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El último disco de Carlos Varela es un chillido ensordecedor para despertar a quienes permanecen en la inercia, el silencio, el conformismo y el miedo a expresarse

El grito mudo, último disco de Carlos Varela, es uno de los casos en los que esperar ha valido la pena. Hacía aproximadamente una década que el cantautor no sorprendía a sus seguidores con las letras que siempre lo hicieron uno de los artistas más exitosos e irreverentes de Cuba.

Como quien salda una deuda de tiempo y amor, regala ahora quince canciones que se parecen tanto a él como a su época. Desde el día ocho de noviembre las plataformas digitales exhibieron “Why not?”, “El bostezo de la espera”, “Emigrantes”, “Volando slowly”, “California”, “Serguei el cosmonauta” y otras más, que, salvando distancias, abrazan muchas ideas recogidas en Como los peces, el famoso álbum que marcó su carrera artística y el alma de quienes lo escucharon y lo vivieron.

“Yo lo estaba esperando. Sabía que venía duro y cortante, así como es él. Creo que no se le escapó nada. Es una crónica inmensa de la cotidianidad de los cubanos, los que estamos aquí y los que, con glorias o pesares, pusieron agua de por medio”, dijo Ernesto Linares, estudiante universitario.

“Regresó chapeando. Como debería ser. Tirándole a todo, hablándole a lo que duele, cantándole a la realidad. Este país tiene tantos conflictos, tantas angustias y tantas maravillas que no hace falta inventarse nada. Con la verdad ya se hace poesía. Él ha sido siempre eso, un leñador sin bosques”, cuenta conmovida Isaura Palomares, fiel seguidora de la música de Varela.

El grito mudo es un chillido ensordecedor para despertar a quienes permanecen en la inercia, el silencio, el conformismo y el miedo a expresarse. En una entrevista que le realizara el medio digital Oncuba, el compositor expresó: “Hemos tenido una historia compleja. El mundo ha cambiado y ya es hora de que los cubanos cambiemos también (…). Ningún cubano debería tener el derecho de discriminar o condenar a otro por pensar diferente (…) En los 80 y 90 vi cómo muchos padres le gritaron a su hijo traidor (…) He visto a cubanos golpeando a otros con odio solo por pensar diferente”.

Como su mejor disco, así lo calificó él mismo a través de un post en su perfil de Facebook. “Son temas que hablan del miedo, el silencio, el bullying, el amor, el desamor, la incertidumbre del emigrante que llevamos dentro, la soledad, la duda, la religión y el poder, el barrio, las noticias, el pasado y el mañana”, añadió.

“Lo escuché en Miami y me saltó una lágrima. Es muy fuerte. Me fui hace muchos años y todavía recuerdo cuando escuchaba en la beca con mis socios De vuelta a casa, la cantábamos una y otra vez. No me imaginaba entonces que terminaría volviendo siempre, por mi madre, por mis hermanos, por los que amo”, afirmó Carlos Borges, quien reside en Estados Unidos y se encuentra de visita en la isla.

En esta ocasión el intérprete vuelve a condolerse ante las heridas de quienes habitan las dos orillas y aclama por la unión sin importar en qué espacio geográfico se encuentre la gente. En El bostezo de la espera hay un fragmento que reza: “Ningún poder nunca jamás nos vendrá a pedir perdón por no volver a vernos nunca más (…) Que estés aquí o allá no te hace ni menos ni más”.

Cindya, Héctor y muchos otros sueñan con volverlo a ver en un escenario en la mayor de las Antillas. “Yo quiero escucharlo, pero a él. No en Miami, sino aquí, cantándole en vivo al pueblo de Cuba. Eso sí sería una verdadera foto de familia”.

Lucía Jerez

 


 

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