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Por Fernando Vargas

Dicen que casi todos los cubanos llevamos un artista dentro, pues resulta muy difícil encontrar alguno que no haya sentido la necesidad de expresarse, ya sea con un pincel, una guitarra o mediante el baile. Hay quien defiende la teoría de que resulta imprescindible ir a escuelas especializadas, mientras otros apuestan por el talento empírico.

A pesar de que aun en los circuitos de proyectos artísticos para «aficionados» prevalece muchas veces la imposición de un estilo o una forma de hacer, un cubano decidió olvidarse por un momento de las reglas aprendidas durante su paso por la academia para adentrarse en el trabajo social con personas adictas, y esto lo inspiró a impulsar en la isla una de las tendencias más inclusivas y desprejuiciadas del arte a nivel mundial.

El ArtBrut, como concepto, fue ideado por el francés Jean Dubuffet en los años 70 del siglo pasado para englobar la producción simbólica creada fuera de los límites de la institucionalidad cultural imperante. En un principio, el interés se dirigía a las obras llevadas a cabo por pacientes psiquiátricos, aunque luego se fue ampliando hacia otros grupos sociales marginados, como los que creen poder comunicarse con fallecidos o seres de otros planetas, personas que han estado en prisión y el stress del encerramiento les ha provocado la necesidad de crear, o individuos que por decisión propia se aíslan de casi todo contacto humano y esa soledad constituye un desencadenante para descubrir su talento.

RieraStudios es un espacio autogestionado que acoge ArtBrutProject. Su líder, Samuel Riera, graduado de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro en la especialidad de Grabado, lleva más de seis años promoviendo esta tendencia, así como el Outsider Art, que se aleja de los espacios formales e institucionales para tener cabida en las zonas más marginadas de la sociedad.

Sobre los orígenes, Riera le comenta a Cuballama cómo pudo ir eliminando los vicios que suelen entronizarse en los espacios formales, para ampliar comprender otras estéticas: «Cuando empezamos el proyecto estuvimos tres años sin visitar ninguna galería de arte, para tratar de limpiar un poco la imagen de todos los referentes, pues el ArtBrut tiene otros procesos y estéticas. Al principio íbamos a buscar a los talentos a las comunidades. Ya la gente nos conoce un poco más y nos va recomendando, pero necesitamos tener una relación constante con ellos, porque el artista ArtBrut, por lo general, crea un mito alrededor de su estudio o casa, y ahí puedes ver su obra en vivo».

El proyecto tiene su sede en la casa de Samuel, en la calle Marta Abreu entre 20 de Mayo y Enrique Villuendas, en El Cerro. Allí hay una exposición permanente de ArtBrut y Outsider Art, además de algunas obras de Riera y otros creadores. Han habilitado un lugar para quienes lo necesitan para trabajar, y apoyan a los otros con materiales y la organización de sus muestas. Cuando un autor vende una obra, recibe el 80% de las ganancias y el proyecto se queda con un 20%. Además, se han valido de iniciativas como la confección de bolsas pintadas por ellos mismos —bautizadas como Fantasy Bags— y otros suvenires que les permiten autofinanciarse, de manera que los participantes sin gran potencial de venta puedan ganar su sustento y dejen de ser una carga económica para la familia.

Esto se combina con dos experiencias inscritas en la plataforma AirBnB. Una consiste en visitar el estudio (https://es.airbnb.com/experiences/109970)  y la otra se traslada al barrio de Alamar, donde un integrante de su catálogo, Héctor Gallo Portieles (https://es.airbnb.com/experiences/130880) ha creado un museo-jardín que alberga esculturas hechas con material reciclado, único ejemplo de Environmental Art —Arte Ambiental— en Cuba, tendencia de arte ecológico que busca una relación con los entornos y la reutilización de desechos con fines estéticos. El proyecto hoy en día suma alrededor de 50 000 piezas, entre dibujos, cuadros y esculturas, algunas de las cuales figuran en colecciones en Suiza y Estados Unidos; han participado, además, a través de terceros, en la Feria de Arte de Nueva York.

ArtBrutProject ha permitido visibilizar historias de muchos seres marginados que han encontrado una vía para su desarrollo profesional y personal. Samuel Riera aclara que su función es solamente orientativa y de apoyo, pero no formativa. No se trata de un arte terapéutico: el sujeto tiene muy claro hacia dónde quiere encaminarse, y él se limita a ayudarlo a definir una línea, con mínimas sugerencias de carácter formal. La «biografía» que se construye la persona muchas veces tiene influencia directa en la obra, y el coordinador, lejos de desestimar aquellos pasajes que considere falsos, deberá dejar correr esa imaginación, en algunos momentos caótica, que constituye la base del ArtBrut.

Un ejemplo es El Sirio, Premio Nobel de Ciencias Ortopédicas y Príncipe de Inglaterra. Cuando hizo su primera exposición, invitaron a varias personalidades. Muchos fueron a confirmar su presencia y quedaron decepcionados al descubrir que no se reunirían con un miembro de la realeza británica, sino con un cubano más que pretendía abrirse camino en el mundo del arte.

Por su parte, Boris Santamaría, quien dice descender de la familia Santamaría-Cuadrado, reconocida en Cuba por su papel en la lucha contra Fulgencio Batista, está muy identificado con el movimiento Rock/Punk, tuvo una vida dada al alcohol, las drogas y el sexo, se infestó de VIH y reflejó todo eso en sus dibujos. La Universidad de La Habana contactó al proyecto para pedirle que extrajeran de la biografía el supuesto parentesco, por considerarlo falso. Aun así, Samuel Riera afirma que ese es uno de los elementos más ricos del ArtBrut: la mezcla de la fantasía con la realidad.

No todo ha sido color de rosa. Aunque ArtBrutProject está protegido por RieraStudios, amparado en la legalidad vigente en Cuba que permite a los artistas tener en su propia casa un estudio para su desarrollo profesional, sólo Samuel es considerado como tal. Los demás no pueden vender en el circuito de galerías estatales porque se les exige estar inscritos en el Registro del Creador, y el ArtBrut se escapa de lo establecido. La situación se complejiza aún más bajo el polémico e impopular Decreto Ley 349, que deja fuera del mercado a la mayoría de ellos.

Ante esto, Samuel Riera nos explica que se ha propuesto convertirse en un centro de referencia que, más allá de proteger a sus hacedores, sirva para impulsar una mejor comprensión del tema en la isla: «Las dinámicas de reconocimiento en el sistema cultural cubano están vinculadas al arte popular o naif, pero no al ArtBrut. Al nosotros aparecer en la palestra hemos redimensionado esos criterios. Las universidades tampoco tienen muchas referencias, por eso he ido nucleando un grupo de información sobre esta temática para que los especialistas puedan tener criterios más sólidos a la hora de analizarla».

Su lucha no ha sido en vano: varios creadores que iniciaron su carrera con él han logrado un alto reconocimiento en el panorama internacional, como el outsider Luis Manuel Otero (http://www.rierastudioart.com/outsiderartartists/Luis-M-Otero-Alcantara/). Además, dentro del territorio nacional han ido ganando terreno; fueron reseñados en la revista ArtCrónica, que analiza el panorama de las artes visuales en la isla, y RieraStudios ha sido incluido en el circuito de espacios autogestionados para la próxima Bienal de La Habana, aunque únicamente con una exposición personal de Samuel.

Por otro lado, el trabajo de ArtBrutProject no se limita a RieraStudios. Recientemente organizaron el evento Conectando Expresiones Espontáneas, en el cual intercambiaron con colegas de Nueva York y de Suecia. Asimismo han investigado, desde el arte, otros espacios y subculturas marginados como las zonas cruising —edificios abandonados que se convierten en sitios de encuentros para hombres homosexuales—, los mercados informales como La Cuevita, o las ferias de atracciones ambulantes fabricadas con piezas de camiones descontinuados, que han proliferado en zonas rurales donde son muy pocas las ofertas recreativas.

Riera rememora que durante la investigación «…nos dimos cuenta de que no solo está el sujeto, sino grupos de personas que trabajan y hacen arte. Nos enfocamos en las llamadas peyorativamente subculturas, procesos vivos que existen en cualquier sociedad, aún difíciles de reconocer en Cuba. Cuando empezamos a ahondar en el tema de las naves espaciales, encontramos más de 60 personas, incluido un parlamentario, que creían en el contacto con seres de otros planetas. Fuera de ArtBrutProject hemos organizado eventos con el tema LGBTIQ; de hecho, fuimos pioneros en hablar del Queer como una identidad sexual más. Últimamente hemos convocado una feria de arte gay con un tope de 120 CUP para las piezas, de forma tal que el cubano de a pie pudiera adquirir dibujos con esta temática».

En el portal de la casa de Samuel un grupo de madres esperan a sus hijos. El espacio también les ha dado la posibilidad de intercambiar y compartir mientras ellos trabajan. Muchas recuerdan emocionadas la primera exposición que sus retoños hicieron, la felicidad que les provocó su primer cobro o el cambio ocurrido en sus vidas. Samuel atiende a un fotógrafo extranjero interesado en documentar algunas piezas y Derbis, su representante, prepara merienda para todos. Mientras tanto, en la habitación de al lado, un grupo labora con tesón: pintan ciudades, retratos, muñecones de carnaval, formas geométricas o abstractas… Habrá quienes puedan ver esta experiencia como un proyecto más, una oportunidad noble para desfavorecidos, una manera de ganar el sustento; sin embargo, a los visionarios no les parecerá descabellado pensar que ahí sentado podría estar el próximo Vincent van Gogh cubano.

 


 

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