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Cuba

Intermitencia en el alumbrado público preocupa a los habaneros

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Por María Carla Prieto

En diversos barrios habaneros, en medio de la crisis energética, el alumbrado público está siendo apagado durante las noches

“La última es que en las calles no hay luz, ahorita empiezan los asaltos y las violaciones”, me dijo la anciana Lidia sin apartar la vista del tejado. En la noche pude constatarlo.

En el Vedado y los barrios aledaños, el alumbrado público está siendo apagado durante las noches, lo que aumenta a niveles alarmantes la inseguridad de los vecinos. Ayer, sin ir más lejos, las calles que van desde G hasta 12; y de 23 a Malecón, carecían totalmente de electricidad.

“La medida es una invitación a los ladrones, a los asaltos y a las atrocidades. Cualquier día nos pasa como a mi vecino, que se despertó en medio del robo y mató al ladrón. Todavía está  preso”, reitera Lidia.

Si bien es verdad que las cosas han ido mejorando en términos de transporte, y varios centros recreativos recuperan su horario normal, no es pertinente sacrificar la tranquilidad de las personas, y menos en momentos en que las patrullas de policía carecen de combustible para hacer las rondas nocturnas porque su trabajo ahora consiste en vigilar las colas de las guaguas.

Los guardias de seguridad del bar Iluxion, anteriormente Sarao, se muestran preocupados por la actual situación y cómo esta puede afectar el número de clientes del lugar: “Nosotros tenemos que cuidarnos mucho porque ya tuvimos la experiencia de dos muchachos que asaltaban a las mujeres cuando salían del bar, y esa mala publicidad se regó. En ese sentido tuvimos que actuar solos, pues la policía no pudo atraparlos en ninguna de las ocasiones”.

Otros dueños de negocios también están alarmados. Dulce, encargada de un hostal de estudiantes extranjeros en Centro Habana, explica que la falta de luz es un factor que la perjudica, pues “al no haber policías de ronda, el barrio se vuelve poco seguro y muchas veces tengo que pedirle a los muchachos que no salgan por la noche, y damos una imagen negativa del país como destino turístico. A lo que no puedo arriesgarme es a que me suceda como hace unos meses atrás, que me asaltaron a una de las muchachas y la golpearon mucho”.

“A mí me da mucho miedo porque mis hijos están mucho tiempo en la calle. Uno no sabe de dónde van a venir los problemas”, me comenta Yaquelín que vive en el centro de la ciudad.

Algunos vecinos han tomado ya la iniciativa, volviendo a las antiguas guardias cederistas, a fin de preservar lo que es de cada cual. Los moradores de la calle 11 entre 4 y 6, en el Vedado capitalino, emplean un efectivo mecanismo de vigilancia: “Le pagamos a unos cuantos vagos de aquí de la cuadra para que hicieran una guardia. Reunimos el dinero entre los interesados. Ellos no duermen de noche, y además este lugar, con luz, es inseguro, imagínate ahora”.

 


 

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