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Cuba

Diputada cubana afirma: “en Cuba nadie es sancionado por su forma de pensar”

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La diputada cubana a la Asamblea Nacional, María Yolanda Ferrer Gómez, afirma que en Cuba nadie es sancionado por su forma de pensar. Esto o es un chiste, o Yolanda es ciega y sorda.

El diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, sorprendió esta mañana con una noticia sin igual. Una diputada cubana le respondió al Parlamento europeo, preocupado este por las imágenes y noticias que se suceden por estos días con relación al deterioro de los derechos humanos en la isla, y le contestó diciendo que “en Cuba nadie es sancionado por su forma de pensar”.

Parece ser este el chiste del día, o la diputada cubana a la Asamblea Nacional, María Yolanda Ferrer Gómez, quien además ejerce como presidenta de la Comisión de Relaciones Internacionales, se fue a vivir a otro planeta. Es probable, dice un amigo, que María Yolanda no tenga internet; o no quiera verla. O ¿estará ciega y sorda?

No hay dudas que con estos truenos es más que difícil el diálogo, y es por ello que se entiende por qué, a veces, llegan las sanciones al gobierno de la isla.

Que la diputada cubana haya dicho eso, sin sonrojarse siquiera, es más que significativo. Es la muestra evidente de que en el Parlamento  cubano no existe vergüenza, y ya no les importa mentir descaradamente a pesar de las imágenes y reportes que se acumulan sobre este particular. Decir que en Cuba “nadie es sancionado por su forma de pensar” es una soberana mentira, pues la verdad es que el disenso en el pensamiento, por apenas citar dos ejemplos dentro de la intelectualidad cubana, llevó al destierro, en épocas distintas, a personas como el escritor Reinaldo Arenas y al director de cine cubano, Juan Carlos Cremata. ¿Acaso existe mayor sanción que un destierro? ¿Acaso no es el destierro una forma de sanción?

Este intento de lavar la imagen del gobierno cubano protagonizado por la diputada cubana se desvanece por sí solo. Basta ver las imágenes del acto de repudio que el gobierno le organizó ayer a la activista Iliana Hernández, para ver cómo sanciona el gobierno de la isla a las personas que piensan diferente.

Si nos fijamos además en el modo en que el gobierno de la isla y sus acólitos han defendido la pena al rapero Dennis Solís, se nota que los 8 meses de sanción se “justifican” -es decir: lo justifican ellos- no tanto por las ofensas que Solís le dijo al policía que, sin autorización alguna, se metió dentro de su casa, sino por decir que “Donald Trump es mi presidente”.

Esa frase parece haber sido la que condenó más que nada a Solís, a juzgar por los post en Internet y artículos que se han publicado en la prensa oficialista. Una frase que revela un pensamiento. Una forma de pensar. ¿Y dice Yolanda que nadie se sanciona por eso?

Mentiras y falsedades aparecen a cada rato en el libelo oficialista. Muchas veces, el sistema que ha diseñado el gobierno, en el que la transparencia entre las distintas instituciones no existe, permite que la búsqueda de pruebas se haga engorrosa e inútil. En el caso de los tribunales de justicia, está ampliamente documentado como el delito de “pensar distinto” se disfraza de una causa común.

Yolanda debería saber cómo, a decenas de cubanos, por pensar distinto, les han fabricado casos, les han plantado evidencias y los han puesto frente a los tribunales.

Tal vez el caso de Silverio Portal o José Daniel Ferrer le suene en la memoria a esta diputada cubana. Tal vez prefirió “olvidarlo” cuando le contestó al Parlamento europeo.

Ariel P

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