Connect with us

Cuba

¿Qué pasa con el café en Cuba?

Published

on

El de la libreta no alcanza, pero además por estos días es difícil encontrar una taza de café en los negocios privados

Se levantó a las seis de la mañana como es habitual. Antes de ir al baño o abrir la puerta del balcón fue a montar la cafetera. Acomoda el sillón, prende el cigarrillo que está en su boca y demora más que nunca. Lo saborea, disfruta el aroma. Esperanza, hasta ese sentimiento perdió. El pote del estante de su cocina llegó al último suspiro. “Para mañana no tengo café”.

“Si no lo tomo me da dolor de cabeza”, eso siente Esperanza apenas se vacía la lata del estante de la cocina. No puede dejar de tomárselo. En la finca de su abuela, cuando era niña, colaban de dos tipos: claro para mojarlo con el pan, y fuerte para beber solo. Religioso para ella es el cafecito de las mañanas y el cigarro.

Todos los cubanos tomamos café, o al menos la mayoría. Los más viciosos nunca pueden estirar hasta fin de mes el paquetico de Hola, que dan por la libreta, y tienen que comprarlo “por la calle”. La latica oscila entre 12 y 15 pesos, en dependencia del vendedor, pero nunca fue difícil conseguirlo. “El dinero para eso no puede faltarme, soy fanática. Sin embargo, es una tarea titánica encontrarlo; 20 CUP tuve que dar hace una semana”, aclara Sandra.

Lo más común es encontrar en cada esquina una tablilla con la taza a 2 CUP. “Ese negocio nunca va a fallar”. Así lo creyó Milagros que todos los días de este mundo salía con dos termos para la puerta del solar y le volaban. “Entre los que salen apurados para el trabajo, los custodios y los enfermeros del policlínico garantizo la mañana”. Pero hace aproximadamente un mes, la cosa va de mal en peor.

Primero el normado se retrasó en llegar. “La coyuntura que lo tiene todo revuelto, ni en los años 90 pasaba. En esa época faltaban los productos por la libre, pero lo demás estaba”, comenta Ivón. Lo de después fue clásico. En las tiendas no había ni Cubita, ni Serrano ni ninguna otra marca. “He caminado varios sitios y nada, en las TRD no saben cuándo va a entrar”, añade Magda.

La pasada semana el periódico Adelante, de Camagüey, informó que se ha renovado ligeramente la distribución del café en la canasta familiar en el mes en curso, aunque todavía la normalización total demora. El texto señala como dificultades los atrasos de la producción, la utilización de leña por la crisis y la escasez de nailon para envasarlo.

Nescafé vs café

“Nescafé a 3.95 CUC. De esos pomos si están llenos los mercados”, declara Lorena, una estudiante universitaria que asegura haber aprobado todas sus pruebas gracias a las dos cafeteras durante las madrugadas de estudio. “No sabe igual, el sabor es más artificial, a mí me gusta el original. Además no tiene el mismo efecto porque es instantáneo”.

Toma Café es el nombre del negocio particular ubicado en 27 y E, en el Vedado. Por su cercanía a los hospitales tienen público asiduo durante toda la jornada laboral. El preferido de la gente es el frappuccino, que combina café con hielo. “No tenemos, está perdido. Se nos acabó hasta la reserva”, afirma la muchacha del mostrador mientras ve como el lugar se vacía por momentos.

En la Terminal de Ómnibus Nacionales, la máquina de expresso de 1,20 en moneda nacional lleva semanas sin funcionar. Al lado, en el espacio ocupado por los cuentapropistas, lo tienen a 4 CUP la taza. “Ya hay que pensarlo. Dos dedos de café casi te cuesta igual que un pan con jamón de las cafeterías. Nos aprietan la soga hasta el cuello, dentro de poco ni las costumbres van a poderse mantener”, opina Miriam, quien espera la guagua de Matanzas.

“El problema es que compré un paquete de Serrano en 10 CUC por la izquierda. ¿A cómo lo vendo? De otra forma no me da la lista con el billete”. Así responde Ernesto, el dependiente, cuando el público se queja.

Tampoco los puestos de Ayestarán, ni las señoras que frecuentan las aceras del Hospital Calixto García con su conocido pregón de “¡merienda!” saben de dónde sacar el grano para mantener esa entrada de efectivo. “Tenerlo es una necesidad, mi organismo no funciona sin su cuota diaria. No existe nada más doloroso que te falte el polvo para colar luego del trabajo, viendo televisor tranquila en casa”, expone Digna, recepcionista.

Por su parte, Celia, dueña de un pequeño establecimiento situado en la calle Acosta y Felipe Poey, en el municipio de Diez de Octubre, resuelve porque se lo traen unos guajiros de Palma Soriano, en Santiago de Cuba. “Lo cosechan, lo tuestan y lo muelen en su finca. Por eso tengo algo guardado, pero conozco personas que han dejado de venderlo porque desconocen de dónde sacarlo”. Ahora el local se le llena en la mañana porque es de las pocas en el barrio que continúa con la oferta.

Vladia Rosa García


 

¿Quieres reportar algo? Envíanos tu información a:

[email protected]

Comentarios

LO MÁS TRENDING

LO MÁS VISTO