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Cuba

Los cobradores del agua: una salida laboral ante la necesidad

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Por Vladia Rosa García

Muchos de los que ejercen como cobradores del agua se quejan de los malos tratos de los ciudadanos y las faltas de respeto de las que son víctimas

Comienza a trabajar a las nueve de la mañana. Al mediodía, a veces, se toma un tiempo para almorzar. Otras, prefiere seguir caminando para terminar un poquito antes. Su color de piel ya no es el original. El sol, el cansancio y los tramos largos recorridos a diario son sus mejores compañeros.

Maité tiene 45 años y desde hace 12 es cobradora del agua en Diez de Octubre. “Me dedico por completo a este trabajo, es mi prioridad porque de lo que hago depende mi familia”, dice. Tres veces a la semana pasa por la oficina municipal de la Empresa Aguas de La Habana a depositar el dinero recaudado. Los demás días camina cuadras y cuadras hasta cumplir el plan.

A cada trabajador se le asignan cuatro cargos, que conforman el número de casas que debe atender. Cada uno de estos cargos está compuesto por 50 viviendas.

Ganas según trabajes

“Estamos continuamente expuestos a las condiciones del clima: esté soleado o llueva debemos salir a la calle. Si no cumplimos en el mes entonces el salario disminuye”, explica Randy, quien es cobrador desde enero del año en curso.

Por lo asequible que resulta conseguir el empleo, y la condición de que “ganas según trabajes”, muchos se aventuran. Los requisitos fundamentales son tener el título de bachiller y pasar un curso de un mes de duración ofrecido por la Empresa Aguas de La Habana. Los salarios oscilan entre 800 y 1500 pesos. Dicha información se ofrece al acudir a cualquiera de las oficinas municipales.

Las jornadas de descanso dependen de cómo se desarrolló la semana. “Los fines de semana también hay que trabajar, sea sábado o domingo. El cobrador depende del cliente: un día vas y la casa está cerrada; otro, no te abren la puerta o cualquier situación parecida. Por eso tienes que ir insistentemente hasta que des con la persona”, comenta José Manuel, cobrador del barrio La Palma, en el municipio Arroyo Naranjo.

Muchos que ejercen esta labor se quejan de los malos tratos de los ciudadanos y las faltas de respeto de las que son víctimas. “Son gajes del oficio. Hay cosas a las que es mejor acostumbrarse”, afirma Maité. Estas realidades son vividas a diario por decenas de personas que buscaron esta salida laboral debido a la necesidad.

 


 

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