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Pesquisaje, la pérdida de tiempo de los estudiantes de Medicina

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Por María Carla Prieto

En tiempos en los que alcanzar un transporte es más difícil que cualquiera de las 12 tareas hercúleas, los estudiantes de Medicina deben salir a las calles a realizar pesquisaje

¿Cuántas escaleras más van a subir hoy? Aún no son las diez de la mañana, pero en lo que va de día han huido de varios perros y toreado a una decena de señoras con mal humor. “El día entero jodiendo, coño, yo tengo cosas que hacer”.

El varón, a quien se le ve la diplomacia por encima de la ropa, se limita a decir: “Lo sabemos, señora, tampoco queremos estar aquí, pero es nuestro trabajo. Serán solo unas preguntas”. La otra muchacha se contiene para no salir con una barbaridad.

Vienen sabrá Dios de dónde. En tiempos en los que alcanzar un transporte es más difícil que cualquiera de las 12 tareas hercúleas, las escuelas de Medicina hacen a estos jóvenes salir a las calles, sufriendo por el calor, el sol, el hambre y la mala forma.

“Imagínate tú. A nosotros también nos parece una verdadera pérdida de tiempo, como si no tuviese uno cosas por estudiar. Lo que pasa es que es una asignatura como cualquier otra, como Morfología, vaya. Toman asistencia, puedes suspenderla y hasta repetir. Se llama Pesquisaje”.

Durante lo que resta de mes y hasta mediados del siguiente, una ola de estudiantes de bata blanca tocarán las puertas de cada barrio, con una libreta en la cual deben anotar el número de habitantes del domicilio, incluidas las mascotas, y si los tanques están tapados.

Esta labor la realizan de lejitos. O sea, que si quieres explicarles que eres el espíritu guardián de la casa o que no usas agua como los gorgojos, está bien. No supervisarán nada ni serán supervisados. Ellos tienen que llegar con las hojas llenas.

Antes se comprendía. Los estudiantes de los dos primeros años de Medicina en el país eran equipados con una linterna, una lupa e hipoclorito de sodio. Muchas veces, las cajas de este producto iban parar a directamente a sus casas, pues tampoco en aquel entonces tenían quién se encargara de supervisarlos y los muchachos se cansaban de los desaires de la gente.

Pero incluso en aquel entonces, tenían un fin. Alguien me puede decir ¿para qué salen ahora? No hay con qué combatir al mosquito, o al menos eso parece, y no se está haciendo ningún censo poblacional, al menos que uno sepa. ¿No es mejor capacitarlos para recoger caracoles africanos, que se adueñaron de las áreas urbanas de la capital?

Es totalmente ilógico, cuando la mayoría de los cubanos deberíamos permanecer en casa salvo casos extremos, enviar a las calles a jóvenes que no van a ser alimentados correctamente, no serán transportados de vuelta a sus casas, no obtendrán remuneración alguna por tan duro trabajo y, más alarmante aun, no están haciendo nada.

Nada que hacer. Cuba nació el día en que falleció la lógica.

 


 

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