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Cuba

Ley de pesca: proteger los pescados que no comeremos

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Para capturar pescados en Cuba con la nueva ley, es imprescindible tener licencia

A pesar de ser una isla, Cuba pareciera no tener mar. Hace muchos años que los pescados no visitan las mesas de los cubanos de a pie. Cuando lo hacen, llegan los de menor calidad y siempre importados.

Según datos presentados en la Asamblea Nacional por el Ministerio de la Industria Alimentaria, en julio pasado, “el consumo per cápita anual de pescado disminuía de 16 kg en 1989 a 4.3 en 2014. Además las 54 especies que se pescaban en la plataforma se redujeron en un 44 por ciento y las capturas en un 70 por ciento”.

La situación llevó a la actualización de la Ley de Pesca –estática desde 1996-, aprobada en 2019 y recogida en el último número de la Gaceta Oficial de la República.

De acuerdo con la mencionada actualización, “la presente ley tiene como objetivo establecer las regulaciones para el adecuado ordenamiento, administración y control de la pesca, en función de la conservación y el aprovechamiento racional de los recursos hidrobiológicos en las aguas marítimas, fluviales y lacustres”, para lograr de este modo la soberanía alimentaria de la nación.

Los cubanos empezarán a sentirse, cada vez con mayor fuerza, las nuevas disposiciones para poder sacar pescados del mar. En el artículo 7 de la legislación, se autoriza solo la pesca con licencia –vigentes éstas por períodos de un año-, con lo cual se excluye a quienes se acercaban para desconectar al Malecón, portando su vara.

Atendiendo a esta ordenanza, ese espacio capitalino, como tantos otros similares a lo largo y ancho del país, quedará desolado a partir de ciertas horas. Al ligar la práctica pesquera a una autorización estatal, muchos se deslindarán de esta para evitarse el correspondiente papeleo; otros, por no alcanzar las autorizaciones, expedidas con recortes en número por el gobierno.

Carlos será uno de los que se desprenderá de tan sana costumbre. A sus más de sesenta años, se regalaba una noche libre con los amigos del barrio para ver qué pescado picaba.

“Las cañas las trajo el médico de mi edificio cuando vino de Sudáfrica. Los sábados en la madrugada, partíamos para el Malecón con una botella; allí amanecíamos hablando de nuestras cosas. Aunque lo disfrutamos mucho, tendremos que dejarlo”, lamenta.

Comer pescado en Cienfuegos

Este no es el único fragmento de la Ley de Pesca que puede resultar perjudicial para algunos. Y es que la pesca submarina está siendo cada vez más cercada por las autoridades. En la provincia de Cienfuegos, por ejemplo, sólo se otorgarán 130 licencias de este tipo, a repartir entre 18 municipios o asentamientos pesqueros. Un documento oficial ha revelado asimismo que se excluirá a aquellas personas que hayan cometido alguna infracción de 2015 a la fecha.

Esto, unido a la prohibición de capturar langostas y camarones, deja las proyecciones de la población por los suelos. “Cienfuegos era de los mejores lugares para adquirir los camarones. Medianos y sin pelar, te costaban 50 MN la libra; grandes y sucios, 80; y completamente limpios 120 MN. Los cuentapropistas se quedarán sin suministros”, explica Michel, quien se dedica a la venta de estas especies en la provincia.

“Tenemos mar en todas partes, por eso lo normal era que nuestros esposos o hijos se fueran a pescar por hobby o para hacer un dinerito extra. De ese modo lo comíamos, al menos, de vez en cuando. Incluso, quienes no podían adquirirlos, esperaban a la temporada y los compraban rebajados, en 25 pesos”, cuenta Anays, ama de casa residente en la cabecera provincial.

Como es lógico, esto desplomará la actividad gastronómica en el sector privado. Ismael, propietario de un restaurante en Cienfuegos, está barajando la posibilidad de eliminar de su menú estos manjares, y afrontar las consiguientes pérdidas para su negocio.

“Ya lo tengo calculado y son varios miles de CUC que pierdo anualmente. Los comensales buscan mariscos por ser productos de primera calidad, relativamente baratos. El Estado los vende en 10 u 11 dólares, mientras yo los dejo en cinco”, aclara.

Para Oslay las pérdidas serán menos significativas, pero estarán. En La Catedral, su negocio, el plato de camarones -único marisco que puede ofrecer- cuesta 70 pesos en moneda nacional. “Lo bueno es que la mayoría de las personas aquí no tienen esa cultura, lo ven como un gasto innecesario; mas siempre llega alguien buscándolo”.

Desgraciadamente, los particulares estamos atados de pies y manos. El gobierno no nos ha proporcionado un mercado mayorista donde abastecernos y con la nueva ley, todos los mariscos son para exportar; si queda algo, lo venderán ellos. A mí no me queda más remedio que quitarlo de la carta”, concluye.

Aun cuando siempre hay quien se arriesgue a pescarlos, “los precios serán tan altos, que será imposibles comprarlos para negocio, se convertirán en un manjar para el recuerdo, o irás preso, como con las vacas”, comenta Javier.

Los mecanismos de sanción ya están creados. Multas entre mil y 5 mil pesos cubanos, duplicadas por reincidencia o sumadas en caso de comisión de varios delitos, así como la suspensión de las licencias serán algunas de las medidas establecidas.

Lo preocupante es la facilidad de delinquir: “¿Has visto la lista de especies a respetar? El manatí lo entiendo, los delfines; pero ni ranas, ni ostiones, ni cangrejos, ni almejas”, indica Yisuani, pescador cienfueguero.

La mayoría de las especies vetadas podrán ser solo capturadas por empresas estatales. Entre ellas se encuentran  langostas y camarones, pepinos de mar, cobos, atunes, y tiburones, entre otros.

¿Alguno de los cubanos ha obtenido un espécimen de estos por la libreta? De seguro que no. Muchos de estos pescados se empaquetan bien y son enviados –en poquísimas cantidades- a los mercados, a precios impagables.

Texto y fotos: María Carla Prieto

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