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Embajador cubano se defiende y aduladores lo cortejan

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Hay que felicitar al embajador cubano en Costa Rica, Jorge Rodríguez, pues tuvo la decencia de incluir en su post de Facebook la respuesta que le diera el diario La Nación, y que lo dejara muy mal parado.

Hasta el locutor Oni Acosta Llerena salió a defender al embajador cubano en Costa Rica, Jorge Rodríguez, luego de que este viese su cara arrastrada por el piso, barriendo sus manipulaciones, tras la “controversia” que sostuvo hace unas horas con el diario costarricense La Nación.

Rodríguez, cuyos conocimientos sobre arte y periodismo están en dudas -seriamente-, otra vez insistió en lo mismo. Un post que publicó en Facebook hace 21 horas, intenta revivir lo sucedido, en señal evidente de deterioro neuronal. Rodríguez al parecer no entendió “ni papa” de lo que le dijo La Nación, y volvió otra vez sobre lo mismo. Al parecer el hombre insiste en la idea de que Luis Manuel Otero ultrajó la ley de los símbolos patrios, pero no cree que -por ejemplo- Miguel Díaz-Canel lo hizo también al vestir el muy cheo pulóver Puma, con la bandera cubana, el día de la tángana propagadora de covid-19 en el parque Trillo.

En honor a la verdad hay que felicitar al Embajador cubano, pues tuvo la decencia de incluir en su post de Facebook la respuesta que le diera -muy atinada y concisa, por cierto- el diario La Nación, en la cual le apunta entre otras cosas que “La Nación no es Granma, periódico oficial de la dictadura cubana,” y donde asegura que los periodistas de ese medio centroamericano, no mienten “como lo hace Granma de forma cotidiana, ni puede el embajador decirnos sobre qué informar, como lo hacen las autoridades cubanas con su prensa sumisa”.

La Nación le dijo además al embajador que el gobierno de Costa Rica “no nos gira instrucciones”, y que por ende, menos las iban a aceptar de un diplomático extranjero que les orientase sobre lo que debían escribir o no, y cómo hacerlo.

Al “auxilio” del Embajador, que en su respuesta primera a La Nación hasta hizo referencia a unos objetos sexuales que tenían en su poder los acuartelados de San Isidro -como si eso importase en la historia que él pretendía defender- acudieron no pocos aduladores, amigos, o gente que lucha a brazo partido por el respaldo gubernamental en todas las esferas.

Uno de ellos fue Oni Acosta Llerena, que en el 2016 se descubrió poco importante a pesar de sus muchos años en la Televisión Cubana hablando de noticias culturales, olvidado a la hora de entrar a ver a Plácido Domingo en el Gran Teatro de La Habana, y desde entonces anda a brazo partido por Facebook, defendiendo la Revolución a destajo, revelándose incluso como todólogo, y que ahora, tras ¿quince? ¿veinte? artículos que ha publicado en el libelo oficialista Granma se cree todo un periodista y crítico del periodismo.

Ni Acosta Llerena con su adulación, ni ninguno de los cegatos que apoyan al embajador en su “defensa”, podrá explicar jamás convincentemente por qué “la Agencia Cubana de Rap, subordinada al Instituto Cubano de la Música, dependiente del Ministerio de Cultura del régimen, decide quién es artista de ese género y punto”.

Empezando por ahí, y reconociendo ellos luego el “minucioso control del régimen cubano sobre todo tipo de expresión” y hablando, claro está, del secuestro del cual fue víctima hace algunas horas el joven escritor y periodista Carlos Manuel Álvarez, quien fue llevado de La Habana a Cárdenas en contra de su voluntad, en un auto, por personas desconocidas y vestidas de civil, tal vez el embajador cubano Jorge Rodríguez y La Nacion pudieran entenderse.

Ariel P

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