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Cuba

Famoso pintor cubano recuerda su expulsión del Poder Popular

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El famoso pintor cubano Pedro Pablo Oliva, uno de los más grandes exponentes de la plástica cubana, recuerda el día en que fue expulsado de su cargo del Poder Popular por dar declaraciones a medios “disidentes” e, incluso, a otros “amigos” del gobierno. 

Pedro Pablo Oliva, un reconocido pintor cubano con fama internacional, une a su talento artístico y la grandeza de su obra un sentido de la honradez e integridad a toda prueba, como demostró hace ya una década, cuando fue expulsado de su cargo como delegado del Poder Popular en la Isla por dar declaraciones a la “disidencia” y tener “amistades contrarrevolucionarias”.

En su cuenta de Facebook, el Premio Nacional de Artes Plásticas del año 2006 compartió la defensa que hiciera hace ya unos 10 años cuando lo citaron ante la Asamblea Provincial del Poder Popular para expulsarlo de su cargo, tras lo cual las autoridades “borraron” de la oficialidad al hombre que, en 1991, se convirtió en el primer artista cubano vivo en exponer en New York después de 1959. 

“La acusación tomó como base dos publicaciones: una carta en el blog ‘Generación Y’ de Yoani Sánchez y una entrevista concedida a Edmundo García para su programa ‘La tarde de mueve’. Mis declaraciones no agradaron a los funcionarios del Gobierno, el Partido y mucho menos a la estructura militar. Me convertí, por arte de magia, en la papa podrida del saco, por violar, supuestamente, su código de ética. Fue como quitarme una mordaza”, relata Oliva.

Aunque ha pasado el tiempo, el pintor cubano compartió su defensa de entonces, pues pese a que ocurrió en mayo del 2011, sigue creyendo en sus palabras.

Las declaraciones que molestaron al poder en la isla fueron dadas a la periodista independiente Yoani Sánchez y también en una entrevista radial a Edmundo Pérez, quien es conocido por su postura cercana al gobierno de la Isla.

Según el pintor cubano, “algunos o casi todos los criterios vertidos molestaron sobremanera a la dirección del Partido, al Poder Popular, al MININT y al Ministerio de Cultura y específicamente a su Ministro, Abel Prieto”.

“Si me preguntaran un día, (cosa que dudo) a qué partido me gustaría pertenecer respondería que a uno que no encierre a sus hijos por pensar diferente, a ese que permita el fluir de las ideas como el río corre entre las dos orillas, a ese que me enseñe que sus hijos estén donde estén recibirán el dulce abrazo de la patria, ese que respete que una mujer ame a otra mujer y un hombre a otro hombre. Aquel que cultive paso a paso el encantador embrujo del amor. Ese que te enseñe el horizonte no como fin sino como comienzo, ese partido que no te diga: esto es, sino que sea abierto como las alas de una mariposa, el que cuide a sus hijos del fantasma odioso del hambre y el terrible flagelo de los dogmas”, fueron algunas de aquellas citas de Oliva que provocaron la ira y le costaron la expulsión.

“Si algo he aprendido en todos estos años es que una persona no puede permanecer tanto tiempo dirigiendo un país, puedo entender la presencia de un partido 20 ó 30 años, tal vez 50, pero no dirigido siempre por la misma imagen. Los rostros, la manera y el pensamiento es necesarios cambiarlos cada cierto tiempo, cada hombre puede tener un método diferente”, dijo entonces el pintor cubano.

Oliva afirmó que sabía que sus declaraciones no las hubieran publicado los medios oficialistas, y expresó que también se le cuestionaba por “mantener relaciones de amistad con ciertos elementos contrarrevolucionarios. Los amigos los escojo yo, y la gente que me conoce sabe que lo mismo converso con un convencido comunista que con una vendedora de dulces. No tengo selección en las relaciones con los demás. Oigo y comparto criterios lo mismo con un jubilado que con un maestro, un buquenque o el llamado agente Robin”.

Con magistral precisión, Pedro Pablo Oliva afirma de forma rotunda que “las sociedades donde todo el mundo piensa igual, en aspectos tan polémicos como la política o la ideología no existe y qué bueno. La inmovilidad de pensamiento es el cáncer de los procesos sociales, y su lentitud, el peor de los defectos”.

Omar Cortázar



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