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Cuba

Difaman en la televisión, pero se esconden en la calle

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“Valientes” periodistas que difaman y critican con saña en medios oficiales, luego en la calle se esconden, cuando tienen a su víctima delante. Anécdotas como estas, hay miles.

Lázaro Manuel Alonso y Humberto López no son muy diferentes a muchos presentadores, periodistas y locutores del Sistema Informativo de la Televisión Cubana que luego de lucir muy “certeros y críticos” en sus análisis contra determinado suceso o personaje, luego en la calle han puesto pies en polvorosa cuando han tenido delante a su víctima.

El “recuerdo” de casos semejantes en los anales del periodismo cubano me viene a la mente luego de la coincidencia entre dos sucesos. Un post, de una amiga en Facebook, y un mensaje vía chat de otra amistad quien ayer se quedó con las ganas de decirle “cuatro cosas” a Lázaro Manuel Alonso, porque este la vio “justo a tiempo” y cruzó la calle con rapidez inusitada en sus piernas, tal vez temeroso de lo que se le venía encima.

Dice mi amiga Gretter Yedra que cuando pasen los años, Humberto López no soportará el peso de su vergüenza. López, por estos días, ha escalado tal vez un punto tan alto como el de su colega Lázaro Manuel en el ranking de los odiados de la TV cubana. Un ranking que tiene nombres y “hombres”.

Uno de los que más corrió por todo 23 -dice hasta su misma lengua- fue un amigo, periodista, nacido en la provincia de Cienfuegos, pero que ejercía en La Habana el oficio. No divulgaré su nombre, pero sí daré detalles de su carrera, de aproximadamente unos 200 metros. Este corrió “por otros asuntos”, no relacionados con “la crítica” ejercida en los medios; asuntos que no viene al caso dilucidar, pero lo recuerdo como si fuera ahora, pues intenté saludarlo ese día… y el hombre iba más rápido que su coterráneo Silvio Leonard “Rampa arriba”. Ahora que hablo de Cienfuegos, no sé si fue Osvaldo Vega Llorens o Digno Rodríguez el que tuvo que andar piano y ligero una vez, con relación a no se qué comentario hecho en Radio Ciudad del Mar y el choque frontal, en la calle, con uno de los “injuriados”.

Otro locutor deportivo de la televisión que sí corrió -y mucho- fue Rodolfo García (alias Rodolfazo), con Víctor Mesa. El hombre repitió la hazaña con Alfonso Urquiola, y por poco no se baja del avión el día que le dijeron que el reconocido periodista, Michel Contreras, lo estaba esperando en el aeropuerto José Martí, tras el regreso de Pinar del Río de la Copa de Clubes Campeones de Béisbol. La anécdota me fue corroborada por el propio Modesto Agüero, quien me dijo que Rodolfo fue “el último en bajarse ese día del avión” en el aeropuerto de La Habana.

En esto de decir y luego salir corriendo, al parecer la batuta la llevan los locutores y periodistas deportivos de la isla, si nos guíamos por la desprendía que se dio Joel García, periodista deportivo de Trabajadores, un día que no puedo precisar el año, tras arremeter en el diario oficialista contra varios peloteros del llamado “Equipo Cuba”. Dicen también que Iván López, también de la televisión cubana, corrió un día, pero no logro recordar por qué.

Digan lo que digan, cuenten lo que cuenten, ninguno de ellos supera en oficio al “valiente” Iroel Sánchez, quien luego de varias semanas de enfrentamiento con el periodista uruguayo Fernando Ravsberg, se lo topó de frente, casi de casualidad, en un evento -creo que en Pabexpo- y dejó a una amiga con la palabra en la boca y salió corriendo a pesar de su obesidad, urgente, a buscar una puerta, por la cual huyó, escabulléndosele a Fernando.

Así que quedará en los anales de la historia, ahora con mayor suerte porque los teléfonos celulares lo graban todo, si estas “escapadas” a lo Houdini que les he contado, sucumbirán ante las que les prometo sucederán muy pronto, un día X, cuando López o Alonso se topen en la calle con algún injuriado reciente y estos, con la verdad por delante le exijan que, en su cara, le digan todo eso que en la televisión dijeron.

Porque ante la vergüenza, no hay pie valiente que se resista. Y que lo diga Julita Osendi, que bate en mano puso a correr a no recuerdo quién.

Ariel P.

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