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Cuba

El desabastecimiento y la poca calidad, únicos productos que ofrecen los mercados en moneda nacional

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Texto y fotos: Flavia Viamontes

 “Acá no hay nada que vender”, me dice sin apenas pensar la dependienta sentada detrás de un mostrador roído,  en un local con muy poca luz y sin apenas nada que ofrecer a la población.

“Estamos abiertos, pero como puede ver, lo único que tenemos son estos pomos de jabón líquido, jabones de lavar y de baño y cepillo de dientes para niños. Lo demás son cosas inservibles y que nadie compra”, me explica sin querer decirme su nombre real.

MAI en el Cerro

En un recorrido de Cuballama por algunos Mercados Artesanales Industriales que venden productos en Moneda Nacional (MAI) del municipio Cerro, nos recibe la precariedad y desabastecimiento de estos espacios a los que tienen que acudir los cubanos cuyos exiguos salarios no les alcanzan para llegar a las tiendas en divisas.

Un exceso de productos sin utilidad ninguna ofertados a precios risibles y, al propio tiempo, una aguda escasez de otros de primera necesidad reciben al cliente en el MAI de la Calzada del Cerro.

Además de los jabones y la pasta de dientes de dudosa calidad, se venden zapatos plásticos feos y viejos, brochas para pintar y algunas piezas de electricidad y plomería.

Pregunto por los productos más demandados,  los detergentes de lavar y fregar,  “llevamos semanas sin que lleguen para venderlos a la población”, me aclaran. Una señora que entra y otea con desgano el lugar me aclara que cuando lo ofertan es una cantidad insuficiente y sólo alcanza para quienes ya están en la tienda o en los alrededores y se deciden a hacer la cola.

“¿Por qué no hay?”, trato de interrogar a la dependienta y por respuesta solo recibo una mueca mientras se encoge de hombros.

Ropa reciclada

Otro dilema que enfrenta el cubano es el de encontrar prendas de vestir a un módico precio, algo que resulta casi imposible. Los llamados MAI también “ofrecen” un espacio para la llamada “ropa reciclada” de tercera o cuarta mano, con pésima calidad  y un tufillo a guardado que provoca alergia.

En el MAI ubicado en Ayesterán y 19 de Mayo, la vidriera muestra, con deplorable gusto, un montón de piezas viejas y sucias.

Dentro, en una esquina de la tienda, en cajones plásticos y varios percheros se exponen un montón de pullovers viejos, camisas de tallas extra grandes,  pantalones enormes, abrigos y unos vestidos de mezclilla también para personas voluminosas.

Una de las camisas tiene el cuello sucio y cuesta 35 pesos (1.50 CUC), el pantalón 63 pesos (aproximadamente 2.50 CUC). “Esas piezas están sucias y con polvo por el trasiego de los clientes. Cuando llegan se estiran y ponen a la exhibición, pero lo que queda ya nadie lo quiere”, asegura la administradora.

Un cartel en la pared informa sobre los precios de las piezas: blusas a 25 pesos (1 CUC), pantalón dama 33 pesos (1.25 CUC), entre otros muchas ofertas, pero que no hay en existencia.

José Luis, de 34 años, es custodio en una escuela primaria. Suele adquirir ropa reciclada para el uso diario. Revisa la percha buscando un abrigo. “Para las noches en las que trabajo, lo necesito. Ya comienza a cambiar la temperatura. En otro lugar no lo puedo comprar con mi salario de 425 pesos”. Quiere vestir a la moda, como casi todos, pero la opción que tiene es comprar ropa de uso.

MAI “El Lucero”

Un tercer punto del recorrido, el MAI “El Lucero”, está un poco más surtido. Aunque no hay tampoco productos de primera necesidad, se ofertan enseres para belleza de poca calidad, espejuelos, sábanas y toallas. Además de los mismos zapatos plásticos y otras prendas de vestir, todo nuevo, pero muy caro y sin atractivos.

Tienen talco de zeolita y podosal para los pies; un producto llamado pilotrofina que es para la caída del cabello, además de pasta de dientes y jabones.  Venden asimismo muebles, juegos de comedor y de sala. Unos más presentables que los otros, pero a precios que provocan asombro.

En un país donde el salario mínimo no excede los 500 pesos cubanos, una mesa de madera con cuatro sillas, fabricadas de madera y cristal tiene un precio de 6000 pesos (250 CUC). Un sofá y dos butacas, por ejemplo, pueden costar entre 11 000 (458 CUC) y 13 000 pesos (541 CUC).

A una de las trabajadoras le pregunto si esos muebles tienen  aceptación entre la población y me comenta que la empresa los trae y ahí se pasan muchos meses. “Las personas vienen, los miran y se escandalizan con los precios. Realmente no están tan feos y la calidad no es la peor, pero cuestan demasiado”, reconoce.

Pocas, o casi nulas, siguen siendo las opciones de compra para los cubanos cuyo salario mensual es el único ingreso con el que cubrir sus necesidades básicas.

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