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Cuba

El error del “maquetador” del Guerrillero

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La prensa cubana a cada rato nos regala “perlas” que fueran envidia de la mismísima Mora de Trípoli; y el penúltimo de los errores -porque siempre habrá un último- ocurrió el pasado 27 de septiembre en el semanario provincial pinareño El Guerrillero.

En el heraldo de la más occidental de nuestras provincias al “maquetador”, la persona que se encarga de confeccionar el diseño de las páginas -el trabajo de un “maquetador” se denomina “maquetación”, aunque en prensa escrita es corriente denominarlo “confección” o con el anglicismo “layout” (pronunciado de las más diversas maneras: leiaut, leiaus, laiau…)- se le olvidó al parecer que las páginas se abren, y sucedió este desastre.

“¿De qué está hecho el cubano? Sexo, bebidas, béisbol y mentiras. Eso es lo que pudiera entenderse en una primera ojeada al Guerrillero.

Un craso error de maquetación que a no pocos maquetadores de periódicos les ha costado su puesto.

La historia más reciente, según puedo recordar, recoge dos casos similares muy jocosos.

Uno ocurrió en otro órgano de prensa provincial donde, al encargado de la maqueta del periódico “se le pasó por alto” revisar un discurso del extinto líder cubano Fidel Castro.

Al abrir el diario podía leerse algo como “La Revolución es indestructible” en una página, y en otra “Pero el pueblo puede echarla abajo“, cuando en esta última oración se refería a la Ley Helms Burton, y no a la Revolución.

En otro muy similar, me recuerda un amigo que trabajó durante muchísimo tiempo en el Granma, tocó la mala fortuna, que en una página dónde aparecía una foto de Fidel por detrás se había publicado una noticia de “piratas y corsarios”, y el dibujo de una calavera coincidía justo en la cara de Fidel, de manera que al mirarse a trasluz aquello,… no sé ni explicarte qué parecía; el Granma tuvo que disculparse al día siguiente con sus lectores.” 

Otro, periodista también durante mucho tiempo en “el yate”, asegura que la calavera “le salía en el pecho a Fidel” y no en la cara. En cualquier caso, fue un erro grave; casual, que por suerte no trascendió más allá, aseguran ellos.

Errores, que en determinados momentos cuestan caros y que cada día son más frecuentes en un país donde, los mejores profesionales de la prensa, o se han marchado, o se han reorientado hacia otras áreas con mejores dividendos económicos.

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