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Cuba

Conmovedora anécdota refleja la grandeza del “Niño” Linares

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El llamado “Niño” Linares, para muchos el mejor tercera base en la historia de la pelota cubana, no solo era inmenso al bate, sino también en su corazón. Y esta anécdota lo confirma.

Que los peloteros – deportistas en general – suelen convertirse en ídolos de los más pequeños no es un secreto para nadie; y para los cubanos que vivimos la época dorada de la pelota cubana, nombres como el de Omar “Niño” Linares, son sinónimo de grandeza “al bate”.

No pocos quisimos ser una rídicula parte de lo inmenso que fue “El Niño” con el madero en la mano; un pelotero que aún sin tener 18 años de edad ya debutaba como todo un consagrado en los diamantes de béisbol, y que lo hizo precisamente cuando, por esas cosas que nunca se entenderán y que siempre arrastrará como fardo pesado al hombro el deporte cubano, hicieron añicos la carrera deportiva de Pedro José “Cheíto” Rodríguez.

De la grandeza del “Niño” Linares, no al bate, sino en su corazón, escribió hoy el portal Radio Guamá, que cuenta una anécdota que a muchos les asombrará. A otros, quizás a los que más conocieron al “Niño”, sencillamente les confirmará lo humilde que fue.

Sería injusto seguir hablando y adornando esta historia. Pasemos a los hechos, y dejemos que sea la propia persona que vivió la anécdota con el “Niño” Linares quien la cuente.

¡Quién mejor que él!

A principios de la década del 90, llevaba sistemáticamente a mi hijo al Sandino (estadio Augusto César Sandino, Villa Clara) con solo 5 o 6 años… buscando, como todo padre Cubano, que el muchacho fuera conociendo la pelota.
En una ocasión jugaba Santiago de Cuba y Villa Clara, al finalizar el juego, me paré en la puerta de salida de los Santiagueros (habían perdido ese día ) y ninguno se fijó en la presencia de ese niño en mis brazos y seguían de largo. Estoy seguro, sin ser psicólogo, que eso afectó su “admiración” por el béisbol.

“Unas subseries después jugó Pinar del Río (PR). Adopté al finalizar el juego, la misma posición a ver si algún pelotero del equipo pinareño reparaba en la presencia del niño…  pues les cuento que también habían perdido ese día, y algunos pasaron, pero el GRAN OMAR se detuvo, me lo quitó de los brazos, lo cargó, le puso su casco y hasta una foto le sacó un amigo, (cuando aquello no había celulares).

“A partir de ahí éste fue su ídolo, el verde pasó a ser su color preferido y PR su equipo.  Pasaron dos o tres series y cada vez que jugaba Pinar era obligación llevar al niño al Sandino a ver a Omar Dinares , (así pronunciaba el apellido) su amigo, como él decía, pero nunca más quiso que yo lo llevará dónde estaba su estrella, él se conformaba con verlo desde la grada y saber que aquel gigante era “su amigo”.

“Hasta ahí algo muy bonito, pero lo grande viene ahora. Ya con 8 o 9 años, se enfermó con una hepatitis bien severa, cuyo tratamiento fundamental era el reposo absoluto… y de nuevo jugaba PR. Con lágrimas en los ojos me dijo. “Papi, ahora si que no podré ver a Dinares”

“Sin consultar con nadie, cogí mi bicicleta china y arranqué para el Sandino, allí esperé que los visitantes terminarán su sesión de entrenamientos de la mañana, lo busqué y le conté lo que me sucedía. Sin mirar hora, cansancio ni sudor.  Solo consultó con el director y me preguntó, “EN QUÉ VAMOS”?  “ Solo tengo la bicicleta, pero yo te busco un carro”, le contesté.

“AGARRA AHÍ”, me dio su bulto con su equipaje de entrenamiento y me quitó la bicicleta. “MÓNTATE Y ME VAS ORIENTANDO LA DIRECCIÓN”.   El, vestido con su traje verde/amarillo, montando bicicleta, conmigo detrás hasta mi casa.

“El final de esa historia no se las cuento, la reacción del niño, y hasta de mi familia al ver aquello…, comprenderán las dimensiones de ese peloterazo.

“Ya mi hijo tiene 30 años y sigue siendo su ídolo, y el verde su color. Aunque ahora su equipo es VC, pero PR es el segundo.”

Nota. Si alguien lee esto y pudiera hacérselo llegar, para que sepa que esta familia villaclareña estará eternamente agradecido. iGracias Omar Linares!

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