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Cuba

Cubanos divididos ante reapertura de La Habana

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Quienes gobiernan deciden la reapertura de la capital de Cuba, pero los habaneros están divididos: unos a favor y otros en contra

La decisión de flexibilizar las medidas de confinamiento en la capital cubana, cuando aún se reportan focos de contagio y eventos de transmisión local, ha sido tomada por los habaneros con alarma y resignación por un lado, y con beneplácito por otro sector de la población capitalina. Están divididos entre los que que están a favor y los que están en contra.

La aplicación de esta medida ha dividido en dos bandos muy bien definidos a los habaneros. Sin embargo, la mayoría coincide en que ha sido un error mayúsculo abrir las playas y las piscinas, sobre todo teniendo en cuenta los contagios que se dieron en el litoral de Guanabo después del establecimiento en agosto de la fase 1 que duró apenas unos días por el rebrote de coronavirus en La Habana y luego en varias ciudades del país. Durante esos meses se llegaron a reportar casi 100 casos de Covid en un día, una cifra récord en el transcurso de la pandemia en Cuba.

“Se apresuraron completamente las autoridades al aplicar esta serie de medidas que ojalá no se traduzcan en un número elevado de contagios y de enfermos por coronavirus. La aplicaron cuando todavía el virus está disperso por toda la ciudad y los números de casos no cesan. Realmente a una gran parte de los habaneros nos tomó por sorpresa ese anuncio”, dijo a Cubacomenta una señora que prefirió no revelar su nombre.

La disposición incluyó el cese del toque de queda, la apertura en los primeros días de octubre de teatros y cines, la posibilidad de los carretilleros (vendedores de frutas y hortalizas) de moverse de un municipio a otro, el acceso a playas y piscinas y el próximo reinicio del curso escolar. También se puso en funcionamiento el transporte púbico a un 80 por ciento, una medida que es risible para muchos por la imposibilidad que existe para vigilar su aplicación.

Los autoridades han llamado a la responsabilidad individual en este nuevo contexto en el que, según proclaman, los cubanos deben aprender a convivir con el coronavirus.

“Es muy fácil apelar a la llamada responsabilidad individual, algo que solo se puede cumplir cuando uno tiene todo garantizado. Yo no puedo cumplir con esa máxima cuando me toca montarme en una guagua repleta donde todo el mundo te cae encima y las personas tosen o hablan entre ellas. El uso del transporte público en Cuba es un elevado factor de riesgo y casi todos tenemos que utilizarlo porque no tenemos otras formas de trasladarnos”, expresa esta señora que salió de su casa desde bien temprano este viernes para realizar trámites bancarios.

Tras conocerse la nueva medida los cubanos, sobre todo los más jóvenes, salieron en grupos a las calles para practicar deporte, hacer ejercicios al aire libre o escuchar música en las esquinas de sus barrios con esas bocinas enormes que ya son parte habitual del paisaje habanero.

“Esto ya es fiesta. Ahora solo falta que abran los bares para armar un buen party”, decía un joven de unos 24 años a otro mientras disputaban un juego de fútbol en un céntrico parque capitalino. Casi todos los muchachos andaban sin nasobuco y no había ningún policía en los alrededores que exigiera el uso de esta prenda sanitaria.

Cola en una farmacia de La Habana para saber cuáles medicamentos llegaron

En una visita al hospital conocido como “Clínico de 26″, tras una coordinación telefónica, Cubacomenta habló con un doctora del Cuerpo de Guardia sobre este nuevo contexto que vive La Habana, donde se registra el mayor número de casos de coronavirus de todo el país.

“En este hospital hemos llegado a reportar un caso de Covid cada 24 o 48 horas. Los médicos estamos viviendo un estrés muy alto por la enfermedad y por la carga de trabajo que tenemos. No era el mejor momento para abrir La Habana, quizás si los casos y la dispersión por toda la ciudad de los contagios hubieran disminuido casi hasta cero hubiera sido oportuna. Por eso casi todos los médicos coincidimos en que no era el mejor momento. Hasta el propio Dr. Durán (Director de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública) reconoció de soslayo que todavía en La Habana no se ha controlado la enfermedad”, nos aclaró en condición de anonimato esta especialista en Medicina Interna.

Cuando La Habana pasó a fase 1 hace algunos meses una parte considerable de sus habitantes comenzaron a violar las medidas sanitarias. Usaban mal el nasobuco o dejaban de usarlo, no respetaban el distanciamiento social y hacían grandes fiestas. Como resultado el virus se volvió a expandir por toda la ciudad y a incrementarse las muertes por Covid-19.

La nueva apertura, que las autoridades llaman flexibilización, se puso en marcha este primero de octubre tras un mes en el que se reportó el mayor número de contagios y de muertos por este enfermedad mortal.

Las personas consultadas por este reportero coinciden en que la medida responde a la grave crisis económica que vive el país. “El gobierno necesita recuperar la endeble economía que tenemos pero está corriendo el riesgo de que la enfermad se dispare y las salas de urgencia de los hospitales se repleten de casos o de sospechosos con el virus. Creo que por esa medida apresurada pueden echar por tierra todo el buen trabajo que han hecho hasta ahora”, nos refiere una paciente en el mismo hospital.

Negocios privados y escuelas

Varios trabajadores de negocios privados, sin embargo, opinan que ya era el momento de “abrir” para regresar a sus establecimientos porque no podían “seguir en la casa sin ganar dinero”. “Hemos pasado 7 meses de encierro y mi trabajo cerró. Yo no he percibido más dinero en mi centro de trabajo desde ese momento y tengo que mantener a mi familia. Por suerte tengo mi carro y he hecho algunos viajes -por la izquierda- como taxista, lo que me ha permitido paliar la situación y generar algunos ingresos”, cuenta este joven de unos 30 años que labora como camarero en un restaurante de La Habana.

Otra preocupación mayor de los habaneros es la apertura de las escuelas. Una profesora de primer grado de una primaria del municipio Playa nos confesó que está un poco temerosa por el próximo reinicio de las actividades docentes. “Imagínate yo vivo en La Habana Vieja y diariamente tengo que coger una guagua para la escuela. Después me piden que vigile a los niños para que tengan puesto el nasobuco y mantengan la disciplina y el distanciamiento. En el tiempo que empleo en eso se van todas las horas de clase”, admite.

La profesora recuerda una conversación con una colega suya en Pinar del Río cuando reabrieron las escuelas en esa provincia. “Uno de los padres de los estudiantes dio positivo y aislaron a toda el aula. Realmente no quisiera verme involucrada en una situación así porque yo tengo en casa a mi madre de 80 años y ya sabemos que es un grupo de edad muy vulnerable”.

Consultas médicas

Uno de los factores positivos de la reapertura es el acceso a las consultas médicas que estaban prácticamente cerradas en los hospitales pues solo atendían casos de urgencia. Eso provocó el agravamiento de dolencias y la falta de tratamiento de un buena cantidad de pacientes.

“Hace meses tengo un problema en la garganta que me provoca mucho dolor al tragar. He ido a los Cuerpos de Guardia de los hospitales Calixto y Fajardo pero no me han podido hacer nada porque no están realizando investigaciones. En una ocasión le pedí a un médico que, por favor, me ingresara y me dijo que solo lo estaban haciendo con casos “enviados de arriba” y del Ministerio de Salud Pública. Ojalá ahora sí pueda atenderme este problema que ya me ha provocado una pérdida de peso importante”, refiere este hombre que se dice llamar Francisco.

Está reglamentando que las instituciones y sobre todo los hospitales cuenten con personal sanitario que tome la temperatura a la entrada de la institución. Sin embargo ayer jueves en la mañana en el Hospital Fructuoso Rodríguez brillaba por su ausencia el cumplimiento de esa medida. No existía nadie que tomara la temperatura y velara por el uso del cloro para desinfectarse las manos.

Una señora la preguntó a un médico de guardia porque no se cumplía la orientación que tanto se divulga en los medios de comunicación de la isla. El médico se encogió de hombros y reconoció que no había llegado el encargado de hacer cumplir esas reglas.

La Habana vive una situación de incertidumbre con esta reapertura. Sus habitantes regresan poco a poco a sus actividades diarias y a su vida en medio de un virus que ha puesto en crisis una economía agravada por la mala administración interna y el embargo estadounidense.

En los rostros de muchas personas hay preocupación; otras sencillamente viven como si el virus no existiera. “Total, de algo hay que morirse”, apunta un hombre de unos 60 años mientras comparte una mesa de dominó y una botella de ron con sus colegas del barrio en medio del calor y la agitación habitual de Centro Habana.

Texto y fotos: Ariel Peñate

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