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Cuba

Cubanos y el corralito que se avecina

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Parece ser que el gobierno de Cuba aspira a exprimir aún más a los cubanos para sortear el maleficio económico. Con el dinero de afuera, principalmente.

Al menos un cubano -siempre empieza por uno- denunció en las últimas horas que ni siquiera con tarjeta en MLC, ni siquiera con dólares, pudo comprar un pasaje en Viazul para viajar de Oriente a La Habana, y se cuestionó que el gobierno le había asegurado a él y a muchos como él, cubanos todos, que tendrían todas las garantías dentro del territorio nacional para hacer con su dinero lo que él quisiera.

Y bueno, según se ve, que le permitieran.

Desde hace ya varios días varios cubanos han alertado sobre “el cambio” que se gesta en la isla en las instituciones bancarias. Es iluso pensar que, siempre que se trata de bancos y de cambio de divisa, no exista siempre una “pérdida” y hoy, desde Cibercuba, Carlos Cabrera no los recuerda.



Lo leído me recuerda una conversación que sostuve en el año 1998 con Fabrizio y Paola, una pareja amiga mía de Argentina, que se daban golpes en el pecho diciendo que, ese año, 3 pesos argentinos era el equivalente de un dólar. Meses después, aquel invento creado por Carlos Saúl Menem y seguido al pie de la letra por Carlos de la Rúa, explotó como el globo de Cantoya, y ni siquiera el mago de la economía argentina de aquellos años, Domingo Cavallo, pudo impedir la crisis y la venida de los cacerolazos semanas después.

El gobierno cubano será hábil en decir que no habrá “corralito”, pero ha decretado algo muy similar con los ahorros en dólares de los ciudadanos.

Ya desde meses pasados, apenas entró en vigor lo de las tarjetas AIS etc. y etc., no pocos ciudadanos que depositaron fueron a retirar, y se enteraron que el proceso no era como ellos se lo imaginaron.

La crisis del sistema, agobiado por el aumento de las medidas de la administración Trump hacia el gobierno de La Habana y la pandemia del coronavirus, han puesto a los monarcas de Plaza de la Revolución a pensar estrategias para ver cómo capean el temporal.

En primer lugar, de golpe y porrazo dijeron que “nunca” se le había prohibido a los cubanos residentes en el exterior invertir en la isla. Luego, por permitir, hasta han dejado que los campesinos y en general el sector no estatal exporte sus productos al extranjero e importe desde el extranjero materia prima para sus producciones. Han comenzado a producir alimentos transgénicos; y en general, todo lo que decían que estaba en contra del socialismo, ahora en unos cuantos meses resulta que sí se podía hacer.

Por si fuera poco, asistimos consternados a la metamorfosis de un estado que antes era “dador” a uno que ahora reconoce descaradamente que no se le puede seguir dando a todo el mundo. A uno que hablaba de “El Hombre Nuevo” y “Juventud encontrada”, a otro que afirma que hay cientos de vagos en las calles que tendrán que ponerse para las cosas y trabajar.

Del otro lado, países como Rusia y China esperando que La Habana muestre interés -entiéndase dinero- para continuar la puesta en marcha de proyectos comunes. Y muchos más nerviosos, sin ver el pago de todos los millones que le deben, el gobierno de España y el Club de París.

En verdad, la estrategia de Cuba parece estar encaminada a ir sorteando los obstáculos a la vez. Ahora, cuando parecía que la varilla se la habían puesto a 2,50 mts de altura, Biden derrota a Donald Trump y La Habana aspira a seguir capeando el temporal. Ora con el dinero de los cubanos de adentro, o con los envíos y remesas de fuera.

Ora con el regreso de los cruceros y el turismo norteamericano a Cuba.

Ariel P.

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