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Bruno y su “No lo sé” sobre los regulados

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Dos respuestas dadas por Bruno Rodríguez a la agencia AP demuestran, o muy poco conocimiento sobre el tema, o muy pocas ganas de hablar sobre algo que no tiene explicación. ¿Cuál de las dos fue?

Bruno Rodríguez, titular cubano de Relaciones Exteriores, ha dejado muy mal parado a su ministerio, al gobierno y a la profesión a la que antiguamente dedicó horas –la de director del diario Juventud Rebelde– cuando, ante una pregunta hecha por un periodista de la agencia The Associated Press sobre los “regulados” en la isla dijera: “No lo sé“.

No lo sé, habría que conocer caso por caso“, fue la respuesta dada por el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, que de Bruno, el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba se ha convertido en “Bruno, el agnóstico” y muy seguramente será carnada para los tradicionales hacedores de memes y críticos en Twitter porque, a no dudarlo, esto va a tener tela por donde cortar, sino es que la está teniendo ya.


Las regulaciones migratorias cubanas son muy similares a las de cualquier país y cualquier política migratoria moderna, que establecen toda una serie de figuras en ley que restringen la salida del país a personas que conocen información clasificada, es decir, cargos anteriores en el gobierno, etcétera, a personas que están sometidas a procesos judiciales, en fin hay toda una serie de figuras que están reguladas en la ley”, dijo Rodríguez como si dijera algo de importancia que el periodista de AP y el mundo entero no conociera. Lo correcto hubiese sido que le dijera, “dime nombres” “¿quiénes son?”, “¿te refieres a fulano y mengano?” si en verdad tuviese elementos para refutar las pruebas que, no sabemos, si el periodista de AP las tenía en las manos.

Porque eso, tener un listado en la mano hubiese sido lo correcto. Un listado como el que no tuvo Jim Acosta cuando el ex gobernante cubano Raúl Castro, instantes antes de alzarle la mano en señal de victoria a Barack Obama en el marco de una conferencia de prensa histórica dijera, “Dame la lista” (de presos políticos).

Bruno aprovechó que lo dejaron regodearse sobre el tema y sorteó la queja como Dominguín o el Paquirri hubiesen eludido el embate de cualquier toro de lidia. El Ministro “No lo sé” debería saber que hay cientos de casos documentados – así, ahora, a la mente, en diez segundos me vienen unos diez nombres de periodistas de medios independientes “regulados” – de gente que se ha enterado en el propio aeropuerto, en el momento de la salida del país, que tienen prohibido subirse a un avión.

En su perfil de Twitter, Bruno “resumió” parte de la conversación, aunque no se refirió a este tema, ni a otros que le preguntaron más adelante, igual de engorrosos.

Bruno, debería asumir con entereza que, en el ciento por ciento de los casos, ninguno de los oficiales de inmigración encargados de comunicarle a los afectados la regulación, sabe decir por qué.

Rodriguez Parrilla, si fuese en verdad sincero, debería reconocer con pena que, en el ciento por ciento de los casos de esos regulados, cuando se van a informar ante las autoridades competentes con relación a su regulación, el llamado “peloteo” es horrible. Bruno debería conocer que saber porqué se está regulado cuesta “sangre, sudor y lágrimas a los afectados”, y no pocos CUC´s trasladándose de un lugar a otro. De Inmigración a Villa Marista; de Villa Marista al Ministerio de Justicia. Y luego de vuelta, además. Un diabólico proceso en el que nadie sabe nada, a nadie le aparece la causa y solo aparece la palabra en la computadora – REGULADO – y que en honor a la verdad, oyéndole decir a Bruno “No lo sé” se confirma entonces lo que sí se sabe: que ni el médico chino puede curar ese mal de la desinformación en la isla.

La perla vino después cuando Bruno, supo brincar la valla y comenzar a hablar acerca de las limitaciones que tienen los ciudadanos norteamericanos de viajar a Cuba, no sin antes asegurar que “la mayoría de los cubanos en la Florida apoyan el levantamiento del “bloqueo”. 

La ley cubana garantiza, a diferencia de la norteamericana, que los cubanos puedan viajar libremente a cualquier lugar del mundo. No ocurre, como el caso de los Estados Unidos, en que sorprende que un chico de Columbia University pueda visitar cualquier ciudad, cualquier país del mundo incluso en guerra con los Estados Unidos y no pueda hacerlo a la isla de Cuba que es un destino turístico consolidado, reconocido, saludable, seguro y culto”, declaró el ministro de Exteriores cubano en un sorprendente giro en la conversación.

Esa queja, “extra frontera”, porque Bruno no puede decidir en la ley norteamericana pero sí influir con su criterio en un proceso ordenado, justo y transparente en la isla en el momento que los cubanos deseen salir del país, compitió cuando después, el periodista de AP aludió a “familias divididas” mientras mencionaba el hecho de que un médico cubano que abandona una misión en el extranjero no pueda regresar al menos en ocho años a Cuba.

¿Por qué el médico cubano que decide hacerlo no puede volver a su país?”, preguntó el periodista y Bruno, fiel al estilo de momentos anteriores dijo:

No estoy seguro que tenga razón”, una respuesta “coyuntural” para no repetir el “No lo sé“, con lo cual lo más adecuado hubiese sido, ponerle la tapa al lente de la cámara, recoger el trípode y apagar la luz.

por Roberto A.

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