Por Vladia Rosa García
La voz grave de La Crema de Cuba, los gestos distintivos de su rostro y su movimiento de caderas a un ritmo bien tropical alejan al público de cualquier “dolor de coyuntura”
Crema es una sustancia pastosa para la piel. También “una persona o cosa que representa lo más selecto de su clase”. En el argot popular cubano expresar “lo que trajo es crema” se refiere a algo que realmente vale la pena.
Luis Alberto Vicet es una combinación perfecta entre estas dos últimas definiciones. Sabe conjugar a la medida el buen gusto con la simpatía caribeña, y convertir los problemas en simples dificultades pasajeras que, lejos de preocupar, dan alegría al cuerpo. Su voz grave, los gestos distintivos de su rostro y su movimiento de caderas a un ritmo bien tropical alejan al público de cualquier “dolor de coyuntura”.
La música llegó a él como una afición, de niño, en su ciudad natal de Palma Soriano, Santiago de Cuba. Con siete años comenzó a estudiar baile, al inicio lo prefería: “Me enseñaron danzón, cha cha chá, mambo, punto guajiro, pilón y salsa”.
En la escuela lo admiraban como bailarín y de ahí salió el sobrenombre La Crema. “La gente decía que en mis movimientos daba la sensación de no tener huesos”, cuenta, “siempre me desarmaba en el escenario”. Mantuvo el apodo cuando eligió el canto. Su talento permitió que varias orquestas apostaran por su voz y se unió a agrupaciones como el Conjunto de Rumba Ireme, Rítmicos de Palma, Feverson, Cándido Fabré y To’Mezclao. Esta variedad le permitió consolidar sus técnicas para aventurarse en su carrera independiente.
La Crema “le pone ritmo a todo”
Humor y doble sentido predominan en sus letras, por lo tanto gusta a grandes y chicos. Su carisma ha conquistado corazones dentro y fuera de Cuba porque, como le comentara un seguidor, “usted le pone ritmo a todo”.
Su principal inspiración es la realidad de la isla, que le toca muy de cerca. “Mis canciones salen de las cosas que vivimos, las noticias, los comentarios en la calle, el trabajo y la necesidad que pasamos. Canto para llevarme la sonrisa de mi público, ese es mi mayor pago”. Además, asegura que critica los males para concientizar en la búsqueda de soluciones, “para que algún día podamos vivir sin aprietos”.
La Crema alcanza popularidad a partir de su crónica social, pues “todo cubano se ve retratado en las frases que utilizo”. Se considera fanático del reguetón, aunque abre su espectro a ritmos africanos, brasileños, panameños: el merengue, la salsa, la kisomba. “Gracias a esto puedo experimentar, fusionar y crear novedades. Siempre estoy innovando porque me gusta lo que hago”, explica.
Su mayor reto profesional fue aprender a dominar un escenario, a mantener arriba a la multitud cuando “el ambiente se pone caliente”. En lo personal, fue abandonar su pueblo para desafiar la agitada vida habanera. Solo. “Pasé varias humillaciones, pero no me rendí, siempre luché por mis sueños”.
Disfruta ver al público bailando, se enorgullece de lo que ha logrado y agradece las palabras de aliento. “Me dicen cosas como ‘El mío, sirvió, estás escapao’; eso me demuestra que mi trabajo vale la pena”. Le da fuerzas, dice.
Sus hits musicales, hasta el momento, son “El gobernao”, “El avestruz”, “El pescao” y el más reciente, “Dolor de coyuntura”, del que el próximo día 18 presentará su videoclip oficial.
Entre sus planes futuros espera grabar un disco, pues hasta hoy solo ha lanzado singles. En esa producción pretende ser aún más comercial, abarcar otro tipo de mercado al que no ha llegado todavía. “Pero en las letras siempre mantendré el doble sentido y el toque picaresco que me caracteriza”. En proyecto también tiene giras, grabaciones de nuevos videoclips y formar parte de eventos en los que pueda mostrar su versatilidad.
Se describe a sí mismo como “un contento de la vida”, siempre sonríe y busca la manera de bandear las dificultades. “Ante los malos ratos, mi único refugio es el lápiz y el papel, para curar esos dolorcitos ‘que dan de momento y no se curan, / para curarles a todos el dolor de coyuntura’”.
