunas fotos de esa victoria pirrica. pic.twitter.com/os5f8gy2QF

— Meca71 (@Meca711) November 8, 2020

“Bye bye Mr. DonaldTrump. Gracias por recordarnos que aún seguimos enfrentando el mismo imperio perverso de siempre, y su capacidad de sacar a relucir lo peor de las peores personas. Otro más que se va y #Cuba invicta. ¡Salud!”, escribió el espía en su cuenta de Twitter.

Mojitos en mano, sonrientes y felices, el espía René González junto a su esposa parecen intuir que llegará una “segunda ola Obama” a la que seguramente se le interpondrá un muro “anti Biden” porque si de algo pueden estar seguros, papaítos y abuelitos, es que la tirantez entre los gobiernos de Cuba y EE.UU. seguirá per saecula saeculorum, porque de los dos lados se tiran piedras.

La mejor imagen de este pensamiento anquilosado de reproches y odios, la tenemos en aquel comentario hecho por Yusuam Palacios, un joven que no ha tirado un chícharo en su vida -¿ha ido a un corte de caña; a una microbrigada?- que apenas salió del Gran Teatro de La Habana, de escuchar a Barack Obama, un presidente que rompió “la tradición” y acercó a EE.UU. a Cuba, dijo que el discurso era “un poco más de lo mismo”.

En cuanto a González no hay mucho más que decir. Es probable -dice un amigo- que haya cogido tremenda borrachera. Nadie puede apostar -¡ni un trago!- que González y esa casta de privilegiados del régimen cubano que se han dedicado durante años a tirarle al vecino de enfrente, van a cambiar su discurso. De ese discurso -y la muela que genera y la plebe que atrae- viven, no trabajan, se desarrollan, comen, crecen, pagan el alquiler -si lo pagan-; el agua y la corriente.

Y mueren.

Ariel P.

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