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Cuba

Abuelos cubanos no pueden abrir cuenta bancaria para sus nietos

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Por Vladia Rosa García

Abuelos cubanos se mortifican porque la ley no les permite abrir cuentas bancarias a sus nietos

Hoy decidió levantarse temprano para ir al banco. Su esposa no lo acompaña porque tiene turno médico, “usted sabe lo malo que se ponen los huesos a esta edad, hijita”. Laura, su única nieta, cumple 15 años dentro de poco y de regalo piensa hacerle una cuenta de ahorro.  Pero, los abuelos en Cuba no pueden realizar estos trámites.

“Este es el tipo de medidas que no entiendo. Solo quiero dejarle algo de valor, de utilidad para que ella lo utilice después como desee. Ni mi mujer ni yo trabajamos, pero de poquito en poquito podemos brindarle ayuda”, expresa José Enrique, jubilado de 70 años. Varias son las personas que han planteado quejas debido a lo arbitraria que resulta la ley.

El sitio oficial de las sucursales bancarias explica que mientras los favorecidos sean menores de edad, únicamente sus padres como legítimos representantes, pueden abrir cuentas a su nombre. “En consecuencia, para que un anciano consiga iniciarle una al nieto, necesita contar con la autorización de los tutores”.

 

Rebeca a sus 57 comenta que la relación con su hijo hace tiempo está deteriorada, pero que sus nietecitos son lo primero en su mundo. Ella vive sola, es cuentapropista y por tanto, asegura tener buena solvencia económica. “No sé qué me pasará, ni dónde estaré mañana por eso decidí ir al banco”. Sorpresivamente se encontró la negativa para el proceso que deseaba efectuar.

Ante los constantes reclamos, las personas afectadas han inundado los medios de prensa con sus opiniones. Marta María refiere que para solucionar su situación lo hizo de forma que apareciera la niña como beneficiaria y luego sustituyó la operación por una de fondo fijo sin dirigirla al verdadero objetivo. “Lamentablemente realizar el procedimiento así, pone en riesgo muchas cosas”, aclaró.

Durante el transcurso de la vida, muchos adultos mayores son responsables de los infantes por razones diversas como la salida temporal o definitiva de los padres del país, misiones internacionalistas u otros problemas de convivencia familiar o divorcio.

“Tengo a Daniel desde sus 8 añitos, ahora tiene 13 y cada día me siento más cansada. Mi niña se fue de Cuba hace tiempo, el padre nunca se ha ocupado de él. Cada día estoy envejeciendo más, por suerte él es un hombrecito. Pero ahora no puedo dejarle todo lo que tengo, eso no debería ser así”, declara Mirta.

Dentro de una nación que presenta un acelerado proceso de envejecimiento poblacional deberían tenerse en cuenta preocupaciones de este tipo. Las demandas son varias, pero lejos del “no se puede” y el “no importa la causa”, se evade una respuesta oficial que aclare el supuesto problema de que Ramón, Rebeca, Mirta y muchos otros brinden sus reservas a su segunda descendencia.

 


 

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